Un universo que se mueve entre la oscuridad y la luz, lo dulce y lo ácido, la guerra y la paz. Pero, en todo caso, donde impera un denominador común: la elegancia y la excelencia. Cristina Ramos es dueña de una creatividad desbordante, que canaliza de forma magistral en su trabajo como directora de arte. Su talento ha llenado las páginas de Vogue, Numéro o Harper’s Bazaar, y se ha puesto al servicio de clientes como Chloé o Nike, entre otros. Cristina explora las dualidades más cotidianas y las lleva a su terreno, elevándolas, convirtiéndolas en algo bello y misterioso. En objetos de deseo.
¿Qué veríamos si echáramos un vistazo al moodboard de la vida de Cristina Ramos hoy mismo?
Ahora mismo estoy en una fase de simplificación, ya que he sido madre recientemente. Me encuentro en un lugar en el que cada vez me interesan menos las prendas y más las ideas y los objetos, los materiales, los colores… Así que, en mi moodboard habrían recortes de texturas como la porcelana, el mármol o la madera que ha pasado meses en el mar, junto con fotos de desnudos en blanco y negro, de cielos y de objetos ardiendo. Y algún zapato. Los zapatos me obsesionan (risas).
Cuéntanos cómo funciona el proceso creativo. ¿Empiezas por los colores, la distribución espacial, las texturas…?
En este sentido me han sido muy útiles mis dos cursos de psicología, y el hecho de que todavía (y siempre) me interese mucho todo lo relacionado con las emociones, sentimientos y procesos mentales… Así que, siempre que puedo, empiezo imaginándome a un personaje, y así van viniendo a mi cabeza los materiales, texturas, colores o la distribución espacial que ese personaje podría necesitar para comunicar lo que deseamos transmitir en las fotos. Es bastante intuitivo y muy, muy divertido.
Y, a la hora de pensar en el concepto, ¿cómo de importante es tener feeling con el resto del equipo? ¿O al final todo consiste en sumar las visiones, por diferentes que sean?
Mi experiencia es que cuanto más se conozca un equipo, mejor funciona todo. Pero todos en ese equipo necesitan tener una ética de trabajo similar, no vale juntar personas que van a mínimos con otros ultra perfeccionistas, y sobre todo tener referentes similares y complementarios… Pueden ser visiones distintas, pero siempre tienen que interesar mutuamente.
La gente creativa suele desesperarse ante las horas muertas que pasan entre dos creaciones de las que sentirse satisfechos. Con todo lo que trabajas, ¿también te sientes así o a base de experiencia logras tener grandes ideas más fácilmente?
Lo cierto es que disfruto mucho de mi tiempo libre y del no hacer nada (risas). Leer, ver películas, quedar para charlar durante horas con mis amigos, comer y, jugar y aprender a través de mi hija son cosas que me encantan. Soy una persona extremadamente inquieta y ecléctica, y sólo con la creación me aburriría soberanamente, por no decir que, sin esas experiencias no podría crear absolutamente nada. Mis mejores ideas surgen siempre y sin excepción de conversaciones con colaboradores mientras estamos haciendo otras cosas, como por ejemplo, tomarnos un vino y hablar de nuestros gatos (risas).
Pregunta necesaria a cualquier persona que se dedica a tu campo. ¿Cómo te aseguras de que no se te acabe esa inspiración y de no repetirte?
Supongo que estando vivo, atento, receptivo y dejando que el mundo que te rodea te influya… Al final eso te va cambiando y te hace evolucionar como ser humano, y también permite que tus ideas estén siempre en movimiento.
¿Qué tiene que tener un briefing para atraerte, que sea afín a tu estilo o que en principio tenga poco que ver con lo que te gusta?
Para que me guste y engorile tiene que tener un personaje, y ese personaje, a su vez, tiene que poseer algo oscuro y profundo que desea mostrar o esconder.
Hablando de briefings, has trabajado con algunas de las publicaciones y marcas más relevantes del mundo. Se dice pronto. ¿Qué se siente al trabajar junto a maestros como Mario Sorrenti o marcas como Nike?
