Dani de la Orden es un chico de treinta y cinco años corriente que se toma en serio su trabajo, o esa es la imagen que él se empeña en dar. Podría parecer bastante corriente si no se tiene en cuenta que dirigió su primera película, Barcelona, nit d’estiu con veintidós años, nominada a los Premios Gaudí en tres categorías, entre ellas la de Mejor Película en Lengua Catalana. Ah, y un par de éxitos internacionales de Netflix como Élite o Loco por Ella, no sé si os suenan. Son algunos de los títulos de esta prolífica carrera que ahora sigue creciendo con Casa en flames, un drama generacional en el que el elenco brilla como nunca y que trata temas como la maternidad y sus sacrificios, el amor (in)condicional o el altruismo y el egoísmo en la familia.
Casa en flames es una historia impactante y tensa que explora con brutal honestidad nuestros aspectos más oscuros a la hora de relacionarnos con los que más queremos pero, como no podría ser de otra forma, bajo la dirección de Dani, plagado de la comedia a la que, como nos cuenta, no está dispuesto a renunciar. Justo hablamos con él unos días antes del estreno en cines el pasado 28 de junio para ver cómo se sentía tras su exitosa premiere en el BCN Film Fest. Ahora, unas semanas después, sabemos que la película ha recibido una acogida calurosa por parte del público y de la crítica, con algunos incluso colocándola como su mejor trabajo hasta la fecha. Cuando entonces le preguntamos cómo estaba viviendo este momento, él respondió que “no le da muchas vueltas”. Le gusta que guste, pero una vez el trabajo está hecho, él se olvida. Después de charlar con él, conocemos que esta es la filosofía bajo la que vive y dirige.
Llegó algo tarde a nuestro encuentro porque venía directo de grabar uno de los mil podcasts y entrevistas a los que es invitado últimamente. Al llegar me admite que ya no entiende mucho el formato podcast, que hay demasiados y que se habla por demasiado tiempo de cosas sin mucha importancia. Acalorado y aparentemente despreocupado, se fumó un pitillo achicharrádose al sol en la puerta de Sábado Productoras en L’Eixample de Barcelona, un espacio que podría perfectamente ser el set de una sitcom millenial sobre la industria cinematográfica. Se trata de una fábrica reformada, de paredes amplias y blancas, con muchas plantas, una figurita del logo de Netflix, una barra de bar y hasta un billar. 
Ahí hablamos, entre otras cosas, sobre la nueva peli, la maternidad (sin tener ninguno de los dos ni idea, pero con cariño), su vulnerabilidad a la hora de dirigir, su reciente ambición de pasarse al cine de acción, sus primeros pinitos en el mundo del guion y también acerca de un proyecto en el que está trabajando que puede que vea la luz pronto. Como director no siempre lo tiene todo claro, pero tampoco le importa. Él está pendiente de sacar su trabajo adelante lo mejor posible, cada vez de forma más efectiva e intentando no dar demasiado “la tabarra”.
Casa en flames trata sobre la familia, pero se centra mucho en la figura de la madre y en la maternidad, que al final es el eje central de la unidad familiar tradicional. Me sorprendió mucho la perspectiva tan cercana e incluso femenina desde la que se trata.
A mí me gustó mucho Pequeñas mentiras sin importancia y me apetecía hacer una película coral pero que diera una hostia importante y que tuviera un poco de mala leche. Creo que esa película habla del lado más egoísta de los amigos, y a mí me apetecía hablar del lado más egoísta de la familia. No por la mía, sino porque creo que todos, con la gente más cercana, somos muy egoístas. Tocar el tema de la madre me interesaba mucho porque creo que el rol de cuidadora es algo que han sufrido mucho las madres de la generación de arriba. Cómo es ahora no lo conozco de primera mano, pero lo normal antes era decir, yo voy a trabajar, tú te quedas cuidando, y eso está muy poco reconocido, no es agradecido.
O sea, es agradecido porque estás con tus hijos, pero cuando cumplen los dieciocho te dicen, vete a tomar por culo, me quiero emborrachar, y encuentran trabajo y hacen su vida. Tú en el trabajo obtienes una recompensa, del tipo que sea, entonces nos apetecía hablar de una persona que dijese, ¿y lo mío qué? Y a la que a lo mejor ‘lo suyo’ no se lo devolverán nunca.
Hace no muchos años ser madre era casi una imposición, lo que se esperaba de ti.
