Aprovechando su inminente participación en el Berdache Festival, donde actuará el 28 de julio en la Sala Tecla de L’Hospitalet, entrevistamos a Chica Acosta, una DJ emergente asentada en Barcelona. La artista polifacética, con su música, no solo quiere hacernos bailar al ritmo de sus raíces caribeñas mezclándolas con sonidos del house o el clu sino que, junto a otros proyectos como el podcast La Candela Viva o su poesía, también quiere hacernos saber su historia, sus dos tierras –Colombia y Venezuela–, sus preocupaciones y sus millones de referentes. Hoy la entrevistamos y nos deja con frases como: “Todo eso es soportable ante la añoranza de no sentirme extranjera” o los versos de su poema favorito.
Tu nombre artístico es Chica Acosta, ¿de dónde sale? ¿Tiene historia tu seudónimo?
Sí, nació en homenaje a Checo Acosta, un cantante colombiano de música folclórica costeña oriundo de Soledad, un municipio muy cerca de Barranquilla. Su obra está basada en versiones de cumbias y porros tradicionales, y es típica de la época de carnavales. Escucharlo siempre me remite a mi primer hogar, así que cuando tuve que elegir un nombre artístico, el juego de palabras me pareció perfecto.
Para entender tus DJ sets y lo que haces, diría que es imprescindible hablar de tus orígenes. Corrígeme si me equivoco: nacida y criada en Colombia, tuviste que mudarte a Venezuela cuando tenías diez años. Después, alrededor de 2015, decidiste mudarte a Barcelona, donde has vivido hasta ahora. ¿Qué es lo que más recuerdas de Colombia y Venezuela? ¿Qué echas de menos?
Mi infancia en Barranquilla fue una infancia feliz, con muchas carencias pero envuelta en la inocencia de la niñez. Nacer y crecer en pleno caribe colombiano ha sido la mayor bendición de mi vida y no lo cambiaría por nada. Tampoco cambiaría por nada el privilegio de ser venezolana por adopción, aunque duela. Venezuela y Colombia son países hermanos, con muchos lazos indivisibles por el pasado en común que los une. Ahora que no vivo en ninguno de los dos, lo entiendo, y aprecio aún más poder decir que soy (y me siento) de ambos países a partes iguales.
En cuanto a la añoranza, me es difícil puntualizar cosas concretas porque “patria son tantas cosas bellas”, como bien dice Rubén Blades. Echo de menos sentirme completamente entendida cuando me expreso, con mi jerga, con mis regionalismos, con mi acento, con las ‘s’ aspiradas de una persona nacida en la costa caribe colombiana.
Mudarme a España ha significado, entre otras cosas, adaptar mi lenguaje y mi forma de hablar porque, aunque compartimos idioma, no compartimos dialectos. Y yo, en un intento de resistencia, he intentado modificar el mío lo menos posible. Sin embargo, trabajo creando estrategias de contenido para diferentes marcas y cada vez que un cliente hace la observación de ‘aquí no usamos esa expresión, cámbiala por otra para que se entienda mejor’, una pequeñísima parte de mí muere. De todas formas, todo eso es soportable ante la añoranza de no sentirme extranjera.
Creo que tus raíces caribeñas mezcladas con otros sonidos como el house o el club es una buena manera de resumir tus sets. He leído que antes de ser DJ eras escritora, concretamente poeta, ¿cómo fue la transición? ¿Te resultó difícil? ¿Qué es lo que te llevó a querer cambiar y profesionalizar tu carrera como DJ?
Sí. No me gusta hablar en pasado cuando hablo de la escritura porque nunca renuncié a ella. En términos más precisos, me tomé un tiempo para verla con distancia y en ese tiempo me acerqué a la música. La música y la poesía se zambullen juntas en el duelo de la pérdida, como dicen Carmen Pardo y Miguel Morey. En la Grecia antigua, el concepto de poesía abarcaba tres tipos diferentes de creación: la dramática, la épica y la lírica, que se llamaba así por ser poesía cantada en compañía de una lira. Pasar de una a la otra ha sido el acontecimiento más orgánico posible.
¿Nos podrías recitar alguno de tus versos favoritos de algún poema que te guste o te haya marcado?
Hay demasiados, sería difícil elegir uno o a una sola poeta. Si tengo que invocar un poema que me devuelva a ese rincón cálido de la memoria, sería el primer verso profético de Los perros románticos, de Roberto Bolaño:
En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Si cierro los ojos, nos puedo ver a mis amigos y a mí leyendo este poema bajo la noche merideña, bebiendo miche y creyéndonos eternos.
Has dicho que nunca has renunciado a la escritura, sino que te has alejado para verla desde la distancia, ¿sigues escribiendo o lo has dejado totalmente por un tiempo?
