“Los prejuicios nos pueden impedir conectar con la humanidad que todos llevamos dentro”. El cineasta andaluz Carlos Violadé rescata una realidad con la que “desgraciadamente, de una u otra forma, todos estamos familiarizados”. En su última pieza audiovisual, Foreigner, convierte el fenómeno de los movimientos migratorios en un punto de partida para cuestionar el significado de la palabra ‘extranjero’ y enfrentar a su protagonista a una situación límite.
Mientras recibe multitud de halagos y reconocimiento por el trabajo hecho –como el de la Academia del Cine, que le ha valido la nominación a los Premios Goya–, Carlos Violadé nos cuenta algunos de los detalles de su último cortometraje, que siempre tuvo un objetivo claro: “Mostrar una mirada limpia de juicios, desde la absoluta dignidad del inmigrante y desde la humanidad que nos conecta a todas las personas, independientemente de la nacionalidad, etnia o creencia”.
Ahora tu nombre se vincula constantemente a los Premios Goya, pero seguro que para llegar a esta nominación has recorrido un largo camino. ¿Cuál es tu trayectoria y cómo nace tu interés por el cine?
Con17 años, cuando elegí estudiar arquitectura, no era consciente de que existiera la profesión de director de cine, pero tuve la suerte de formarme en una carrera muy humanista que me permitió explorar otras artes como la poesía, la escultura, la pintura y, en este caso, también el cine. Buscaba en las películas la inspiración para crear edificios, y recuerdo descubrir en esa etapa películas maravillosas que me emocionaron profundamente. Salía de la sala con la sensación de haber recibido un enorme regalo y me daban ganas de devolvérselo al mundo de alguna forma. Fue entonces cuando comencé a explorar y a descubrir mi vocación como director de cine.
¿Cuáles crees que son los pros y los contras de aspirar a una carrera vinculada al séptimo arte?
Creo que para dedicarte al cine tienes que ser muy optimista y procurar ver siempre el lado bueno de las cosas. En un rodaje –y en la propia vida– trato siempre de sacar provecho de los ‘contras’ porque siempre los hay y siempre nos enseñan algo. Cuando tienes la suerte de tener claro lo que te apasiona, los pros están por encima de cualquier contra.
Foreigner es tu último cortometraje. A pesar de la cantidad de vivencias que engloba en unos minutos, si tuvieras que resumir la esencial del film en una frase, ¿cuál sería?
Los prejuicios nos pueden impedir conectar con la humanidad que todos llevamos dentro.
Con tu cortometraje, tratas una cuestión habitual en los periódicos y telediarios: la entrada de inmigrantes en territorio español a través de medios tan precarios como las pateras. Teniendo en cuenta que has convertido este tema en el centro de tu obra, es inevitable hacerte esta pregunta: ¿cuál es tu opinión sobre estos movimientos migratorios? ¿Estabas familiarizado con ellos antes de adentrarte en este proyecto?
Creo que, desgraciadamente, de una u otra forma, todos estamos familiarizados con esta realidad. La información y las imágenes están muy presentes en la gran mayoría de nosotros (y de forma muy especial en Andalucía por la cercanía del Estrecho). La cuestión es cómo la procesamos, cómo la interiorizamos y qué sentimientos nos provoca, algo que requiere hacer un ejercicio y pararse a reflexionar. Al tratarse de un asunto tan duro y tan complejo, para poder comprenderlo de verdad, es necesario conocer esta realidad desde otros puntos de vista.
Afortunadamente, el cine tiene la capacidad de llevarnos a experimentar situaciones que quizás no habríamos vivido por nuestros propios medios y, en este caso, he tratado de hacerlo con el mayor respeto hacia todas las personas, sea cual sea su punto de vista y situación. Quería mostrar una mirada limpia de juicios, desde la absoluta dignidad del inmigrante y desde la humanidad que nos conecta a todas las personas, independientemente de la nacionalidad, etnia o creencia.
Afortunadamente, el cine tiene la capacidad de llevarnos a experimentar situaciones que quizás no habríamos vivido por nuestros propios medios y, en este caso, he tratado de hacerlo con el mayor respeto hacia todas las personas, sea cual sea su punto de vista y situación. Quería mostrar una mirada limpia de juicios, desde la absoluta dignidad del inmigrante y desde la humanidad que nos conecta a todas las personas, independientemente de la nacionalidad, etnia o creencia.
