En su debut como directora de cine con la película Un mal día lo tiene cualquiera, Eva Hache nos abre las puertas a un caótico mundo donde el humor se encuentra con la acción y el suspense, convirtiéndose en guías de este particular arco de histeria. Un film con guion original de Jelen Morales, producida por Álex de la Iglesia y Carolina Bang y protagonizado por Ana Polvorosa. En esta charla exclusiva, la humorista que ha conquistado el mundo del entretenimiento con su elocuencia comparte experiencias de su carrera, revela el proceso detrás de la película y reflexiona sobre la importancia de manejar su propio tiempo.
La carrera de Eva despegó con fuerza después de ganar el certamen de El club de la comedia, convirtiéndose rápidamente en omnipresente en el mundo del humor. Sin embargo, el éxito y la demanda constante comenzaron a pasar factura. Eva nos lleva a través de esos agitados días cuando era “la mascota” de la comedia, saltando de proyecto en proyecto con una intensidad implacable. “Trabajaba de lunes a domingo, incluso un par de días iba a pilates. No sé por qué. Iba muerta, y eso fue durante un año entero”, comparte.
Su apretada agenda y la presión constante la llevaron a cuestionar la sostenibilidad de ese ritmo de vida. Fue en este punto cuando decidió tomar el control de su tiempo y escoger un solo proyecto, Noche Hache. “Fue un poco como lo de la película, no tenía pensado nunca presentar un programa o un late. Yo vivo muy a salto de mata y me gusta mucho respetar mi tiempo, no me hubiera metido nunca en algo tan grande”, confiesa. “Pero como la gente lo tenía tan claro y yo también confiaba mucho en la productora, decidí aceptar. Pero no hacer más proyectos, quedarme solo con este”.
“Si yo no controlo mi tiempo libre, nadie lo va a tener en cuenta”, reflexiona Eva. “A partir de ahora, voy a decidir yo. Fue cuando empecé a respetarme”, confiesa. La decisión no solo le permitió evitar el agotamiento personal sino también abrir la puerta a nuevas oportunidades creativas. Y desde el pasado viernes 26 de enero, podemos ver uno de esos resultados en la gran pantalla. Porque un mal día lo puede tener cualquiera, pero no cuando se habla con Eva Hache.
Eva, tu enfoque multidisciplinar es evidente en tu carrera, donde la curiosidad por aprender supera la seguridad de quedarse en una sola área. ¿Puedes hablarnos sobre las ventajas de no limitarse a elegir un camino único?
Es que claro, desde pequeños nos dicen que tenemos que decidir, que tenemos que elegir, y que si luchas lo consigues. Y eso es una patraña. Una cosa y luego ya, sí hay tiempo, las demás. Hay que aprender todo lo que se pueda. Yo creo que también va mucho con lo que pasa en la película. Te aferras a algo, pero si vienen golpes por donde no te esperas, es fácil no saber esquivarlos. He tenido el privilegio de decir que no a cosas que no me gustaban o en las que no creía –no todos tienen esa libertad–. Mucha gente se tiene que aguantar con lo que hay.
El miedo al cambio es una barrera común. ¿Cómo lo enfrentas, especialmente en un mundo precario donde la estabilidad es escasa?
Efectivamente, el miedo al cambio hay que quitárselo de encima. Antes podías aferrarte a una oposición o a un contrato fijo, pero ahora, ¿quién tiene seguridad? Nadie. Por eso creo que lo importante es aprender a culebrear, a moverse con flexibilidad.
Quisiera que nos adentráramos un poco en tu relación con el mundo del cine. ¿Podrías hablarnos sobre tu imaginario y tus referencias en este ámbito?
Mira, he visto de todo, no tengo una especial predilección. Pero sí me encanta la comedia clásica de Hollywood, los años dorados con Lubitsch, Roger Corman… Me parece de una belleza que disfruto mucho. Puedo volver a ver La fiera de mi niña y pasármelo pipa. También me gustan Berlanga, Cuerda, Almodóvar. Y luego, me veo cualquier cosa, siempre he disfrutado de películas raras, sin prejuicios.
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¿Cómo influyó esa diversidad en tus gustos cinematográficos?
Me encantaba ir al cine sin saber qué vería. No quiero sinopsis ni género. Aunque a veces ves películas que no te gustan, esa apertura me ha permitido descubrir muchas joyas. En Valladolid, donde estudié, en los cines Casablanca, veíamos películas independientes, cosas que no se ven normalmente y te hacían abrir otros caminos.
¿Qué te motivó a decir que sí a dirigir Un mal día lo tiene cualquiera?
