“Una letra no parece nada, es una cosa humilde, pero unida a otras forman palabras, y las palabras forman textos, y los textos, pensamiento”. Esta bonita frase resume a la perfección la sensibilidad de Jaume Plensa, quien ha trabajado sobre todo la escultura y la instalación a partir de estos pequeños símbolos que, casi mágicamente, constituyen el lenguaje. Hasta el 23 de julio, el emblemático edificio de La Pedrera acoge Jaume Plensa. Poesía del silencio, una retrospectiva del artista catalán que incluye alrededor de un centenar de obras desde 1988 hasta la actualidad.
Riadas y riadas de turistas se amontonan en las cuatro esquinas de Passeig de Gràcia con Provença cada día para tomar fotos a la fachada de La Pedrera, uno de los edificios más conocidos de Antoni Gaudí. Pero desde mediados de marzo, hay otro motivo añadido: las esculturas gigantes de Plensa que invaden el espacio público o que sobresalen de la terraza. Figuras humanas y rostros que observan al público, que están en pose fetal o de reflexión, con los ojos cerrados o atentos al movimiento incesante de la ciudad. Plensa lleva décadas investigando la figura humana a través del lenguaje, la poesía, la literatura y el alfabeto, sus mayores influencias a la hora de crear.
Amante del silencio y la intimidad, la obra de Plensa nos obliga a parar, callar, observar y pensar, todas ellas acciones casi revolucionarias en un momento social donde la hiperaceleración, el consumo incesante y la evasión mental están a la orden del día. El artista catalán habla del sueño, la música, el deseo y la familia en su obra, que ocupa toda la sala de exposiciones de La Pedrera así como los patios interiores, la entrada, la terraza e incluso la buhardilla. Una muestra ineludible para indagar más en la obra de Jaume, uno de los escultores más reconocidos del panorama internacional, cuyas piezas se han exhibido en eventos tan prestigiosos como la Bienal de Venecia.
Amante del silencio y la intimidad, la obra de Plensa nos obliga a parar, callar, observar y pensar, todas ellas acciones casi revolucionarias en un momento social donde la hiperaceleración, el consumo incesante y la evasión mental están a la orden del día. El artista catalán habla del sueño, la música, el deseo y la familia en su obra, que ocupa toda la sala de exposiciones de La Pedrera así como los patios interiores, la entrada, la terraza e incluso la buhardilla. Una muestra ineludible para indagar más en la obra de Jaume, uno de los escultores más reconocidos del panorama internacional, cuyas piezas se han exhibido en eventos tan prestigiosos como la Bienal de Venecia.