Las flores son una orgullosa afirmación de que un rayo de belleza puede ser más potente que todas las utilidades del mundo, y así lo demuestran desde Flowers by Bornay. Allí trabajan con sumo detalle dedicándose a cuidar la magia latente de estos arreglos y es por eso qué podríamos definirlos como floristería de alta costura. No es para menos, pues entre sus clientes se encuentran marcas como Hermès, Louis Vuitton, Loewe o Burberry.
Los diferencia su técnica de spray, que les brinda una óptima y casi infinita paleta de color. Cada elemento cuenta y construye parte de la historia, de modo que optan por obviar usar hojas o flores como relleno. Cada detalle debe merecerse el protagonismo. “Nuestras composiciones, ayudándonos en sus formas y colores, quieren evocar una vivencia personal. Intentamos plasmar con las flores un frame de una película, un cuadro, un extracto literario o incluso una canción”, explican. En Bornay, los sentimientos se modulan con recuerdos. En saber recrear esos recuerdos a través de las flores es dónde está el reto.
Logran establecer un lenguaje visual que les define tanto por su creatividad como por su capacidad de adaptación, llegando hasta a versionar cuadros de Vincent Van Gogh o Henri Matisse y protagonizar así un libro de arte. El enfoque reflexivo y conceptual, en equilibrio con la tradición, resulta en un producto complejo y por ello, único. “A nosotros la tradición, entendida como metodología, nos da cordura ‘estética’. Si no hay tradición, ya sea en la técnica empleada, en los elementos seleccionados o en su combinación, los trabajos no tendrían el guion que buscamos e incluso parecerían confusos”, nos cuentan. Por último, nos dejan una sabia recomendación de cara al año que viene: “¡color linen!”
Logran establecer un lenguaje visual que les define tanto por su creatividad como por su capacidad de adaptación, llegando hasta a versionar cuadros de Vincent Van Gogh o Henri Matisse y protagonizar así un libro de arte. El enfoque reflexivo y conceptual, en equilibrio con la tradición, resulta en un producto complejo y por ello, único. “A nosotros la tradición, entendida como metodología, nos da cordura ‘estética’. Si no hay tradición, ya sea en la técnica empleada, en los elementos seleccionados o en su combinación, los trabajos no tendrían el guion que buscamos e incluso parecerían confusos”, nos cuentan. Por último, nos dejan una sabia recomendación de cara al año que viene: “¡color linen!”