Pones en la gran pantalla a dos extranjeros: el primero, movido por el turismo, representando el bienestar y la prosperidad; el segundo, a raíz de los movimientos migratorios, experimentando una travesía de miseria y sufrimiento. Pero propones un cambio de paradigma sustancial: lejos de lo que socialmente podría pensarse, es el segundo extranjero quien tiende la mano al primero.
Digamos que lo que trato de hacer es provocar un encuentro desde un lugar neutral, donde ya no te sirve de nada de donde provengas o lo que representabas antes. Me interesa enfrentar a los personajes a situaciones límite para ver cómo reaccionan. Creo que cuando te sientes a salvo, te comportas y ves el mundo de una manera, sin ser consciente de que todo puede cambiar en un instante.
Las personas que experimentan situaciones límite, de vida o muerte, ya sea por enfermedad o accidente, se dan cuenta muy rápidamente de qué es lo verdaderamente importante en sus vidas y empiezan a verlo todo con otra mirada. Esa mirada es la que me interesa, sin necesidad de tener que juzgar a nada ni a nadie. No me gusta que el que se encuentra a salvo se sienta culpable por ello ni que se sienta una víctima quien se juega la vida en busca de una más digna. De hecho, ninguno de los migrantes que he conocido siente que su vida haya sido miserable y no les gusta que se sienta pena o condescendencia por ellos.
Las personas que experimentan situaciones límite, de vida o muerte, ya sea por enfermedad o accidente, se dan cuenta muy rápidamente de qué es lo verdaderamente importante en sus vidas y empiezan a verlo todo con otra mirada. Esa mirada es la que me interesa, sin necesidad de tener que juzgar a nada ni a nadie. No me gusta que el que se encuentra a salvo se sienta culpable por ello ni que se sienta una víctima quien se juega la vida en busca de una más digna. De hecho, ninguno de los migrantes que he conocido siente que su vida haya sido miserable y no les gusta que se sienta pena o condescendencia por ellos.
“Persona que es o viene de un país distinto al de uno mismo”, dice la RAE. Parece sencillo, sin embargo, ¿crees que existe consenso en cuanto a la definición de ‘extranjero’?
Lo que me interesa de este concepto es que depende de uno mismo, es decir, del punto de vista. Por lo tanto, solo depende de donde se encuentre cada uno. Todos somos extranjeros para otros, aunque no a todos los recibimos del mismo modo. Por eso a unos los llamamos turistas y a otros inmigrantes. Hemos querido generar este debate con nuestra película y en el apartado Definición, cada uno puede compartir su propia manera de verlo.
La película se inicia con una escena prácticamente utópica que lleva al espectador a momentos de tensión y angustia para, más adelante, incorporar la crudeza de una situación de lucha que está a la orden del día. ¿Cómo se condensa todo esto en menos de treinta minutos? ¿En algún momento estuvo en el aire la idea de convertirlo en largometraje?
Sí, para mí Foreigner es todo un viaje que te hace experimentar muchas sensaciones y muy diferentes. Fue concebido como un cortometraje y me alegra saber que muchas personas que lo han visto se quedan con ganas de más. Después de haberlo realizado, ha surgido, de una manera muy natural, la estructura del proyecto de largometraje que estamos desarrollando.
¿Algún percance o imprevisto durante el rodaje que puedas contar?
El rodaje ha estado lleno de percances e imprevistos. Lo más increíble para mí ha sido la capacidad del equipo para sobreponernos a todas esas dificultades y sacar el mayor provecho de todo lo que nos iba ocurriendo. El momento más emocionante fue el rodaje de la última secuencia en el mar. Eran las tres y media de la madrugada y nuestro ayudante de dirección me dijo que los buzos del equipo de rescate se tenían que ir en treinta minutos; no podíamos alargarlo más y nos quedaba una de las secuencias más difíciles. Lo que ocurrió en esa media hora fue algo muy especial. Rodamos con una cámara subacuática y otra en superficie al mismo tiempo. Aquello fue tan real que parecía que estábamos rodando un documental. Fue una toma única y creo que en la película se puede sentir lo que ocurrió aquella noche en alta mar, en el momento más dramático de la película.
