Todas los proyectos empiezan con una idea, un bolígrafo y una hoja en blanco. En el estudio de diseño Gravina, las ideas surgen en las mentes de los cuatro diseñadores que, combinando sus puntos de vista, consiguen crear productos y experiencias en los que la fluidez es la insignia principal. Albert, Gennís, Oliver y Felipe se definen como pequeños pigmeos que, equilibrándose en los hombros de grandes gigantes, miran hacia el futuro a través de sus diseños cosmopolitas.
En primer lugar, ¿cómo surge la idea de crear un estudio colectivo?
La idea de crear un estudio surge en la universidad, donde nos conocimos. Siempre tuvimos ganas de trabajar juntos, solo necesitábamos una excusa y un poco más de experiencia para concretar el proyecto, aunque creemos que todavía lo estamos modelando. Supongo que es algo que nunca se acaba.
De todas las ciudades donde habéis desarrollado vuestra carrera, decidisteis que Barcelona fuese la sede del estudio. ¿A qué se debe esta elección?
Aunque solo Albert sea de Barcelona, todos habíamos estado viviendo y trabajando aquí. Después de juntarnos como estudio por primera vez en Dubai, era previsible y natural que acabáramos volviendo a Barcelona, ya que es una ciudad en la que nos sentimos muy a gusto. Además, es aquí donde tenemos nuestros amigos y ex compañeros de clase, con quienes siempre nos ayudamos mutuamente: desde buscar los primeros clientes a nuevos contactos para futuros proyectos. En consecuencia, creo que en el poco tiempo que llevamos hemos aprendido bien que conseguir buenos contactos es esencial para mantener una entrada constante de proyectos, y estar en Barcelona, rodeados de gente que conocemos, nos ayuda mucho a darnos a conocer.
Algunos de vosotros habéis vivido y trabajado en Italia, como por ejemplo en Milán. Gravina es una palabra de origen italiano, concretamente es una región y además significa ‘barranco’. ¿Es ese el motivo por el cual decidisteis el nombre del estudio, o se debe a otro factor?
En realidad Oliver es el único que ha vivido y trabajado en Milán, aunque también es verdad que Gennís estuvo en unos talleres en la región de Véneto, en el 2013. Quitando las coincidencias, el nombre Gravina viene de una calle del Raval. En la época de la universidad nos reuniamos siempre en un piso de esta calle, donde vivía Gennís, para tomar unas birras, hablar de temas aleatorios y de la idea de juntarnos para montar un estudio.
Aparte de los significados que comentas, Gravina es un apellido italiano que también lo tuvo un general de la armada española, pero está lejos de nosotros querer prestar homenajes a un general. Nos hacía gracia que fuera un apellido, ya que la gran mayoría de los estudios de diseño de producto llevan el nombre de su fundador y nosotros teníamos uno “inventado”, que en el fondo siempre tuvo para nosotros un significado de reunión e intercambio de ideas.
Tal y como explicáis en la presentación del estudio en vuestra web, vosotros trabajáis en diferentes áreas del diseño, ¿cómo se complementan en el proceso creativo de un producto?
Somos cuatro diseñadores, tres de producto –Albert, Gennís y Oliver– y yo, Felipe, que soy diseñador gráfico. Aparte de mi diferencia disciplinar, entre todos nosotros hay también diferencias naturales a la hora de buscar soluciones y de plantear un proyecto, sea de manera más formal o funcional. Somos muchos y es normal que pasemos mucho tiempo debatiendo, sobretodo cuando tenemos que sacar un concepto. Siempre decimos que si no fuese por el contraste de estas diferencias, nunca llegaríamos a un proyecto finalizado. Por tanto, creo que puedo decir que nos complementamos contrastando ideas: y aquella que pasa por esta especie de filtro se convierte en la correcta.
Las medallas ADI-FAD tienen como resultado un diseño que adquiere una nueva categoría desde el punto de vista de las capacidades sensitivas, ya que unen la vista, el tacto y el oído. Parece que la innovación es un elemento clave aquí, ya que dais un nuevo enfoque a un producto de origen milenario. En general, ¿cuáles son vuestros leitmotiv a la hora de diseñar un producto?
Hablamos mucho de democracia, de experiencias y de lo aburrido que puede llegar a ser, por ejemplo, una medalla. Democracia para llegar a más gente, que no necesariamente tiene que ser a través de productos. Para ello trabajamos mucho la forma de explicar lo que hacemos, cómo y por qué. Cuando estamos cara a cara con un cliente es común que no sepa lo que hace un diseñador. Intentamos plantear un problema y solucionarlo. No nos importa si para arreglar algo nos hace falta un médico. Si durante el desarrollo de un proyecto vemos que es necesario involucrar a más gente con conocimientos que no tenemos, lo hacemos. Así que más que innovar, creo que buscamos hacer que todo sea más fluido. Innovar fue una consecuencia para poder llegar a las medallas que queríamos hacer.
Desde un punto de vista más conceptual, las medallas constituyen un compromiso con los jóvenes, una ovación que los dirige hacia un futuro profesional lleno de éxito. Dado el contexto de precariedad laboral que existe en España en el ámbito de las artes y el diseño, ¿qué consejos les darías a los jóvenes que inician su carrera laboral en el mundo de la creación artística?
