Las obras de la sevillana Pilar Zurita, mejor conocida como Caótida, bien podrían estar colgadas en cualquier galería del mundo que se precie. Sin embargo, la artista del tatuaje microrealista ha hecho de la piel su lienzo predilecto, trasladando sus impresionantes creaciones a la dermis. “He aprendido que los tatuajes son un punto de inflexión para muchas personas”, comenta la creativa, quien después de haber superado infinidad de miedos se decidió a abrir su propio estudio, No Name Studio, en su ciudad natal.
Ahora pone rumbo a Nueva York para trabajar junto a Eva Karabudak, aka Eva Krbdk, una de las mejores embajadoras del microrealismo a nivel mundial, a la vez que reconoce que la escena del tatuaje en España ha cambiado radicalmente. “Hoy es un signo de identidad y casi de prestigio”, añade. Y es que, además de haberle permitido conocer a personas maravillosas que han trascendido lo profesional llegando a marcar su vida, el tatuaje la ha obligado a confiar más en sí misma. “Siempre me han dicho que me dedique a lo que me haga feliz”, comenta en relación al apoyo incondicional de sus padres.
En el universo del tatuaje todo el mundo te conoce como Caótida, pero tu nombre real es Pilar Zurita. ¿Qué hay de Pilar en Caótida y viceversa?
En realidad he estado mucho tiempo separando la una de la otra, hasta que un día me di cuenta de que es Caótida el valor dominante que consigue darle forma a mi inspiración. Diría que de Pilar en Caótida está la creatividad y la pasión por el arte, y de Caótida en Pilar el esforzarse al máximo por conseguir algo. Al final, ese esfuerzo por mejorar tatuando he podido aplicarlo a otros ámbitos de mi vida.
Nacida en Sevilla, eres pionera en el tatuaje microrealista, una técnica que, al menos en España, parece no contar con grandes exponentes con proyección internacional. ¿En qué consiste esta tipología de tatuaje exactamente? ¿Cuáles son sus pilares fundamentales?
El microrealismo es una técnica que se basa en tatuar determinados conceptos en tamaños pequeños, pero con gran nivel de detalle. Uno de los pilares fundamentales es la búsqueda del perfeccionismo, al intentar acercarse lo máximo posible a la realidad.
Fue mientras estudiabas la carrera de Bellas Artes cuando descubriste tu interés por esta disciplina, a la que te refieres como “el arte que permite enseñarle al mundo lo que somos por dentro”. ¿Cómo recuerdas este momento?
Lo recuerdo con mucha ilusión y ganas de ver lo que era capaz de hacer con la máquina de tatuar. También momentos de mucha paciencia y desesperación, pero siempre con muchas ganas de superarme a mí misma e ir mejorando.
Apostar por una carrera poco convencional implica, en ocasiones, recelos y dudas provenientes incluso del entorno más cercano. ¿Tuviste el apoyo de tu familia y amigos?
Sí, la verdad es que tengo unos padres que siempre me han apoyado en todo. Siempre me han dicho que me dedique a lo que me haga feliz, tengo mucha suerte. Igual con mi hermano y amigos, quienes no dudaron en confiar en mí incluso cuando me temblaba la mano al coger la máquina. Me dejaron practicar y tatuarles, y a día de hoy no sería quien soy si no fuese por ellos.
Como en todos los oficios, la experiencia conlleva un mayor dominio de la técnica. En tu caso, ¿cómo adquiriste el conocimiento necesario para dedicarte al tatuaje microrealista?
Fui autodidacta, observaba a los artistas microrealistas que encontraba por Instagram (la mayoría de Seúl y Nueva York) y me decía a mí misma: yo quiero poder hacer esto. Fue duro al principio, iba tatuando de forma progresiva piezas cada vez más complejas. Tuve que practicar, probar diferentes materiales y dedicarle muchísimas horas, hasta que poco a poco conseguí alcanzar mis metas.
Ahora cuentas con tu propio estudio en tu ciudad natal, No Name Studio, además de trabajar como invitada en centros de tatuajes internacionales como el londinense South City Market, o La Mano Zurda en Madrid. ¿Cuáles fueron los primeros pasos que diste a la hora de emprender? ¿Qué obstáculos tuviste que superar en la fase de desarrollo?
Abrí un estudio en mi pueblo donde tatuaba lo que me pedían mientras iba encontrando el estilo de tatuaje en el que me sentía más cómoda trabajando, aunque es cierto que siempre procuraba hacer diseños originales. Poco a poco, al mejorar en técnica, pude ir tatuando mis propios diseños microrealistas y fui dándome a conocer más gracias a las redes sociales y las recomendaciones de mis clientes.
