¿Qué podrían tener en común elementos como Platón, los regímenes totalitarios, el largometraje THX 1138 o el videojuego Deus ex? El diseñador Julen Linde aúna todos estos intereses añadiendo tintes de apatía, orden y estructuras futuristas en 3D.
¿Quién es Julen Linde? ¿Cómo te definirías a ti mismo, tu marca y tus creaciones?
Pues soy un chico de lo más normal, joven, inquieto e impaciente. Mi personalidad y mis miedos determinan bastante todo lo que hago y en particular mi marca, que se puede definir como aséptica, ordenada y apática.
¿Desde pequeño has estado ligado al arte y la moda? ¿De dónde viene esa pasión por toda creación artística? Cuéntanos sobre tus inicios.
Ya desde pequeño, siempre he estado rodeado de música y arte, tocando el piano y pintando, pero no fue hasta los dieciséis años que empecé a interesarme por la moda, bocetando, drapeando tejidos e informándome por lo que se hacía en la industria. Poco a poco llegó ese horrible momento en el que debes elegir ‘a qué dedicarte’ y decidí dedicarme por completo a lo que empezó siendo un juego.
Desde que una idea, imagen o textura llega a tu mente hasta que se convierte en una prenda, ¿cómo es todo el proceso?
En mi caso, el proceso creativo comienza con el tejido o material, a partir de ahí empiezo a bocetar lo que me va sugiriendo la materia prima: rigidez, estructura, etc. Intento que no me influya nada visual. Después cohesiono todo lo que tengo para que tenga sentido dentro del concepto, y empiezo a buscar referencias que puedan mejorar la idea. A partir de ahí sólo queda lo mecánico de realizar fichas técnicas y visualizar de una forma realista la prenda para que en taller puedan producirlo sin problemas.
En tus colecciones podemos ver referencias a la soledad o el miedo mezcladas con aspectos futuristas y tecnológicos. ¿En qué te inspiras para crear tus prendas?
Por lo general siempre tengo una temática similar que marca mi identidad. Me inspiro en cualquier cosa interesante que pueda adaptar posteriormente. Por ejemplo, la Filosofía (Politeia, Platón), la Historia (regímenes totalitarios), la ciencia ficción (THX 1138), los videojuegos (Deux ex), etc. Con todo, lo que acabo creando son sociedades gregarias, en las que la vestimenta no representa al individuo.
En tus proyectos, desde Onírica hasta 1984 vemos grandes cambios y un salto muy grande. ¿Cómo definirías ambos proyectos y cuales crees que son las diferencias entre ambos?
Estéticamente son proyectos que no tienen nada en común, sin embargo conceptualmente tienen muchas similitudes. Onírica representa al individuo, el miedo a la soledad, a nuestra conciencia y a la percepción de la realidad. 1984 representa la sociedad ‘perfecta’ en la que se establece una vigilancia constante y hay la obligación de formar parte de la misma. El individuo carece de importancia. La relación entre ambas es que Onírica es un primer paso hacia 1984. Cuando se pierde el miedo y se acepta el sistema establecido se comienza a ser parte de esa sociedad.
¿Qué ha supuesto 1984 para ti y cómo definirías la influencia de George Orwell en este proyecto?
1984 provoca una que haya reflexión en cualquier lector. A mí me hizo recapacitar sobre si realmente tenemos libre elección, si la sociedad está tan segmentada o si las personas carecen de empatía y están inmersas en su propia realidad. Claramente ha tenido una gran importancia en este proyecto, ya que la descripción minuciosa de los lugares y del ambiente me facilitó el imaginar la vestimenta de esa sociedad, dura e insensible.
En uno de tus proyectos, usas tecnología de última generación, como impresoras 3D, para crear una pulsera. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Qué podrías contarnos acerca de este proyecto?
Siempre me ha parecido muy divertido, incluso más el proceso de estar modelando en 3D que la creación física en sí. Para la creación del brazalete empecé con Autodesk Maya, haciendo figuras geométricas sencillas, uniéndolas entre sí y deformándolas hasta que conseguí algo interesante. Después sólo quedaba imprimirlo, utilizando PLA, que es un plástico biodegradable procedente del almidón de maíz.
¿Qué opinas de los desfiles? ¿Crees que son totalmente necesarios —desde el punto de vista económico— para el posicionamiento y como manera de darse a conocer de los jóvenes diseñadores?
Los desfiles sólo son necesarios para quienes están establecidos en ese ámbito. Siendo joven hay muchas formas de posicionarse y darse a conocer, como pueden ser las plataformas nacionales e internacionales que premian el talento joven, ayudándoles económicamente y a establecerse. Otra forma de hacerlo es explotando la gran herramienta que supone internet y las redes sociales. Hacen que resulte mucho más fácil crear una identidad, todo depende de lo que busque cada uno.
El mundo de la moda se mueve con mucha rapidez, siempre hay alguien que innova y cuando pensamos que ya lo hemos visto todo, nos impresionan de nuevo. ¿Cómo ves tú el mundo de la moda en la actualidad? ¿Y cómo crees que avanzará en un futuro cercano? ¿Crees que la tecnología con impresoras 3D es el futuro de la moda?
La moda en la actualidad no es más que una industria. Hay demasiada producción y estamos demasiado expuestos a la saturación de diseño, por lo que acabamos perdiendo el interés general. El futuro de la moda lo decidirá el consumidor, confiando en una marca u otra, la cual deberá ser fiel a su nicho de mercado sin ninguna pretensión. La tecnología 3D queda lejos de ser el futuro de la moda, hay muchos diseñadores como Iris van Herpen que llevan utilizándola durante mucho tiempo, pero poco a poco se va adaptando al gran mercado, siendo utilizada por marcas reconocidas sobretodo para las suelas de zapatillas.
¿Crees que es difícil hacerse un nombre en el mundo de la moda hoy en día, y más aún en España? ¿Consideras que las jóvenes promesas deben mudarse a Milán, Londres o París para potenciar más su trabajo?
Sí, es especialmente complicado crear una marca propia. Una de las razones es el gran número de jóvenes que estudian diseño hoy en día, e influyen y condicionan muchos factores, especialmente el económico. Creo que es indispensable formarse y trabajar fuera de nuestro propio país para entender cómo funcionan las cosas de una forma más general, ya que el sector de la moda en España es una burbuja. Aunque, por otro lado y precisamente por esto, es quizá más fácil destacar.
Si te diesen la oportunidad de trabajar con un diseñador —vivo o muerto— o marca para una colección sería…
Me hubiese encantado trabajar con Cristóbal Balenciaga para entender cómo era la moda en esencia a principios del siglo XX.
¿Cuáles son tus proyectos futuros? ¿Dónde te ves dentro de 5 años?
Mi intención es seguir creando pequeñas colecciones cápsula con prendas limitadas mientras trabajo en la industria, tal y como me encuentro ahora. Y me encantaría verme en un futuro cercano con un buen trabajo en una marca y viendo que hay gente que se interesa por mi trabajo y mis creaciones.