Un año más, Dominnico se reafirma como el enfant préféré de la moda catalana. Basta con observar las largas colas que serpentean fuera del recinto que no son solo una señal de su éxito, sino un símbolo de la comunidad que ha cultivado. Con sus nueve años de carrera, Domingo Rodríguez Lázaro ya es un referente consolidado. Y su paso por 080 temporada tras temporada así lo demuestra. El espectáculo comienza mucho antes del desfile, precisamente en la cola, donde tanto los fans como no tan fans lucen sus looks con entusiasmo. Esa es precisamente una de las cosas que lo distingue: su talento para crear un espacio donde todos son bienvenidos, tanto dentro como fuera de la pasarela. Y esta noche no es la excepción.
Ansiosas por descubrir lo que Varsity Desire nos tiene reservado, nos adentramos en el backstage. Sorteando el caos típico de los minutos previos al desfile, llegamos hasta Domingo y su equipo, quienes ultiman los detalles para un elenco estelar: Samantha Hudson, Alex Delacroix, Sonora y figuras internacionales como Tayce o Martin, entre otrxs. A nuestro alrededor, los elementos clave de la colección empiezan a tomar forma: chaquetas bomber, brillante látex y un accesorio nuevo, un bolso baguette de napa artesanal, listo para debutar.
Conversando con Domingo, nos revela que la inspiración para esta colección surge del estilo colegial estadounidense, pero con un giro inesperado. “Siempre hemos reflejado ese estilo americano en nuestras piezas, con elementos deportivos, pero nunca habíamos hecho algo tan inmersivo. Esta vez surgió de forma orgánica, coincidiendo con la estética athleisure que lleva años en el mercado. Y con los Juegos Olímpicos cerca, sentimos que era el momento ideal”, comenta.
El desfile comienza de manera sutil, con delicados tonos rosados pastel que evocan la faceta más naïf de la colección, llenando el ambiente de nostalgia y dulzura. Fiel a su estilo característico, mantiene su leitmotiv, pero esta vez nos lleva a un nuevo territorio: un universo universitario donde lo clásico y lo estridente se entrelazan. Chaquetas bomber con hombreras, faldas de tartán y polos se combinan con cuero y pelo reciclado. La colección reinterpreta el estilo colegial estadounidense en un futuro imaginado por Domingo, donde las reglas están hechas para romperse y, lo más importante, donde todos tienen un lugar.
Los tejidos de tricot con el logotipo de la marca dan inicio a la colección, pero el verdadero protagonista de la noche es el látex. Así como el cuero es parte esencial del ADN de Dominnico, el látex se incorpora al universo varsity desde una perspectiva nueva, inspirada en el fútbol americano. Esta innovación es posible gracias a la colaboración de los creativos Hugo Fernández y Santiago Moliner.
Otro punto fuerte de la colección es su compromiso con la sostenibilidad, especialmente visible en el calzado, elaborado mediante upcycling. “El proceso ha sido parte de nuestra filosofía desde el principio. Esta vez compramos zapatos en la plataforma Vinted para darles una nueva vida. Reinterpretamos botas antiguas de fútbol y les añadimos suelas de mocasín, creando algo completamente nuevo”, explica Domingo, a la vez que destaca de nuevo el trabajo conjunto con Hugo Fernández, clave en la materialización de esta visión innovadora.
A lo largo del desfile, la paleta cromática y las texturas dialogan entre pasado y futuro: el tricot y los contrastes en blanco y negro evocan una herencia clásica, mientras que el látex y los vibrantes colores –rosa, rojo, gris acero y azul eléctrico– proyectan la visión audaz y experimental. El final del show es icónico: Samantha Hudson alza la bandera del equipo, en una celebración de la diversidad, tanto en las prendas como en el casting.
Para Domingo, la inclusión es algo natural: “Es tan fácil como no poner etiquetas a nuestras piezas y crear patrones que se amolden a todo tipo de cuerpos”, concluye. Lo que la firma logra trasciende la moda. Es una declaración colectiva de identidad, libertad y orgullo. A pesar de moverse en terreno conocido, la firma sigue creciendo, empujando los límites sin perder de vista su esencia.