Cámara analógica en mano, Gorka Postigo afirma que la infancia transgénero existe, y nos lo muestra con una serie de fotografías que puede verse en la Fresh Gallery hasta este fin de semana. Bajo un fondo de naturaleza salvaje, retrata así a un total de veinte jóvenes transgénero que se abren frente al objetivo y deciden mostrarse tal y como son, sin tabúes ni prejuicios de por medio. La exposición acaba, pero el proyecto continúa. Esto es solo el principio de su lucha con el fin de dar voz al colectivo.
Te conocemos por tu trabajo como fotógrafo de moda. Tu nueva exposición es un proyecto muy diferente de lo que estamos acostumbrados a ver de ti. No partimos de estilistas, ni un gran equipo detrás propio de editoriales de moda. Cuéntanos, ¿qué es Presente-Futuro? ¿De dónde viene un nombre tan breve pero con tanta carga?
Presente-Futuro nace a raíz de una conversación con Topacio. Estaba subiendo fotografías de mi sobrina a Instagram y coincidiendo, ella subió la única foto que conserva de su infancia. Fue una reflexión sobre los niños transgénero que en pleno siglo XXI no tienen esa libertad. Se supone que tenemos todo conseguido y efectivamente te das cuenta que no. Por otra parte, quería contar algo más allá. El ochenta por ciento de mi trabajo son editoriales de moda y hay una parte de mí que no queda satisfecha. Digamos que estaba en busca de un tema, de algo que me llenara y me aportara. Era como una necesidad personal, una búsqueda. Y sí, ha sido algo muy diferente a aquello que estoy acostumbrado a hacer. Reconozco que al principio tenía pánico, no sabía cómo iba a enfrentarme a esto. Muchas veces recorría kilómetros yo solo con la cámara en la mano para conocer a familias que a priori no sabía como eran. Al principio me tensaba un poco, e intentaba forzar las cosas con excesos de recursos, hasta que me di cuenta que ni siquiera la fotografía era importante. Lo importante era que esta gente me estaba abriendo su vida, su intimidad. Y esto es lo que hizo que realmente mereciera la pena.
Nos dices que el proyecto surgió a raíz de una fotografía de Topacio, ¿podrías explicarnos un poco más? ¿Cómo es exactamente esa fotografía?
Esta foto es la que arranca la exposición. La expusimos junto a una de las fotos de mi sobrina, y son fotos tan diferentes que hicieron eso, que me movilizara, que me pusiese en contacto con muchas familias para poder descubrir estas vidas. Aunque realmente no es descubrir, es visibilizar algo que está ocurriendo de una manera más o menos silenciosa pero que consideramos muy revolucionaria.
La exposición engloba distintas fotografías analógicas en las que retratas la infancia transgénero, algo cruda pero bella y cargada de valor. Supone una crítica social y reclamas así la libertad y el apoyo externo. ¿Cómo ha sido retratar a gente tan joven pero a su vez tan audaz?
La verdad que ha sido bastante fácil y he aprendido mucho. No ha habido ningún momento dramático ni tenso. Todos han sido niños alegres, felices. Evidentemente no hemos querido preguntar a sus familias por las situaciones duras que han podido sufrir durante el tránsito. No era la intención, queríamos que fuera una celebración de diversidad y que disfrutasen. Empecé a fotografiar adolescentes trans, y esta es una fase que ya de por sí tiene una serie de cambios, por lo que puede ser más común. Pero cuando me enfrenté a María, la primera niña que fotografié, me sorprendí. Cuando ves la inocencia y la mirada de un niño con toda esta carga, verla en ese estado tan inocente y ver cómo sus familias hacen ese tránsito con ellos es impresionante. Para mí ha sido un regalo.
Escoges varios escenarios, desde exteriores que nos transportan a la España más castiza a interiores neutros, pero siempre los combinas con la naturaleza…
El tema de las flores es un tema muy recurrente, y no era algo que hubiera pensado de antemano. A la hora de montar la exposición y ver todos los trabajos en conjunto me di cuenta que estaba muy presente, incluso fotos únicamente de flores. Vi que también había un discurso ahí, que el hecho de que estuvieran rodeados de flores, de algo tan natural y tan bello, decía mucho de estos niños. Al fin y al cabo la naturaleza es imparable, y es como estos niños: hay algo de supervivencia y de inevitable, al igual que sucede en la naturaleza. Veías que se comportaban sin ningún tipo de pudor ante lo que pudiesen pensar los demás, y al fin y al cabo, eso es la naturaleza.
Hablamos de fotografías muy variadas donde reflejas a niños y niñas con perfiles diferentes y con un rango de edad muy amplio. ¿Cómo has conseguido encontrarles?
Principalmente he ido conociéndoles a través de asociaciones de familias de menores transgénero. Cada uno de ellos tiene una virtud, algo especial. Todos son niños alegres, divertidos, con ganas de vivir y disfrutar. Puedo decirte que una vez hacen el cambio son ellos mismos, niños con ganas de comerse el mundo y ser felices.