Diría que el obstáculo que más me costó superar fue el miedo a que algo saliera mal. Con el tiempo me di cuenta de que tenía que confiar más en mis conocimientos y aprender a ser crítica de forma constructiva con mi trabajo.
Diría que el obstáculo que más me costó superar fue el miedo a que algo saliera mal. Con el tiempo me di cuenta de que tenía que confiar más en mis conocimientos y aprender a ser crítica de forma constructiva con mi trabajo.
¿Quiénes eran tus principales referentes en el mundo del tatuaje por aquel entonces? ¿Y actualmente?
Ahora soy más exigente con los trabajos que veo. Me inspiro e intento nutrirme de tatuadores que además de tener una buena técnica, tienen diseños tan únicos y propios que solo viendo el tatuaje ya sabes que es obra suya. Diría que mis referentes son Oozy Tattoo, Sol Tattoo, Melina Wendlandt, Eva Karabudak, Sasha Masiuk… Estas últimas, propietarias de algunos de los estudios más exitosos del mundo
Tus creaciones bien podrían formar parte de pinacotecas y galerías. ¿Hay algún pintor, escultor o artista procedente de otra disciplina que te guste especialmente? ¿Por qué?
Me inspiran las obras de Gustav Klimt, Vincent Van Gogh, Claude Monet, El Bosco, Sandro Botticelli… Creo que se nota bastante cuando ves mis trabajos. Me encanta jugar con las obras a la hora de hacer mis diseños, para después plasmarlos en forma de tatuaje.
Me interesa especialmente la carga simbólica que encierran tus obras. “El tatuaje ayuda mucho psicológicamente”, comentabas en una entrevista anterior. ¿Qué has aprendido a lo largo de tu carrera en este sentido? ¿Cuál ha sido la historia que más te ha conmovido?
He aprendido que los tatuajes a veces son un punto de inflexión para muchas personas. Quizás para ayudarles a sentirse mejor con ellos mismos, para poder recordar alguna frase importante que no quieren olvidar, o una forma de poder llevar con ellos a alguien para siempre: familiares, mascotas, amigos, etc. Muchos de mis clientes me han confesado alivio o felicidad al llevar estos tatuajes. Me han conmovido muchas historias, en especial la de un grupo que perdió de forma repentina a un amigo y todos se tatuaron por él.
También has colaborado en causas benéficas, como la emprendida por la asociación contra el maltrato de la mujer Fundación Ana Bella, o la conducida por la asociación Alusvi. ¿Qué te han aportado estas experiencias?
Además de conocer a personas maravillosas, que lo han pasado y lo están pasando mal, he comprobado que el tatuaje es una herramienta con la que puedo ayudar a quien lo necesita. Hace poco tatué a una familia completa que había perdido a su hijo enfermo. El tatuaje ha ayudado a mantenerlos unidos. Este tipo de colaboraciones siempre tendrán un hueco reservado en mi agenda.
¿Qué se te viene a la cabeza cuando rememoras tus primeros diseños?
Mi primer diseño fue una libélula lineal, en negro y de unos cinco centímetros, que me dio pánico tatuar en piel real. Ahora la comparo con mis colecciones de insectos y veo todo lo que he mejorado, tanto a la hora de crear como técnicamente. Me viene a la cabeza lo verde que estaba y todo lo que he madurado desde entonces, y que todo el esfuerzo ha merecido la pena.
De La joven de Gustav Klimt a Medusa de Michelangelo Merisi da Caravaggio, los cuadros y la mitología dos constantes en tu trabajo. ¿Qué diseños son los más demandados?
Algunos de los diseños más demandados son La noche estrellada de Van Gogh y El beso de Klimt.
Eva Karabudak, una de las máximas representantes del microrealismo a nivel mundial, te invitó a su estudio en Los Ángeles. Y ahora planeas viajar a Nueva York para trabajar con ella, ¿no es así?
Sí, me hace mucha ilusión poder trabajar con una de mis referentes y aprender al máximo de ella.
¿Es posible vivir del tatuaje microrealista en España?
Sí, cada vez el microrealismo se va abriendo más hueco en el panorama de tatuajes español y es más demandado. La cultura del tatuaje ha cambiado. También el tatuaje se aleja de estereotipos relacionados con los grupos sociales. Hoy es un signo de identidad y casi de prestigio.
¿Qué nos puedes contar sobre tus planes de futuro? ¿Dónde te gustaría verte de aquí a diez años?
Como planes de futuro, seguir viajando y conocer a diferentes tatuadores y estudios internacionales. De aquí a 10 años, me gustaría encontrar un estilo aún más definido del que actualmente tengo, mejorar en técnica, y sobre todo seguir amando el tatuaje; para mí, la mejor profesión del mundo.