Vi un artículo en el periódico hace unos días que hablaba de la generación sándwich, que son esas personas que tienen que cuidar tanto de sus hijos como de sus padres, y decía que por porcentaje estadístico esa responsabilidad recae más en las mujeres. Entonces, aquello que dicen, no, es una predisposición genética… No lo sé, no soy biólogo ni sé cuántos estudios hay, pero creo que es más una cuestión cultural y de educación. Venimos de una educación plenamente machista y esto se ha normalizado, y creo que se ha quedado como inamovible en la sociedad. Ahora, por suerte, está cambiando, o me gustaría pensar que sí.
Ser madre sigue siendo una aspiración muy grande para muchas mujeres, pero está cambiando. Ya no condiciona a las mujeres de la misma manera, pero sigue ahí.
Nos dábamos cuenta a medida que íbamos rodando. Hay un momento que me gusta donde se hace broma con que la madre no puede tener un amante. Está el mito de que las mujeres envejecen peor, y yo digo, pues ojalá nos vieras las bolsas de los huevos a los tíos cuando tenemos cuarenta, cincuenta, sesenta años… Me parece una falacia. Y que cojamos a Richard Gere o George Clooney como ejemplo. Ellos son actores, mitos, modelos y tal. No creo que las mujeres envejezcan peor, es que hay una presión social bastante mayor sobre ellas y los ‘defectos’, las consecuencias de la edad, están mal vistas.
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Cuando tienes hijos, lo haces con mucha ilusión, amor y ganas, pero a la vez se te exige una renuncia a ti misma como persona que te puede llevar a resentir a las personas que más quieres.
Estás haciendo un castillo de naipes toda tu vida y de un día para otro alguien hace puf. A lo mejor es que tiene que ser así. No soy padre todavía y tampoco tengo la intención de serlo por ahora, pero es esto. La protagonista es una mujer que reclama lo que tanto ha cultivado y se da cuenta de que, por mucho que reclame, nadie le va a devolver ese tiempo e ilusión que ha depositado en su proyecto de vida.
Y tus hijos no son tuyos, son de sí mismos, entonces… ¿Tú crees que puede existir ese amor maternal o paternal completamente desinteresado? ¿O que debería existir?
No tengo ni idea porque es algo que he vivido como hijo, no como padre y mucho menos como madre. En esto de la maternidad ahora creo que cada vez hay más voces que hablan de las partes muy negativas y sus muchas renuncias, y creo que está bien hablar sobre eso.
¿Definirías a Montse, la protagonista, como una persona generosa o egoísta?
Yo creo que egoísta porque en la película son egoístas todos. La peli empieza con una declaración de intenciones, que es: sí, tú te quejas del egoísmo de tus hijos, pero también estás prolongando este egoísmo porque, y esto no es un spoiler, ella se encuentra a su propia madre muerta y la deja ahí porque lo importante para ella es pasar su fin de semana con sus hijos. Por lo tanto en la peli quisimos ser críticos hasta con la persona que se queja y reivindica que no merece ser olvidada, pero ella misma también está olvidando a sus superiores porque también es una hija. Habla del agotamiento y la dedicación de las madres pero también del egoísmo de los hijos. El personaje del hijo es un narcisista de manual.
Habéis decidido hacer el proyecto en catalán.
No fue una decisión. Si quieres hablar de un prototipo de familia, que es una familia acomodada, medio burguesa, catalana, con casita en la Costa Brava, solo tiene sentido si lo haces en catalán. A mí las películas que pasan en Barcelona y son en castellano, no es que me moleste o no, es que la realidad no es así. Si fuera un otro tipo de película, más una comedia de manual, a lo mejor lo justificas diciendo que en castellano se ve más, pero encajaba mejor así. De hecho, la película doblada al castellano es horrible. La ves y dices, no existe esa familia de alguna manera.
“Me apetecía hablar del lado más egoísta de la familia. No por la mía, sino porque creo que todos, con la gente más cercana, somos muy egoístas.”
La peli hace un gran trabajo creando tensión todo el rato con recursos muy minimalistas y en un entorno nada amenazante, sino cotidiano, tranquilo y precioso.
Qué guay está que digas esto de la tensión porque es algo que a lo mejor no es muy explícito, pero en esta peli quise hacer algo feel-good pero que a la vez transmita la sensación de que va a pasar algo. No que creas que alguien va a morir, pero que tengas como unchup chup’. Hay un silencio de tener mucho guardado. Quise hacer una comedia romántica pero malrollera.