Que Álex es muy contundente en sus ofertas. Me dijo: quiero que la dirijas tú. Al principio me pareció muy osado porque no había dirigido ni un corto. Pero él me aseguró que pondría a todo su equipo a mi disposición, que sería una experiencia profesional sin problemas. Como Álex habla claro, en la misma llamada le dije, venga, pues, ya está. Carolina, la productora, me escribió al par de horas diciendo, qué bien que te atrevas. Y pensé que sí, es un atrevimiento, pero una vez que digo que sí no suelo echarme atrás.
Conociéndote, antes de ver la película, tenía la impresión de que podría ser una especie de cine quinqui, algo como Navajeros del acueducto. Sin embargo, al final, me sorprendió una interesante fusión entre humor y acción con tintes de tensión. ¿Cómo influyeron tus experiencias, especialmente en televisión, en la elección de dirigir la película y abordar esa mezcla de géneros?
Algo de quinqui también tiene (risas). Siempre fui la presentadora que rompía con el estereotipo, no iba de florera ni buscaba la imagen típica de señorita. En televisión noté que no hay nadie que te dirija, te contratan por ser tú misma, pero existe un protocolo no escrito que juega con la imagen de la mujer inocente.
En cuanto a dirigir, antes de la pandemia había pensado en teatro y en mezclar comedia y terror en un espectáculo, me atraía esa tensión que rompe con una carcajada y no con un susto. Cuando leí el guión de Un mal día lo tiene cualquiera, pensé que era dificilísimo, pero también abrumadoramente emocionante. Durante el rodaje, a pesar de mi falta de algunos conocimientos técnicos, contábamos con un equipo impresionante que siempre estaba dispuesto a darme un consejo y ayudar, aunque no te voy a engañar, a veces me sentía insegura de mis decisiones. Al final, esta mezcla de comedia y tensión en la película refleja mi interés por los nuevos desafíos y por romper con ciertas expectativas preconcebidas.
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Me gustaría adentrarme en la construcción del personaje protagonista. Al ver la película, noté un viaje simbólico pero también tangible. Cada parte de ese viaje parecía compararse con ciertos arquetipos. El momento de Sonia y su presentación con el marco de la tesis me dio la impresión de representar una polaridad negativa del ermitaño, alguien alejado del mundo, intelectual y obsesionado con el control. ¿Cómo abordaste la construcción de este personaje, y cómo llegaste a Ana Polvorosa? Además, la protagonista es de Segovia. ¿Tiene algún vínculo personal contigo este personaje?
Al concebir a Sonia, visualicé a una mujer con una belleza clásica y aparente equilibrio, listo para ser desafiado y roto, pero es una mujer que está sola. Esto me hizo pensar que es lógico que todos busquemos la seguridad y que todos busquemos nuestro lugar. De hecho, yo envidio mucho a la gente que es de su pueblo y vive a gustísimo ahí y tiene el mismo trabajo, yo no me siento arraigada a nada, a ningún sitio. También porque de pequeña viví en varios lugares distintos. La elección de Ana Polvorosa fue esencial para transmitir esta dualidad.
Pensando en mi relación con el personaje, a veces no doy lugar a la sorpresa porque cuando llego a algún sitio hago como que ya he estado. Intento camuflarme con el entorno, con la gente, y esto me da una sensación de control (aunque falso) que veo en el personaje de Sonia. Soy ordenada porque como elegí una profesión muy cambiante tengo que serlo, pero también disfruto de la incertidumbre. Llevo ya casi catorce años siendo madre, cuando se mete un agente extraño en tu casa, que tiene su propia idiosincrasia y su propia vida, al final aprendes a pasar también de lo que no es tan importante y a darle orden al caos, pero no a controlarlo.
Hablemos del escenario principal de la película, la noche, una jungla de oportunidades completamente alejada de las lógicas del día donde se pueden dar multitud de situaciones, pero que también guarda relación con el arquetipo del juicio, como momento de revaluación y también de toma de decisiones significativas.
La noche, sinceramente, me fascina. He sido muy zascandila y he terminado en lugares inesperados movida por mi curiosidad y ese gusto especial que siento. ¿Sabes? Disfruto del hecho de saber que la ciudad duerme, que la gente descansa, mientras yo estoy despierta. Hay algo intrigante en ello, me siento muy cómoda en ese ambiente.
Aunque podría encontrarme con la misma gente durante el día, no es lo mismo. No los ves, no los percibes de la misma manera. Además, la energía es diferente porque no hay una responsabilidad clara, no importa si son las tres y media o las cuatro menos cuarto, tienes la oportunidad de ver más, incluso en la oscuridad. Estás más receptivo a las experiencias. Sonia, el personaje, necesita esa conexión nocturna. Necesita que le ocurran cosas porque tiene que volver a casa, recuperar sus llaves.