Me parece raro dar consejos, porque consideramos que aun estamos empezando, pero si tuviéramos que hacer algo, primero de todo les aplaudiríamos y les felicitaríamos por entrar en este grupo de jóvenes diseñadores que somos. En segundo lugar, les diríamos que no se olviden de estos aplausos. En las universidades nos enseñaron a diseñar en un contexto totalmente anacrónico y esto, sumado a la inexperiencia, hace que sea aun más difícil iniciar la carrera en el mundo laboral. Así que lo que hay que hacer es aprender con las caídas y seguir adelante. No desistir, por más romántico que pueda sonar. Esto es lo que estamos haciendo. A lo mejor las frases de toda la vida son de toda la vida porque tienen razón y siempre ha sido así. Dentro de unos años podremos confirmar si es verdad. ¡Esperamos que sí!
La silla Torii, por otro lado, ha sido inspirada por la caligrafía y la ilustración japonesa. ¿Cómo definiríais la experiencia del viaje como fuente de inspiración?
Torii viene de las ganas de trabajar la madera de forma industrial pero con la precisión de un artesano. Llegamos a la cultura japonesa buscando referentes. Desafortunadamente nunca hemos estado en Japón, aun, pero tenemos mucho aprecio a la forma con que trabajan los materiales y la capacidad que tienen de hacer mucho con poco. El nombre viene de la forma que dimos a la silla y de la manera casi espiritual con que queríamos que fuera trabajada la madera. Es más que nada un homenaje al material, a los artesanos y al objeto en sí.
En vuestra página web tenéis un blog llamado Acta Ilustrada, donde compartís no solo vuestro trabajo, sino también novedades y noticias sobre el mundo del diseño. ¿Cómo gestionáis este espacio concretamente? ¿Mostráis ideas que os sirven como referencia y inspiración para vuestro trabajo, o se trata más concretamente de mostrar una perspectiva global sobre el diseño actual?
Acta Ilustrada surgió inicialmente con la intención de ser un proyecto mucho más grande, que tenía como intención mostrar una perspectiva global sobre el diseño actual y, más concretamente, de mostrar el trabajo de jóvenes diseñadores como nosotros. La idea surgió porque vivimos cada día las dificultades de empezar un estudio de diseño, sobretodo en el contexto actual de crisis donde, por razones obvias, una productora prefiere seguir con sus diseñadores ya conocidos antes de arriesgarse a introducir en su catálogo nuevos productos de diseñadores menos visibles.
Lo que pasó con el proyecto es que vimos que se nos quedaba muy grande, y decidimos que una versión en forma de blog sería una buena manera de iniciarlo, además así abriríamos una vía rápida de diálogo constante con otros estudios o cualquiera que se interesara por nuestro trabajo, aunque fuera solo de manera visual.
En paralelo, empezamos un proyecto en conjunto con otros jóvenes diseñadores y estudios de producto de Barcelona. Aun estamos en fase de conceptualización, pero adelantamos que, desde hace un poco más de un mes, quedamos cada semana para discutir temas relacionados con las problemáticas actuales del diseño de producto en el contexto de crisis, tema que nos toca a todos muy de cerca. La idea es transformar estos encuentros en un evento aun no definido, pero que posiblemente contará con una exposición en la que nos está ayudando mucho el comisario Oriol Ocaña.
Volviendo al blog, una vez que todos subimos contenido en este espacio virtual, es inevitable que también acabemos por enseñar un poco de nuestras referencias y gustos personales. Podemos decir que Acta Ilustrada es un archivador de nuestros referentes y de proyectos de otros compañeros diseñadores y artistas que nos interesan.
Felicidades por el diseño gráfico de vuestra página en el libro X/I Volume V. Me ha recordado a la Bauhaus por las líneas depuradas y los juegos con la geometría en las palabras. ¿Cuál fue la fuente de inspiración para realizar este diseño? ¿Creéis que la historia del diseño os puede ayudar en la creación o tenéis una mayor tendencia al futuro, a la novedad? O bien, ¿se trata de un balance?
Muchas gracias, siempre nos alegra saber que a los demás les gusta lo que hacemos. La invitación para colaborar con el proyecto Ten Words and One Shot nos alegró y a la vez sorprendió un poco por tratarse de una colaboración estrictamente gráfica. Su realizador, Kevin Krumnikl, nos dio total libertad a la hora de diseñar la página y al principio nos costó un poco empezar.
Se trata de un proyecto que tiene muy presente el espacio de trabajo de un artista. A nosotros nos tocó Alison O'Daniel. Para organizar el texto y elegir el color amarillo de fondo nos inspiramos en sus obras y en la imagen que nos facilitaban de su espacio de trabajo, además de sus respuestas a una serie de diez preguntas.
En el caso de este proyecto llegamos a la geometría por culpa de la artista. Tiene un espacio organizado de manera curiosamente geométrica y a la vez contestaba a las preguntas de forma muy fluida y despreocupada, igual que sus obras. Pero sin duda la historia del diseño y del arte nos ayuda a la hora de crear cualquier cosa. Siempre miramos hacia atrás para entender cómo otras personas solucionaron el mismo problema o problemas similares. Lo consideramos un ejercicio fundamental.
Como siempre queda bien poner citas y aun no lo hemos hecho en esta entrevista, creo que podemos resumir todo en una frase de Bernardo de Chartres, muchas veces atribuida a Newton, que dice que “unos pigmeos subidos a los hombros de unos gigantes verán más lejos que los gigantes mismos”. Pues así nos vemos a nosotros mismos, pequeños pigmeos equilibrándonos sobre los hombros de otras generaciones.
¿En qué estáis trabajando en la actualidad?
Aparte del proyecto con otros jóvenes estudios y diseñadores de productos, estamos trabajando en conceptos de mobiliarios inteligentes, mochilas para llevar bebés, una marca de vino y experimentando con materiales, básicamente sacándolos de un contexto y trabajándolos para ponerlos en otro. Se trata de probar.
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