Y la escena del paracaidismo…
Fue la primera escena que teníamos planteada antes de tener todo el arco. Fue como, vale, la película tiene que ir de esto, pero yo te digo cuál es la primera escena que tiene que estar escrita. Me gustaba mucho el rollo este de mostrar un conflicto emocional donde el personaje, en función de cómo tenga amueblado su ego, se puede tomar las cosas bien o mal mientras está unido a la otra (su tándem en el paracaidismo). Y además, su vida depende de él.
Aparte de la destacadísima actuación del elenco, ¿cuál crees que es el punto fuerte que permite a la película tener esta fuerza?
Creo que esta película tiene un guion raro, porque no es el de alguien que tenga un objetivo muy claro. El objetivo de la madre, ni ella sabe cuál es. No es que vaya por ahí diciendo ‘quiero recuperar a mi familia’. Todo lo que hace, lo hace sin saber muy bien por qué lo hace. Es como, quiero liarla, quiero que pase algo, y tú como espectador la vas medio entendiendo. Pero lo que lo hace especial es una estructura un poco particular. He acostumbrado a trabajar en películas muy de fórmula, me flipan y me lo he pasado genial, pero en esta lo interesante es que rompo un poco esta fórmula.
Defiendes mucho la comedia y el poder que tiene de interpelar al espectador. El personaje más cómico me pareció el del hijo, Enric. Es tierno pero también, como tú dices, un narcisista tóxico, y al final hace que todo el mundo escape de él. ¿Hay algo de autorretrato en este personaje?
Por suerte no del todo. Sí que, haciendo autocrítica de muchas cosas mías, veo que en algún momento me he reafirmado en la valoración de los demás. Pero eso todos, y más si te dedicas a hacer películas, porque dices mira la película que he hecho, quiero gustarte, quiero que las salas estén llenas. Es medio sano, medio natural, como lo quieras llamar, pero sí que es verdad que alguna vez me he dado cuenta de que estaba buscando aprobación para ganar seguridad. Y esto lo digo con calma porque ya no estoy ahí.
En el caso de Enric, él es un narcisista y se coloca en el centro de cualquier problemática y cree que él es quien lo pasa peor. Me apetecía mucho reírme del prototipo del romántico sensible que tanto se usa e idealiza en las comedias románticas pero que en realidad es peligroso.
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Te lo preguntaba porque es un personaje que se ve que está hecho con conocimiento de causa. No tiene por qué gustarte, pero lo entiendes.
Sí, quise reírme de la etapa que he tenido de ‘sensibilidad’, también porque al hacer varias comedias románticas he ido tocando mucho este tema y maquillando muchas cosas. Ahora, al hacer una película que tiene mucha más mala leche, puedo mostrar la parte oscura de este chico pasional que, en este caso, es totalmente dependiente de los demás.
Emma Vilarasau ha dicho que no eres un director intenso, sino todo lo contrario.
No, no lo soy. Me cuesta mucho serlo porque me da mucho pavor meter chapas a los actores. Soy muy poco chapero y simple, para lo bueno y para lo malo. No tengo un discurso hiperelaborado de lo que hay detrás de cada personaje, soy mucho de primeras impresiones y prefiero dar muy poca información al actor. Seguramente hay directores a quienes les sale fenomenal meter un rollo sobre el personaje, y yo a veces me abrumo un poco porque siento que hago mal mi trabajo. Es decir, que igual el actor necesita algo más del personaje que yo no le sé dar. La manera que tengo que trabajar con ellos es desde lo que dan y no tanto desde el background.
Eso es bonito porque creas algo en el momento y con el reparto.
Sí, a veces me ha pasado de decir, qué chapa le solté en esta escena o a este actor en esta película y qué poco se ve; ojalá hubiera estado más pendiente del ritmo, de cómo lanza esta frase, de cómo hace esta pausa. He tenido la suerte también de trabajar con actores inmensos que ya tienen su propio motor para ir buscando. Creo que fue en Litus que Quim (Gutiérrez) me dijo algo muy bonito: eres un director que muestra mucho sus vulnerabilidades. Y yo pensé, vaya mierda. El director lo debería de tener todo claro. Pero no, si no tengo algo claro lo digo. Es mejor involucrar a la gente. Esto me lo permite el bagaje de llevar varias pelis detrás. Sé que ya medio tengo la confianza del productor, o del equipo, o del actor y ya no tengo que hacer el papel de demostrar que tengo todo claro, sino que puedo decir ‘esto yo no sé muy bien cómo hacerlo’.
Seguro que los actores y el resto del personal llegan a apreciar mucho que cuentes con ellos de esta forma.