Me gustaría comentar un concepto muy presente en la película, la huida hacia adelante.
La huida hacia adelante es algo que creo que todos experimentamos en algún momento. En este caso, Sonia se encuentra en un momento crítico de su vida, lidiando con la necesidad urgente de recuperar las llaves de su casa. Aunque a primera vista podría parecer egoísta o aislada, es importante considerar el contexto. Imagina que todo hubiera salido bien, que hubiera seguido la rutina diaria, levantándose, arreglándose y yendo a la universidad con su tesis. Tal vez, en otro escenario, se hubiera permitido desconectar y desmadrarse por la tarde. Pero en este momento está en una especie de huida hacia adelante, enfrentándose a los cinco años de dedicación a la preparación de una tesis, algo que puede ser bastante agotador.
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 ¿Todo lo que piensas tú son ilusiones?
(Risas) No, no todo lo que pienso son ilusiones. Pero soy consciente de que algunas de mis ideas pueden tener tintes fantasiosos. Soy una persona bastante disociante. Aunque pueda parecer lo contrario, tiendo a tomarme la vida con calma. Incluso cuando trabajo mantengo un enfoque empírico. A veces la gente asume que soy hiperactiva, pero en realidad encuentro formas de estar en reposo cuando es necesario.
Nuestra profesión requiere mucha energía. Aunque trabajo intensamente, sé medirme y reservarme momentos de descanso, evitando agotarme. Algunas personas no pueden parar. Por ejemplo, hay quienes llenan sus ratos libres creando diecisiete TikToks. Eso sí que es una forma de huida. En mi caso me encuentro bien y, cuando no trabajo, me siento feliz y disfruto de un merecido descanso. Es importante no caer en la trampa de la sobreproducción, esa idea de que debes estar constantemente ocupado para sentirte realizado. La presión de pertenecer a un sistema y la preocupación por la imagen que proyectamos son trampas de las que debemos liberarnos. Precisamente esta canción de los Chichos encapsula muy bien esta reflexión de caer en la trampa en la película.
Hablemos un poco de lo complicado que resulta encontrar mujeres en una producción de cine y la importancia que tiene. Sé que Carolina, que es productora también, tenía este objetivo. ¿Puedes compartir tus experiencias al respecto?
De entrada, contar con una guionista mujer es muy significativo. Una mujer que escribe la historia de otra mujer es finalmente una narrativa femenina que no está filtrada o interpretada por un equipo mayoritariamente masculino. Es un cambio muy importante. Antes era común que yo interpretara monólogos escritos por hombres cuando presentaba El club de la comedia y había momentos en los que decía, no, por aquí no, esto jamás lo diría yo.
La producción estuvo liderada por mujeres, desde la guionista hasta la productora, la montadora, la jefa de vestuario, la directora de producción, técnicas… La experiencia fue liberadora, trabajando con mujeres profesionales y resolutivas. Es un regalo no tener que lidiar con protocolos no escritos que, inconscientemente, podrían generar distracciones. Por ejemplo, a veces cuando soy directa, la gente piensa que estoy enfadada, pero es solo mi forma de ser eficiente y no perder tiempo.
También tuvimos una compositora mujer, y trabajar juntas fue increíble, sin complicaciones ni necesidad de definir una relación. Esto fue especialmente valioso, ya que muchas veces las dinámicas masculinas actúan como filtros a resolver antes de avanzar en la colaboración.
En esta última parte de la entrevista planeaba preguntarte sobre tus planes para el futuro. Sin embargo, dado que estábamos explorando los arquetipos, para darle un giro interesante a la conversación, he traído las cartas del tarot y me gustaría que seas tú quien pregunte por el futuro. ¿Qué te gustaría saber?
Solo me han leído las cartas una vez en la vida, ¡me hace mucha ilusión! Me encantaría saber cómo le va ir a la película después de su estreno.
El Mago, el Demonio y la Muerte. En esta lectura se sugiere una fase emocionante y transformadora para la película y para ti. El Mago, al manifestar la aplicación hábil de destrezas creativas, apunta a una base sólida y bien construida para el proyecto. Este arcano representa la creatividad en acción, indicando que el equipo ha desplegado sus habilidades de manera efectiva.
El Demonio, por su parte, revela un disfrute apasionado por parte del público. Esta carta insinúa una conexión emocional intensa con la narrativa y los elementos visuales de la película, sugiriendo que la audiencia se verá envuelta y cautivada por la obra.
La carta de La Muerte en esta lectura podría interpretarse como una representación simbólica del proceso de transformación y evolución en tu carrera. Su presencia sugiere que, después del lanzamiento de la película, habrá un cambio significativo en tu percepción y trayectoria. Indica la necesidad de dejar atrás lo viejo para dar paso a lo nuevo.
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