Interesado por diferentes expresiones artísticas, has desarrollado obras desde la arquitectura hasta el cine, pasando también por la poesía. Esta última dio lugar a tu primer libro de poemas, Montañas de mar. ¿Es el mar uno de tus intereses recurrentes? ¿Tu poesía incide, de alguna forma, en tus obras audiovisuales?
No había conectado hasta ahora esa relación entre el libro de poemas y Foreigner, pero es verdad, hay algo ahí que los une. Mi percepción respecto a lo que significa el mar ha cambiado después de hacer esta película. Cuando terminamos el rodaje, fuimos conscientes de lo afortunados que habíamos sido; a las pocas horas empezó a caer la gota fría en Alicante. Todos tuvimos la sensación de que el mar nos había dejado contar esta historia. Para mí, la poesía es una manera de mirar que te abre nuevos mundos. Puede ser a través de la palabra o, en este caso, del cine.
El cortometraje nace a raíz de unas vacaciones de verano con tu familia en la costa de Cádiz. ¿Suelen ser tus vivencias personales fuente de inspiración? ¿Qué más influencia tus obras?
Todo lo que nos rodea es una fuente de inspiración. El origen muchas veces es un misterio. Estoy escribiendo un guion de un largometraje sobre astronautas que trata sobre su convivencia durante ocho meses en el interior de una pequeña nave viajando hacia Marte. Me he preguntado muchas veces qué es lo que me ha llevado a escribir sobre algo así. La respuesta siempre la encuentro en la condición humana –quiénes somos y hacia dónde vamos como especie. Esta inquietud puede surgir desde lo más pequeño y trivial o desde lo más lejano y universal.
Premio al Mejor Cortometraje Internacional en el Festival de Cortos de Bogotá (Bogoshorts), tres premios en el Cortogenia y, ahora, nominado a los Premios Goya en la categoría de Mejor Cortometraje de Ficción. ¿Cómo se recibe tal cantidad de reconocimiento? ¿En qué sentido/aspecto ayudan los premios a tu carrera profesional?
La verdad es que el sentimiento es de enorme satisfacción y gratitud. Soy consciente de lo difícil que es y de lo que significa para Foreigner y para nuestras carreras profesionales. Es una fortuna poder sentir que la historia en la que hemos creído y para la que hemos trabajado tanto llega realmente a las personas y obtiene el reconocimiento del público y de la Academia.
Personalmente, ¿cómo ves el panorama cinematográfico en España?
Lo veo cada vez más rico y diverso. He visto, en los últimos años, películas maravillosas que han sido muy inspiradoras para mí. Debemos cuidar este patrimonio cultural entre todos y tratar de potenciarlo para que siga creciendo. Es necesario que existan cada vez más voces y miradas diferentes en las historias que contamos y que nos cuentan. Una cultura y una sociedad son mucho más ricas cuanto más diversas sean. El valor cultural que existe en España es enorme, pero aún nos queda mucho por hacer para canalizarlo y darle el lugar que merece.
El protagonista de Foreigner, hablando de su vida en Londres, declara: “No me veo trabajando en lo mismo toda mi vida”. Partiendo de esta reflexión de uno de tus personajes, ¿crees que en algún momento vas a querer desvincularte del cine o piensas que el séptimo arte va a acompañarte constantemente?
Bueno, nunca somos dueños de nuestro futuro. Te puedo decir, desde mi momento presente, que me apasiona este trabajo y que tengo muchas cosas que me gustaría contar porque siento que están ahí esperándome. Pero si en algún momento me viera haciendo películas con desgana, tengo claro que me estaría equivocando. Creo que, hagas lo que hagas, hay que hacerlo con pasión; al fin y al cabo, es nuestra vida. Tenemos la suerte de poder decidir por nosotros mismos qué es lo que queremos hacer, aunque para ello tengamos que enfrentarnos a nuestros miedos y a lo que los demás esperan de nosotros. En el caso de nuestro protagonista, estaba claro que su trabajo había dejado de llenarle y se estaba planteando cambiar.
Después de algo así, ¿seguirás siendo el mismo? ¿Qué cambiarás en tu vida?
Ese es el gran trabajo que tiene nuestro protagonista y cualquier persona que, tras haber vivido una experiencia límite, consigue conectar con lo verdaderamente esencial y se da cuenta de lo que su corazón le pide. Darse cuenta de esto es un regalo, pero, ¿conseguirá realmente hacerlo? Para ello hay que atreverse a tirarse a la piscina, a VIVIR en mayúsculas.