En tu perfil de Instagram podemos ver que fotografiaste la comunión de Ariel, una niña de etnia gitana. ¿Qué más puedes contarnos sobre su historia?
Ariel es como la suma de todos los prejuicios que uno puede tener. Es uno de los casos que salió en el programa Sexo Sentido y, bueno, ella es casi una celebrity dentro de los niños trans. Hablamos de una niña dentro de una familia de etnia gitana, donde se supone que la religión y los prejuicios pueden estar jugando en su contra. Pues todo lo contrario, era una familia divina del siglo XXI, que han sabido tratar y gestionar la identidad de género de su hija de una manera correcta. Me invitaron a la comunión de Ariel. Imagínate que alguien tan desconocido te invite a algo tan íntimo, me sentí totalmente privilegiado.
Retratas historias, aspiraciones y deseos de diferentes niños. Estos no consiguen disfrutar de su infancia hasta poseer el género con el que se sienten identificados, y hasta entonces nos encontramos en una situación total de frustración. Tras haber hablado con ellos y sus familias, ¿nace el problema generalmente por culpa un entorno repleto de prejuicios? ¿Tenemos claro el concepto de transgénero y lo que significa?
Total. Hasta que estos niños no viven de acuerdo al género que sienten como suyo son niños que no están bien. Por eso es fundamental un proyecto así, no por mis fotos, sino para que se visibilice. Es necesario que estos niños, su familia y su entorno sepan que esto existe. El problema viene cuando hay familias que no saben sobre el tema, no saben que hay asociaciones para ayudarlos. Recuerdo el caso de Quica, una niña super alegre. Su padre me enseñó sus fotos antes del cambio y era una persona completamente diferente, triste, que no sonreía ante la cámara. Me enseñó también un vídeo del primer día que sus compañeros de clase la recibían como Quica entre aplausos. Claro que mucha gente desconoce el concepto y todo lo que conlleva, pero con este tipo de proyectos podemos hacer que se visibilice y la gente conozca algo más.
Hace unas semanas, Topacio Fresh nos contaba en Queer Me Out, una charla realizada en Barcelona, que son muchas las personas que pasan por la exposición y os cuentan sus diferentes experiencias. ¿Alguna historia destacable que te haya marcado de manera especial?
Lo cierto es que yo no he estado tanto como ella. Hemos hecho encuentros en la galería, pero no he estado en el día a día. Topacio sí que ha estado ahí en el día a día y me ha contado infinidad de cosas. Imagínate la cantidad de casos que hay. Sí recuerdo el caso de un niño que compite en gimnasia deportiva, sus padres no estaban muy seguros del cambio por el tema de las competiciones. Nos contaban que bastante cruel es una competición, para que puedan utilizar algo más en su contra. Cuando vino a la exposición y a conocer el resto de casos, se acercó y me enseñó una foto compitiendo con anillas y me dijo que le encantaría que le fotografiase así. Imagínate. Algo tan intimo y tan fuerte emociona.
Una palabra recurrente en esta entrevista es ‘visbilización’ ¿Te consideras activista o más activista a raíz de este proyecto?
No me considero activista como tal, me siento aliado. Yo no puedo sentir lo mismo que un niño trans o incluso un familiar suyo. Por mucho que uno quiera empatizar, ayudar o ponerse del lado de un sector que es una minoría, uno no puede sentir lo mismo. Me siento aliado, responsable, simpatizante, pero no activista como tal. Tengo un enorme respeto, pero también un enorme desconocimiento. Los activistas tienen un discurso mucho más armado, yo simplemente lo que hago es hacer un acercamiento para ponerle cara y poder visibilizarlo. Muchas asociaciones me lo dicen, dentro del lenguaje inclusivo hay muchos matices que no siempre utilizo de la manera correcta. Desde la humildad digo que estoy aprendiendo, e intento hacerlo de la manera más prudente, pero no soy un experto.
Hemos leído que esta exposición supone el preámbulo de un libro que quieres publicar más adelante. ¿Puedes contarnos algo?
Exacto. La exposición acaba ahora pero el proyecto continúa. Presentamos el proyecto dentro del marco PhotoEspaña como una presentación y llamamiento a familias, y ha sido un éxito. La galería se ha convertido en un punto de encuentro donde se acercaban a Topacio a contarle sus historias, a preguntar, a saber más. De momento no hemos podido llegar a todas partes. Hemos fotografiado en gran parte de Andalucía, en Madrid y en Barcelona. Pero hay un montón de familias más con quien he contactado. Falta tiempo, pero ganas no. La idea es continuar y poder reunir las suficientes historias para tratar de hacer un retrato de lo que es ser hoy en día niño trans en España.
La exposición y tu próximo libro suponen un giro a tu trabajo y un nuevo horizonte. Cuéntanos, ¿planes de futuro? ¿Te gustaría continuar con algún proyecto de este tipo?
Sí, como te he dicho la idea es continuar retratando esta infancia y poder sacar un libro. Por supuesto, visibilizar y luchar por temas como este merece la pena.