Guillermo Lorca roza la perfección pictórica con sus trazos y virtuosismo. Con un estilo que evoca a los grandes artistas del Barroco, como Velázquez, Rembrandt o Caravaggio, el pintor chileno recrea escenas que parecen sacadas de un mundo paralelo al nuestro, llenas de animales exóticos como mandriles rosados o gatos gigantes, e incluso niñas con melenas de colores fantasía (“seguro los animes japoneses que veía influyeron en eso”, nos confiesa). Hablamos con él sobre su estilo y cómo lo ha desarrollado, sus referentes artísticos, y sus planes de futuro.
¿Siempre has tenido claro que lo tuyo es la pintura?
Para nada, siempre tuve dudas, incluso cuando me iba bien. La duda es parte constitutiva de la parte obsesiva de mi personalidad.
Supongo que ha existido una evolución desde que empezaste hasta que encontraste tu estilo personal. ¿Cómo ha sido este proceso de auto-descubrimiento artístico?
Es tremendamente duro, intenso, pero al mismo tiempo, muy interesante y emocionante. El camino que he recorrido ha sido tratando de conectarme profundamente con mis emociones por doloroso que sea.
Tus trabajos incluyen elementos perturbadores y relacionados con la tragedia, la precariedad humana, e incluso lo sádico o gore. ¿Qué es lo que te impulsa a reproducir esto en tus lienzos?
Tal vez porque eso logra hacer que algo reaccione en mí. Además de que la tragedia, la violencia o la muerte son muy atractivas para ser llevadas a la pintura, favorecen la poética si no se abusa de ellas. A pesar de ocupar estos elementos trágicos, también me gusta incorporar el tema de la belleza, la armonía, la ternura y el amor; se trata de esa eterna interacción entre elementos opuestos.
Tu trabajo se caracteriza, entre otros, por tu virtuosismo pictórico: los juegos de luces y sombras, el uso de los colores, etc. Y, además, usando unos lienzos muy grandes. ¿Cuánto tiempo te lleva hacer una pieza? ¿Cómo es el proceso desde que tienes la idea hasta que acabas una obra?
Me toma bastante tiempo, le doy muchas vueltas. Hay obras que termino en menos de un mes y otras llevan años en el taller, es muy relativo. Primero hay un proceso de definir lo que se va a pintar (tengo miles de imágenes de referencia), luego vienen los bocetos, producir fotos para referencias exactas, etc. Luego, la interpretación pictórica. Siempre estoy explorando tipos de pinceladas, veladuras, colores, cómo eternizar la imagen de la forma más elegante posible y rica en múltiples variables pictóricas.
Sin duda alguna, cualquiera diría que tus obras pertenecen al Barroco. ¿Qué es lo que más te llama la atención de este movimiento artístico e histórico que te ha llevado a imitar sus características más destacadas?
Ahora mismo estoy exhibiendo dos pinturas en el Venaría Reale de Turín junto a varios pintores del Barroco, y me sorprendió ver las grandes diferencias estilísticas –pensaba que eran menores. A veces depende del cuadro, eso sí. Las composiciones de los buenos pintores barrocos me interesan mucho, al igual que cierta estética del Rococó. No sé si es el Barroco en sí, más bien es un grupo de artistas que vivieron en esa época, como José de Ribera, Rembrandt y Caravaggio.
El Barroco se caracteriza por el vanitas o la naturaleza muerta. En ellas aparecían todo tipo de pájaros, peces, y demás animales que los pintores (europeos) encontraban en su entorno. Veo que tú, que eres chileno, has hecho tu propia reinterpretación de este movimiento con una fauna más exótica, añadiendo tus propios símbolos y personajes, no solo animales, sino también niños. Explícame por qué estos personajes y cómo ha sido esta reinterpretación de la que hablamos.
Para mí, los niños y los animales juntos me hacen sentido; se podría decir que sus ‘almas’ se parecen más. Es donde están las emociones más poderosas. Creo que los personajes representan distintas partes de nuestra naturaleza, como pasa con los cuentos de hadas, los mitos y leyendas. Pero de la misma forma que los relatos de la tradición oral, aquí no hay un plan consciente de qué significa cada cosa, pienso que hay bastante margen de interpretación.
