TBA21 y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza se unen en Inteligencia líquida, una exposición inmersiva para poner en crítica la situación de los océanos, promoviendo la comprensión del agua como transmisora de conocimiento a través del arte, y que puedes visitar hasta el 28 de enero de 2024.
Incubadora de investigaciones colaborativas, de producciones artísticas y de intervenciones medioambientales, TBA21 nos alienta a través del arte a mantener una relación más próxima con el océano y los ecosistemas acuáticos. Chus Martínez, comisaria de la exposición junto con Soledad Gutiérrez y María Montero Sierra, declaraba en torno a esta experiencia cognitiva: “Entender el océano como inteligencia líquida no solo nos permite cuidarlo y amarlo, sino que también exige que lo aceptemos como una entidad con agencia y capacidad para decidir y proponer futuros desde su propia perspectiva”.
Las piezas expuestas en Inteligencia líquida exploran la relación entre la naturaleza y el ser humano, siendo cada una de ellas una creación particular de ocho artistas internacionales. Lucas Arruda, Ana Mendieta, Jumana Manna, Anne Duk Hee Jordan, Sonia Levy, Beatriz Santiago Muñoz, Saelia Aparicio e Inês Zenha realizan un trabajo propio y singular que pone de manifiesto y refleja la interconexión entre el arte y la ecología. Para poder liberarnos de cualquier idea previa acerca de lo que vamos a experimentar, y desbancarnos de las explicaciones clásicas insertadas como tarjeteros, se nos presenta la muestra mediante una serie de cuentos, introduciendo ficciones acuáticas e interrelacionando los elementos.
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La artista coreana Anne Duke Hee Jordan empieza la muestra con su vídeo-instalación Ziggy and the Starfish (2016 - 2022). Esta serie de tres proyecciones nos produce una dicotomía entre las imágenes que observamos, propias de una clase de biología, y la música que escuchamos, que corresponde a una noche de lujuria en lo que podría ser Studio 54. Esta dualidad, según palabras de la artista, “explora la diversidad de la sexualidad en el mar y la influencia del cambio climático en la hidrosfera, representando la belleza, la singularidad, lo queer y el exotismo de las criaturas marinas”.
La dualidad está presente en todo momento, y así lo ha reflejado también Saelia Aparicio. Esta joven de Valladolid con residencia en Londres ha creado explícitamente para la muestra cinco obras escultóricas que confluyen entre roles discordantes, cuerpos híbridos y géneros fluidos. Estas figuras andróginas se apropian del espacio y desbordan los límites, creando una fluidez entre lo humano y no humano, lo material y lo etéreo. Las inquietudes y sueños de la artista son plasmados en estos personajes que nos acercan de manera íntima a ella, convirtiéndonos en partícipes de la acción artística, hasta el punto de poder vernos reflejados en ellos.
Como precursora de la relación simbiótica entre el ser humano y el entorno natural, la obra de Ana Mendieta recoge los principios en los que se basa esta muestra. Por este motivo se la reconoce como una pionera en el estudio y creación de esta disciplina, considerándose también una bisagra y el meridiano de la exposición. Sus dos obras expuestas reflejan a la perfección el comportamiento que deberíamos seguir con el medio acuático, respetándolo y abriendo nuestros brazos hacia él.
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We Marry You, O Sea, as a Sign of True and Perpetual Dominion [Te desposamos, mar, en señal de un verdadero y perpetuo dominio], 2023 de Sonia Levy, realiza el colofón final de la forma más reivindicativa posible. Esta carta de amor a modo de vídeo aborda la problemática de Venecia y su laguna ‘desde abajo’, con el objetivo de centrar la atención en los procesos biológicos sumergidos alterados de la ciudad, en lugar de dirigirla hacia su historia edificada, tantas veces ya narrada. Como espectador nos muestra de bruces el problema. La sala angosta y poco iluminada hace que seamos incapaces de alejar la vista de las proyecciones.
Con la duda de, ¿cómo puede una institución artística tener un impacto significativo frente a los principales problemas de nuestro mundo?, TBA21 ha ideado esta muestra con la intención de que nos cuestionemos la importancia que tienen los ecosistemas marinos para nuestra supervivencia humana. Recurriendo a la imaginación y la fantasía, los ocho artistas proyectan futuros posibles basados en la coexistencia de todas las especies. Tanto para ellos como para las comisarias, la inteligencia líquida refleja cómo el océano y los ecosistemas acuáticos poseen una entidad propia, y que, dejando de lado sus funciones utilitarias como facilitar el oxígeno y la vida, tienen su propia inteligencia y debemos valorarla.
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