Jordi Bernardó nos trae la exposición Si no, mañana, inspirada en el título Si no, el invierno, de la poeta Anne Carson, remitiendo a los poemas ‘invisibles’ de Safo. El fotógrafo nos plantea la necesidad de navegar la incertidumbre, interpretando los silencios y las señales, siempre a favor de la construcción de una nueva realidad. En sus obras vemos desde un teatro vacío, hasta una noria ya inutilizable, remitiendo siempre al rastro, a lo escurridizo de la belleza. Puedes visitar la exposición en la Galería Senda hasta el 8 de mayo.
Sobre el título de la exposición, se dice que Safo compuso nueve libros, pero solo nos ha llegado un poema entero. Del resto sólo hemos conseguido fragmentos, y Carson los recoge, traduce y reinterpreta en Si no, el invierno. La traducción de Carson ilumina las reflexiones de Safo sobre el amor, el deseo, el matrimonio, el exilio, y muchos otros aspectos de la condición humana. Bernardó remite a ambas para recuperar también fragmentos con los que construye una mirada al mundo, en el que el suelo ha comenzado a agrietarse. Desde ahí, rastrea la belleza, siempre huidiza, a través de las pistas que deja cuando se retira.
Las imágenes que conforman Si no, mañana están unidas por un hilo invisible: un cuestionamiento, que las ordena. Tratando de apuntar al surgimiento de una nueva realidad, en un momento de pérdida de orientación común. Todo arte que se precie como tal, no quiere ofrecer certezas, sino más bien hacer preguntas. Y el artista nos lanza algunas: ¿Cómo vivir? ¿Cómo habitamos el espacio?
El fotógrafo trata de hacernos ver la necesidad de vivir sin fijarnos tanto en nuestro errar, y tal vez desde ahí, con la duda y el asombro siempre en mente, poder continuar. Porque puede que el mundo se esté agrietando, pero nosotros seguimos aquí, en un cuestionamiento eterno de lo dado por cierto, de lo construido.
Las imágenes que conforman Si no, mañana están unidas por un hilo invisible: un cuestionamiento, que las ordena. Tratando de apuntar al surgimiento de una nueva realidad, en un momento de pérdida de orientación común. Todo arte que se precie como tal, no quiere ofrecer certezas, sino más bien hacer preguntas. Y el artista nos lanza algunas: ¿Cómo vivir? ¿Cómo habitamos el espacio?
El fotógrafo trata de hacernos ver la necesidad de vivir sin fijarnos tanto en nuestro errar, y tal vez desde ahí, con la duda y el asombro siempre en mente, poder continuar. Porque puede que el mundo se esté agrietando, pero nosotros seguimos aquí, en un cuestionamiento eterno de lo dado por cierto, de lo construido.