Como tu estilo se parece al Barroco, puede que alguna vez hayan comparado tus trazos con los de Rembrandt o Velázquez. ¿Los podrías considerar tus referentes principales? Si no es así, ¿quién o qué es tu fuente de inspiración o modelo a seguir?
Velázquez fue un gran referente para mí en mis inicios. Diría que aprendí a pintar con un muy buen libro que tenía de su obra, con muchísimos detalles. Rembrandt me gusta más, cada vez que entro a un museo, lo veo a lo lejos y destaca de forma impresionante. Después de verlo, lo encuentro todo malo. Aunque no creo que actualmente sea mi referente principal, tengo demasiados referentes de todo tipo para darle tanto protagonismo a un solo artista.
Un detalle que me sorprende de tus pinturas es que, a pesar de que parece que pintes escenas muy clásicas, muchas veces están protagonizadas por niños/niñas adorables con melenas de colores fantasía como el rosa, el azul o el verde. ¿Es esta una manera para que tus obras se ‘vean’ o ‘perciban’ más contemporáneas, más actuales?
No es por esa razón. Nunca he intentado que parezcan de ninguna época en particular, solo pinto lo que tengo ganas de pintar. Los pelos de colores hacen que el personaje de la niña sea más lejana, se acerca a un ideal que tenía cuando era niño –seguro los animes japoneses que veía influyeron en eso. Me interesa que algunos personajes de niñas no sean de este mundo, que sean seres sin tiempo.
Viendo tu trabajo, me he fijado que hay personajes recurrentes a lo largo de los años. Como Laura, que desde 2011 hasta día de hoy ha vivido en tu tenebroso mundo de acrílicos y óleos. ¿Existe ella realmente? ¿Quieres trazar o plasmar su evolución? ¿La veremos convertirse en una mujer dentro de tu trabajo?
Como las niñas representan algo interno, a veces, algunos personajes adultos podrían representarla en otra faceta, pero no lo sé bien. Tengo la sensación que las niñas de los cuadros no crecen. Hay otros personajes más mundanos que interactúan con ellas.
¿Qué banda sonora le pondrías a tu última exposición, Animales Nocturnos?
La puse una en un video de registro que hicimos. Ocupé la intro de Tristán e Isolda, de Wagner.
Hablemos más de esta exposición, evidentemente protagonizada por toda clase de animales. Ha sido el resultado de un recopilatorio de obras que has ido haciendo a lo largo de los últimos cuatro años. ¿Qué destacarías de esta selección? ¿Con qué criterio has escogido unos cuadros u otros?
Casi todos los cuadros se conectan de alguna forma. Descarté los que no se acomodaban estilísticamente o por problemas logísticos. En general, en exposiciones grandes no me cuesta hacer la selección, ya que hay evolución y más para elegir. En una más pequeña hay que pensarlo más. A veces trato de ser más racional y pintar con un orden más práctico. Pero casi siempre me gana el instinto y pinto lo que ‘necesito’.
He visto que también participaste en una película de Marcela Said, El verano de los peces voladores, en el que encarnas el personaje de un pintor que parece ser un reflejo de ti mismo. De hecho, hasta se llama como tú, Lorca, y salen algunas de tus propias obras. ¿Es realmente así, una manifestación de tu persona en la gran pantalla?
Sí, fue una suerte de cameo, aunque con algunas características ajenas a mí para que se ajustara al guion. Tengo muy buena relación con Marcela. También apareció un cuadro mío en su última película, Los perros.
De cara al futuro, ¿qué tienes pensado? ¿Más cine? ¿Más niñas? ¿Animales primitivos en medio de la naturaleza?
Los cuadros van a salir solos, no es algo que fuerce. En general, va a haber una línea similar, ya que uno cambia lentamente como persona y la pintura refleja eso. Hay unas conversaciones para cooperar en cine, pero ante todo estoy concentrado para la internacionalización en serio de mi carrera este 2019. Voy a partir con fuerza en Londres.