No voy a dejar de escribir ni aunque quiera. La escritura ha estado en mi vida desde el inicio de los tiempos, es lo que me ha mantenido a flote y lo que me mueve. Sigo escribiendo poemas y tengo otro proyecto en puertas. Lo que está pasando ahora es que la estoy integrando a otras expresiones artísticas, entre ellas, la música.
¡Qué ganas de ver tus futuros proyectos! Volviendo al presente, formas parte del colectivo de DJs feminista Sin Sync y de su agencia, Club Trampolín, ¿te has enfrentado a alguna injusticia en el mundo del DJing por el hecho de ser mujer? ¿Dirías que sigue siendo una industria discriminatoria?
No directamente, pero tampoco ha hecho falta. Las actitudes discriminatorias que he sufrido han sido sutiles y tan normalizadas de parte de quienes las ejercen que apenas las notan. A la lucha por la igualdad entre géneros le queda mucho camino por recorrer y la escena del DJing no está exenta de ello. Por fortuna para todas, cada vez hay más espacios impulsados desde los márgenes, liderando movimientos de resistencia a través del baile y la fiesta, como siempre ha ocurrido.
También presentas La Candela Viva en la radio Dublab.es, donde exploras las raíces de la música caribeña, su conexión con África y su papel como banda sonora ante la opresión. He escuchado algún capítulo y me parece un proyecto muy interesante, ¿sigues haciéndolo? He visto que el último capítulo publicado es de abril de este año. ¿Cómo surgió la idea de hacer el programa?
Fue un programa que nació al poco tiempo de morir mi abuela y de no poder ir a despedirme de ella. Me crucé con un documental sobre los cantos de pilón que me recordó mucho a los cantos que ella se inventaba durante las labores del campo y algo en mí hizo clic. Repasar las historias de cantaoras colombianas se sentía como recorrer un álbum familiar, y ese fue el hilo conductor de la primera temporada, que produje junto a mi pareja y que salió publicada de forma independiente en mi Soundcloud. Después llegó la oportunidad de presentarlo en Dublab, pero fue una temporada muy corta que no pudimos finalizar porque la radio cesó sus actividades. Me quedé con muchas historias por contar y me encantaría retomarlo en una radio en la que encajen este tipo de propuestas, pero aún no estoy segura en cuál. Lo único seguro es que volverá.
Desde aquí, esperamos que te lluevan las propuestas y que vuelva pronto. Viendo tu trayectoria, podríamos decir que estás involucrada en muchos proyectos artísticos que tienen una parte reivindicativa. Algunos ejemplos podrían ser tu asociación con el colectivo de DJs feminista, tu programa de radio donde defiendes la música como herramienta de resistencia, o tu inminente participación en el Berdache, un festival asociado a la libertad de expresión de género. ¿Dirías que, como artista, es importante para ti posicionarte? ¿Cuál es tu relación con el activismo?
Creo que la obra de un artista es ya, en sí misma, un posicionamiento político, y planteándose como lo planteas, creo también que mis acciones hablan por sí mismas. Además de eso, soy mujer, migrante y ciudadana venezolana. Tengo a lo lejos un país en dictadura, con una de las crisis humanitarias más graves del continente, ¿cómo podría no posicionarme?
Estamos hablando de un país en que el aborto es ilegal y está penalizado con cárcel, en el que la comunidad LGTBQ+ no tiene derechos garantizados constitucionalmente, sin infraestructura y con un sistema de salud quebrado, en el que las personas mayores pensionadas reciben cinco dólares al mes y hay gente muriendo de hambre. Estamos hablando de miles de personas que se aventuran a viajes infinitos a pie a través de páramos y selvas para huir de un estado fallido donde quedarse es jugarse la vida.
Y también estamos hablando del lavado de imagen que le hace la izquierda mundial a ese régimen dictatorial. Es algo que como persona de izquierdas me ha causado y me sigue causando una enorme decepción por la contradicción ética que supone. Y me aterra ver cómo esto, entre otras cosas, aviva la radicalización masiva y le abre espacios a la derecha más recalcitrante para ganar votantes. No tengo el privilegio de no tener una posición política.
¿Qué música estás escuchando últimamente? ¿Nos podrías decir tu top 3 artistas más escuchados en Spotify?
Esta pregunta me causa risa porque la respuesta va a depender enteramente de mi estado emocional del momento y siempre son los artistas más dispares. Esta semana tengo en mi top 3 a Chavela Vargas, a Akapellah y a Olga Tañón.
Para acabar, ¿dónde te ves de aquí a cinco años? ¿Qué sueños esperas haber cumplido?
Me veo sana, con un ritmo de vida mucho más lento del que tengo ahora, conociéndome más y tratándome mejor, rodeada del amor de la gente que quiero. Sueño con haber encontrado la manera de conectar con las personas que me escuchan, me leen y me ven. Y sueño con sostener todo eso a través de mi trabajo artístico.