Hay fiestas y fiestas. Y luego está Casa Jäger. El pasado jueves la volvieron a liar en Barcelona, tres años después de la primera edición y tras su paso por Madrid y Valencia en 2010 y 2011. El concepto sigue siendo el mismo de siempre: una localización en las afueras, en este caso una casa en Alella, invitados que intervienen las habitaciones, esta vez la diseñadora María Escoté, el actor Eloy Azorín y el colectivo malagueño Canela Party, buena música y desmadre general. Las habitaciones como era de esperar acabaron patas arriba. Lo que más nos gustó, la tremenda sesión de Raver Jewish con el público desatado bailando bajo una lluvia infinita de confeti y poliespan. Ah, y las hamburguesas.
Hasta el delirio final en la habitación de los padres, la de abajo, la customizada por Canela Party, donde Daniele Zonza aka Raver Jewish demostró porqué es uno de los mejores DJs afincados en Barcelona, se habían ido sucediendo las actuaciones de Los Nastys, Eagulls y Buzzcocks. A esa misma hora arriba pinchaban las Thug Ladies, pero todo el mundo pareció ponerse de acuerdo para a) irse a fumar al jardín o b) rebozarse en confeti a un ritmo desquiciado en un cuarto cuya cama había saltado por los aires y lo que quedaba de colchón se desparramaba por el suelo en forma de bolitas blancas. La ingesta masiva de Jägermeister, a la postre responsables de la fiesta junto a la revista Vice, intuimos que tuvo algo que ver; y aunque parecía imposible, más o menos a la hora convenida terminó la música y el público acabó enfilando hacía el Factory donde seguía la fiesta. Lo que han hecho con ese local, en su día el New York, el que fuera uno de los clubs más chulos de la ciudad, no tiene perdón. Pero eso es otra historia.