Coge aire porque nos adentramos en el universo de Gabriela Sagarminaga a través de su Atelier. La artista y diseñadora vasca ha hecho suyo el uso de formas orgánicas y fibras naturales, respetando profundamente lo artesanal. Sus piezas desafían la frontera entre objeto y escultura con un pie en la tradición y otro en la experimentación. Gabriela nos explica su proceso para crear estos ecosistemas, recordando sus inicios en el arte y su vínculo con la moda en su último proyecto con Hermès.
Enhorabuena, Gabriela, por tu colaboración con Hermès; el recorrido de la tienda con tus piezas marinas es impresionante. Tu trayectoria siempre ha estado muy ligada a lo natural, pero recientemente has empezado a representar también formas animales. ¿Qué te llevó a elegir el Mediterráneo y sus criaturas como inspiración para este proyecto?
He querido trazar una corriente que viaja entre el mar y la montaña, una historia de metamorfosis inspirada en el Mediterráneo. Tracing the Sea conecta con las profundidades del inconsciente, con lo sugerido y lo misterioso. El paso por la flagship de Hermès en Barcelona debía ser transformador, una elegancia que primero se oculta y luego se revela.
Mi inspiración principal ha sido el Mediterráneo y en particular la posidonia, la gran arquitecta del mar, una planta colectiva que lleva más de cien mil años creciendo y replicándose, albergando en sí misma un ecosistema entero. En este universo Hermès-posidonia evocamos el Bosque de Neptuno. Como en un viaje submarino, cada movimiento revela pequeños tesoros con piezas de la Maison que, al igual que la fauna y la flora marinas, cambian para habitar un nuevo entorno en un despliegue de adaptación y creatividad. Barcelona como capital mediterránea y ciudad modernista comparte valores profundamente ligados a mi práctica, reflejando la armonía entre arte, naturaleza y arquitectura.
Mi inspiración principal ha sido el Mediterráneo y en particular la posidonia, la gran arquitecta del mar, una planta colectiva que lleva más de cien mil años creciendo y replicándose, albergando en sí misma un ecosistema entero. En este universo Hermès-posidonia evocamos el Bosque de Neptuno. Como en un viaje submarino, cada movimiento revela pequeños tesoros con piezas de la Maison que, al igual que la fauna y la flora marinas, cambian para habitar un nuevo entorno en un despliegue de adaptación y creatividad. Barcelona como capital mediterránea y ciudad modernista comparte valores profundamente ligados a mi práctica, reflejando la armonía entre arte, naturaleza y arquitectura.
¿Te esperabas colaborar con una firma como Hermès? ¿Cómo te llegó esta propuesta?
Recibí la invitación de Hermès para interpretar su universo bajo el tema del año, el dibujo. A partir de ahí inicié un proceso creativo y de investigación que me llevó a trazar esta intervención.

¿De qué manera dialogas con los espacios en los que expones tus piezas? Seguro que es algo esencial a la hora de plantear cada proyecto.
Siempre concibo las intervenciones en relación directa con el lugar donde van a estar expuestas. Podrían trasladarse a otro escenario, pero ya no tendrían el mismo sentido ni el mismo impacto. Para mí cada proyecto es único: me interesa experimentar y lograr que el espectador perciba todo el potencial que ese espacio puede transmitir. Aplico esta misma lógica a los materiales con los que trabajo y a las personas con las que colaboro. Siempre busco que sean singulares y que tengan un sentido profundo dentro del proyecto, ya sea por la maestría, la proximidad o la calidad que aportan.
En el caso de Hermès, ¿cómo influyó el espacio de la tienda y su terraza a la hora de conceptualizar el proyecto y desarrollarlo? Por ejemplo, ese calamar gigante que vemos en la terraza no podría estar en muchos sitios más por el espacio que ocupa.
Pensé la intervención como un todo, una historia que comienza en los suntuosos escaparates verticales de la entrada y culmina en el jardín. La corriente guía al espectador: el magnetismo de los escaparates lo atrapa y lo sumerge en un relato de secretos y transformación. El calamar simboliza lo líquido y cambiante; el pez espada encarna al guerrero que atraviesa el Mediterráneo. En el interior, el fondo marino se despliega con estrellas, bancos de peces y morenas que marcan el camino hacia el jardín. Allí, corales vibrantes, inspirados en la colorimetría de las alfombras, custodian la salida, mientras peces voladores con alas de seda estampadas en cartografía celeste acompañan la travesía. Al salir, los elementos arrastrados por la corriente adquieren otra escala y otro sentido: estrellas, corales y calamares emergen como criaturas de otro planeta.
¿Cómo funciona este proceso de creación cuando trabajas con un cliente? ¿Partes de un briefing inicial o tienes libertad absoluta desde el principio?
Cada cliente plantea un escenario distinto y adapto mi implicación según lo que se requiera. Lo esencial es que el resultado final sea único, inesperado y lo más logrado posible.
“Siempre he tenido una mentalidad impulsora: me apasionan los desafíos y el taller se ha convertido en un verdadero laboratorio de experimentación.”