Sí, abres la veda. Mientras no pierdas tu foco ni tu visión… En esta peli mucha gente quería ir quitando comedia. Hay un montaje en el que se han quitado muchos chistes. Cuando lo vi dije, vale, ahora esta película está bien, pero me parece aburridísima. No me apetece. Se supone que con cada chiste que metes, la calidad artística mengua un poco. Es decir, la gente puede ver como una obra de arte El padrino y no puede ver una obra de arte Resacón en Las Vegas. Yo las tengo por igual, incluso me he visto más veces la última. Cuando valoras tanto las películas que funcionan como comedia te da igual que la película pierda categoría por meter chistes.
“Está el mito de que las mujeres envejecen peor, y yo digo, pues ojalá nos vieras las bolsas de los huevos a los tíos cuando tenemos cuarenta, cincuenta, sesenta años… Me parece una falacia. Y que cojamos a Richard Gere o George Clooney como ejemplo.”
Tu primera película, Barcelona, Nit d’estiu, fue famosísima en Catalunya. Ahí vemos tu habilidad para contar una historia o tratar un tema desde muchas perspectivas, en este caso las de diferentes miembros de una familia. En esta película, además, te has vuelto a juntar con Edu Sola. No es por hacer una comparación entre las dos películas pero, ¿cómo ves la evolución en tu forma de relatar?
Dentro de Barcelona y Catalunya, sí, fue un miniboom. Como un fenómeno de, ¡ay, qué guay! Una comedia romántica desenfadada y honesta y muy feel-good catalana. Ahora tengo más capacidad para los diálogos y la comedia. Siempre he trabajado con guionistas porque creo que es lo mejor para la peli, no creo que yo tenga talento ni capacidad para escribir pero a la vez me gusta. Una de las evoluciones puede ser que cada vez, de una manera muy honesta con el guionista, pido poder participar en el guion y es algo que me está gustando e interesando más, aunque a la vez que respeto y me da pavor.
Pero te vas desenvolviendo más, ves que de repente hay una escena donde añades algunas cositas y poco a poco vas ganando confianza, que también es un peligro porque no hay nada peor que tener confianza y no hacer bien el curro. Pero más o menos, como siempre estoy con alguien… Al final estoy escribiendo una sitcom con Edu  y le digo, me apetecería escribir algunas cosas pero tómatelo como si fueras mi tutor y yo tu alumno. Te voy pasando textos y así aprendo un huevo.
Por otro lado, también depuro un poquito más y no me complico tanto la vida en cuanto al punto de vista. Menos es más. Las escenas que más me han costado rodar (que la cámara va aquí, da la vuelta, se pone boca abajo, etc.) después nadie las recuerda o la gente no las valora. Ya que ya se ha visto todo, me interesa más trabajar desde la depuración.
¿Haces una valoración positiva de tu carrera? ¿Estás contento ahora mismo?
Indiferente. Ahora cada vez me da más igual de dónde vengo y me importa muy poco dónde voy. En el sentido de que me interesa hacer una película cada equis años y por ahora intento no columpiarme pero tampoco cogerlo todo. Mi ambición ahora mismo es grabar películas de acción. Sé que es complicado mientras vas rodando otras historias, pero tengo muy poca conciencia de mi carrera. La veo como un trabajo y le doy la importancia que se merece, que es relativa.
¿Me comentaste antes que estabas desarrollando una sitcom?
Sí, pero no está confirmada. TV3 sacó unas bases públicas y han seleccionado algunos proyectos. Estamos escribiendo el capítulo uno dos y tres y la Bíblia, y lo bonito es que es tal cual una sitcom, con sus limitaciones de espacios, su público real, etc. Es algo que creo que se ha perdido igual porque nos saturamos un poco, pero funcionaba muchísimo. Creo que Friends funciona, aparte de porque los guionistas son increíbles y los actores están genial, porque tiene unas limitaciones de escenas en un mismo espacio, público en directo, el tipo de acting en concreto, que es distinto…. La sitcom hace que la comedia pueda entrar más fácil. Cosas que en cualquier película no funcionarían. Hace tiempo que no veo nada así, entonces estamos ahí.
¿Te ves comprometiéndose a una serie con temporadas?
Me encantaría. Obviamente, lo bueno de una serie es que la abres y después rodar es músculo. Podría rodar yo como más gente, entonces me interesa mucho hacer el concepto y el diseño al inicio, marcar un poco cómo va a ser la serie. Pero esto pasa en todas, ¿eh? O sea, Élite la abrí con Ramón Salazar y ahora ya va sola.
Genial, Dani. ¿Algo más que podamos esperar de ti en el futuro?
Que no dé mucho la tabarra, y mientras un mínimo de gente vea las cosas que hago, yo agradecido.
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