Que con cada minuto que pasa el deterioro medioambiental que sufre el planeta es incalculable no es un secreto para nadie, pero aun siendo una realidad de la que todos somos conscientes, decidimos hacer oídos sordos, mirar hacia otro lado y pretender que no somos parte del problema. Hace unos días, en el puerto de Arenys de Mar, tuvimos la oportunidad de presenciar de primera mano cómo los barcos retornan del mar no solo con kilos de peces, sino también con kilos de basura que yace en el lecho marino. Estos barcos y sus dueños hacen parte de la iniciativa Upcyling the Ocens de Ecoalf, con la que se comprometen no solo a limpiar los océanos, sino también a concientizar a la sociedad sobre el daño que hace nuestra falta de empatía.
Desde su creación en 2009, la marca española Ecoalf ha tenido muy claro la ruta y mentalidad ecológica que marcaría el curso de los años venideros y la que conformaría la misión y visión de la empresa, y tras ya más una década de evolución y contribución al medio ambiente puede decirse que esa forma de pensar y de actuar está más arraigada que nunca. La razón de ser de la firma se hace manifiesta en el proyecto Upcycling the Oceans, el cual desde el 2015 crean nueva vida a partir de los desechos, una iniciativa en la que el impacto es tan grande, como lo es el esfuerzo de todas las partes implicadas por llevarlo a cabo de manera consciente y sostenible.
En más de setenta puertos a lo largo del Mediterráneo, en cuatro países, específicamente España, Francia, Italia y Grecia, miles de barcos y pescadores han decidido formar parte de manera completamente voluntaria de este proyecto, en el que en sus jornadas laborales, aparte de pescar peces, pescan basura. Cientos y cientos de kilos que yacen en el fondo del mar y que la sociedad en tierra piensa que no existen por el simple hecho de no ser evidentes a la vista, son recuperados a diario del que podríamos llamar el vertedero más grande del mundo, nuestros océanos. Solo el año pasado 365 toneladas fueron recuperadas como parte de este proyecto, el cual desde su creación ya suma 1500 toneladas de basura, y contando.
En el puerto de Arenys de Mar, uno de los tantos que hacen parte de esta comunidad, se encuentra Miriam Artacho, patrón de pesca o basurera del mar, como ella misma se describe, quien a pesar de llevar años recolectando desechos en el mar, no deja de sorprenderse a diario con la cantidad y el tipo de elementos que captan sus redes. Desde urnas con cenizas, botes de fragancia metafóricamente en forma de concha o frascos de productos de belleza del siglo pasado hasta globos de feria, vallas publicitarias de ayuntamientos o lavadoras. Al ver los contenedores amarillos repletos de nuestra basura mezclada con el olor y el ecosistema del mar, es imposible evitar preguntarse si seriamos capaces de deshacernos de todo esto en la puerta de nuestras casas. No lo creo.
Esta basura, en su gran mayoría plásticos, pasa de ser un problema a hacer parte de la solución al caer en las manos adecuadas. El 10% de lo recogido es destinado a Ecoalf, donde a través de una serie de procesos transforman el PET en el bien llamado hilo de mar, con el que producen las prendas, accesorios y calzado de gran calidad por el que todos conocemos a la marca. El porcentaje restante se reparte con distintos propósitos, desde investigación hasta la producción de nuevos productos reutilizables. Durante el recorrido por el puerto, Miriam recuerda una frase escrita en las alcantarillas de Andorra, donde a pesar de su lejanía con el mar, parece existir una conciencia inexistente en lugares donde convivimos con él a diario. “No lo tires, el mar empieza aquí”. Y así es, el mar empieza en nuestras casas, en nuestras calles, en nuestras manos reside la responsabilidad ¿preservar o contaminar?