Te formaste en la INEDI de Bilbao, en la reconocida Central Saint Martins de Londres y también hiciste un máster en ESIC. Haber pasado por contextos tan distintos seguro que te dio perspectivas muy variadas. ¿Cómo viviste esa etapa de formación y en qué medida influyó en tus objetivos como diseñadora?
Aprender siempre ha sido un regalo para mí, y sigo formándome cada día para mejorar. De aquellos años guardo el recuerdo de mucho trabajo, pero también de una gran libertad creativa y de constante exploración. Esa etapa sentó las bases de lo que sigo haciendo hoy.
El diseño me enseñó a concebir y construir volúmenes, a trabajar con textiles y a mantener una disciplina creativa. Son técnicas que continúo aplicando ahora en diálogo con las fibras vegetales y con el diseño de espacios. Esa mezcla entre rigor, exploración y materialidad define gran parte de mi práctica actual.
El diseño me enseñó a concebir y construir volúmenes, a trabajar con textiles y a mantener una disciplina creativa. Son técnicas que continúo aplicando ahora en diálogo con las fibras vegetales y con el diseño de espacios. Esa mezcla entre rigor, exploración y materialidad define gran parte de mi práctica actual.
Cuando trabajabas en la industria de la moda, ¿qué rol tenías exactamente? ¿Qué descubriste en ese proceso de crear tu propio atelier? ¿Ves posible retomar la moda en algún momento o crees que tu camino está ya definitivamente en otro lugar?
Me atrae la moda en su faceta más creativa, entendida como un producto de calidad, bien hecho, con un enfoque artesanal, cultural y altos estándares de durabilidad. En algún momento, nuestros caminos se volverán a cruzar, de manera inesperada, como ocurrió recientemente con Hermès.
Viajaste seis meses por América Latina con tu proyecto Da un giro, entrevistando a comunidades y empresas que trabajaban por el bien común. ¿Cómo influyó esa experiencia en tu trayectoria y crees que sin ella habrías llegado al punto en el que estás ahora?
Aquella experiencia me permitió desarrollar mi sensibilidad humana y medioambiental. Fue un momento clave en el que empecé a sentar las bases de mis valores como persona adulta y como creadora. Desde entonces he construido mis principios sobre el respeto, la creación y la intención de generar un trabajo que despierte nuestra conciencia y devuelva la naturaleza a los entornos urbanos.

¿Cuándo decidiste trabajar con fibras naturales y cómo se convirtió en el eje de tu lenguaje artístico? ¿Fue antes o después de descubrir el esparto que crece en la zona de Atocha, en Madrid?
Fue después de descubrir el esparto. Este material me pareció la expresión mínima de un elemento natural, casi como un hilo. A partir de esa visión de descomposición empecé a construir una práctica que con el tiempo ha crecido enormemente. Antes de conocer el esparto, ya había desarrollado una línea de investigación sobre técnicas artesanales históricas, siempre con la intención de aplicarlas y transformarlas en un contexto contemporáneo.
¿Hay algún otro material con el que quieras experimentar y aún no lo hayas hecho? ¿En qué te basas para escoger esas fibras vegetales?
En mi intervención para Hermès trabajé con cueros y sedas de la Maison junto a materiales naturales y nobles: fibras vegetales, porcelana, cal texturizada con arena, pan de oro y plata. Estoy en un momento de apertura en el que quiero seguir incorporando más elementos a nuestras creaciones.
Han pasado ya ocho años desde la creación de Sagarminaga Atelier. Empecé trabajando en la cocina de la casa de mi padre, recién llegada de Medellín, Colombia. Después pasé a un pequeño taller de apenas cinco metros cuadrados en mi propio hogar. Hoy el estudio ha crecido, somos varias personas trabajando mano a mano, con más cabezas y más manos que aportan tanto valor. Siempre he tenido una mentalidad impulsora: me apasionan los desafíos y el taller se ha convertido en un verdadero laboratorio de experimentación.
Han pasado ya ocho años desde la creación de Sagarminaga Atelier. Empecé trabajando en la cocina de la casa de mi padre, recién llegada de Medellín, Colombia. Después pasé a un pequeño taller de apenas cinco metros cuadrados en mi propio hogar. Hoy el estudio ha crecido, somos varias personas trabajando mano a mano, con más cabezas y más manos que aportan tanto valor. Siempre he tenido una mentalidad impulsora: me apasionan los desafíos y el taller se ha convertido en un verdadero laboratorio de experimentación.
¿Qué podemos esperar de Sagarminaga Atelier en los próximos años? ¿Hay algún camino o proyecto en especial que quieras seguir junto a tu equipo?
Me gustaría que el Atelier conserve siempre la capacidad de sorprender y de ir más allá de los límites. Que siga creciendo cada día. Mi visión es seguir comunicando la naturaleza como punto de partida para imaginar entornos más prósperos y revelar el inmenso potencial de los recursos naturales. De cara al futuro, me interesa continuar explorando nuevas aplicaciones de las fibras y de otros materiales nobles, y abrir caminos donde artesanía, arte y diseño se entrelazan para dar lugar a proyectos singulares.