La verdad es que impone y se sienten nervios, pero después ves que todo el mundo está trabajando, y muy duro además, y aprendes a trabajar tu también exigiéndote al máximo. ¡Y lo mejor, trabajas con presupuestos más grandes! (risas)
De hecho, has trabajado para multitud de clientes internacionales, pero estás asentada en Barcelona. ¿La ciudad sigue siendo un buen lugar para la creatividad?
Hay muchos fotógrafos que hacen un trabajo genial aquí, así que sí. Aunque a nivel comercial, todo es bastante más aburrido y los presupuestos cada vez dan más penita y dificultan mucho mi trabajo, que es bastante caro de producir. Pero también vienen muchas producciones de fuera.
¿Y sientes que el trabajo de los directores de arte está suficientemente reconocido en nuestro país?
En general pasa bastante desapercibido, pero quienes nos dedicamos a profesiones creativas, entre nosotros, sí lo reconocemos y creo que eso es lo que importa. La opinión de aquellos que realmente pueden comprenderte.
En algunos de tus trabajos, el fetichismo se observa de forma muy directa. Por ejemplo en tu última colaboración con Numéro, pero también en el Animal Issue de la revista Antidote. Es un tema largamente explorado y algo delicado. ¿Cómo te aproximas a sus códigos?
No tengo muchos conocimientos sobre el fetichismo, pero sí sobre los objetos y las emociones que transmiten. Es obvio que todo lo que es un poco retorcido y que está oculto de alguna manera me interesa muchísimo. Son más intentos de expresar lo que ese personaje lleva dentro, de un modo elegante, espero, que fetichismo por el objeto en sí. Para mí, es más poesía que fetichismo.
Aunque en algunos de tus sets los elementos de partida sean aparentemente más dulces, como las flores o los tonos pastel, estos acaban dando un resultado de lo más impactante. Pienso, por ejemplo, en el set design que elaboraste para el número de Elle Rusia del pasado marzo. Desde los tonos rosas hasta las sombras de la barandilla sugieren algo que se aleja del naíf convencional. ¿Cómo lo logras?
La luz de la fotografía, la postura y expresión facial de la modelo, el pelo y el maquillaje tienen que alejarse de lo naíf de algún modo, para que el resultado no sea plano y aburrido. Me interesa más lo que hay detrás de lo naíf, la doble cara de cualquier moneda, y tratar de huir de todo lo que resulte demasiado simple. Porque no es real, nadie ni nada es nunca una sola cosa.
Como set designer, tus instalaciones nacen para morir pronto. ¿Qué sensación te queda al desmontar tu trabajo? ¿No te da pena lo efímero?
Me da mucha pena y no. Me da pena por el planeta, porque es un trabajo fatal con toda la basura que generamos, pero a nivel del objeto o espacio en sí, no, porque ya lo tengo capturado para siempre, y además de un modo más bello de lo que era al natural. Y siempre prefiero el resultado final (la foto), que el decorado u objeto en sí, que no es más que la idea en estado intermedio. Lo que cuenta es la foto, y eso no es efímero.
También has explorado el diseño por ti misma. ¿Es tu forma de dejarte llevar? ¿En el futuro te ves dedicándote más a ello?
Me gustaría hacer diseño de interiores, pero sólo definiendo espacios que realmente me apasionaran. Ahora no podría dejar este trabajo tan expresivo y creativo para realizar espacios que odiara. Así que no lo descarto, ¡ojalá ocurriese! De momento me dedico a mi propia casa, me acabo de mudar, y a aconsejar a quienes se dejen (risas).
Hace poco has sido mamá, ¿pero en qué otros proyectos de futuro podremos encontrarte?
No me gusta mucho hablar de proyectos profesionales o creativos que están todavía incubándose, pero algo hay. Y también tengo planes más personales de los que sí me gusta hablar (risas). Quiero hacer un curso de cerámica, quiero pasar tiempo de calidad con mi hija, marido y amigas. Quiero leer y dormir muchísimo. Duermo fatal, ¡descansar como mi bebé es un proyecto de futuro que ojalá se cumpla!
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