Hace seis años, Candela Capitán nos hablaba sobre su pasión por la danza contemporánea y su interés por explorar el cuerpo en diferentes disciplinas artísticas. Hoy, esa visión sigue siendo el motor de su obra, y su más reciente proyecto, SOLAS, es prueba de ello: una propuesta que ya ha recorrido escenarios tanto dentro como fuera de España y que llegará el próximo 30 de noviembre al teatro La Mutant de València.
Concebido como proyecto final de sus estudios en el Institut del Teatre, SOLAS explora los límites de la danza para cuestionar la sobreexposición del cuerpo femenino en la era digital. Si tienes internet (por supuesto, ¿cómo estarías leyendo esta entrevista sino?), casi seguro has visto a Capitán y su elenco de bailarinas enfundadas en trajes rosas y unas botas altas de tacón bailando frente a un MacBook.
A través de una puesta en escena que fusiona lo físico y lo virtual, permitiendo a los asistentes seguir la obra en tiempo real a través de la plataforma erótica Chaturbate, Capitán explora temas como la sexualización de las mujeres, los estereotipos promovidos por las plataformas digitales y la transformación de la imagen femenina en un producto de consumo.
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Quería empezar la entrevista remontándome un poco a esa primera vez que te entrevistamos en METAL. Decías de ti misma: “Soy bailarina de danza contemporánea, aunque me interesa mucho el arte en general y trabajo involucrando el cuerpo en diferentes disciplinas artísticas”. ¿Le añadirías algo más a esa descripción ahora, seis años después?
No, creo que sigo igual.
¿Y eso te gusta?
Sí, creo que siempre fue mi intención. Justo en mayo del año siguiente tengo mi primera exposición de arte, entonces creo que se ha cumplido esa frase.
Acabas de finalizar tus estudios en el Institut del Teatre y actualmente estás presentando SOLAS, tu obra más reciente que ya ha recorrido varios escenarios por el mundo. ¿Qué da fruto a su comienzo?
SOLAS es mi proyecto final de carrera, así que es una obra a la que le he dedicado específicamente unos tres años, pero que aún así unifica todos mis estudios hasta ahora. Antes creé Dispositivo de saturación sexual, un solo en el que ponía el cuerpo en la plataforma que también se utiliza en SOLAS: Chaturbate. Esta es una plataforma que he usado con mis amigos durante años, ya que antes mucha gente la utilizaba para hacer amigos o reírse, una especie de Chatroulette. Ahora ya no ocurre, está mucho más capitalizada y se ha convertido en un espacio para hacer dinero únicamente.
A pesar de eso, me interesa mucho porque mantiene esa estética postinternet y me recuerda a las primeras plataformas de streaming. Durante la pandemia comencé a hacer streamings todos los días. Me conectaba dos horas diarias, unía a mis seguidores de Instagram con los consumidores de pornografía de la plataforma, y mi interés convergía en el chat que ofrecía la plataforma, donde se unían estos dos públicos a comentar lo que estaba ocurriendo con mi actuación.
¿Qué crees que te lleva a dar el salto de la individualidad de Dispositivo de saturación sexual a trabajar con cinco chicas y explorar la colectividad en SOLAS?
Como tenía que realizar mi proyecto final, decidí hacer algo coreográfico. Multipliqué los cuerpos porque SOLAS tiene dos partes. Por un lado, explora la sexualización de la mujer a través de la plataforma erótica, y por otro, aborda temas como el abuso de las redes sociales o la copia en internet.
A nivel coreográfico trabajamos con dos miradas: la del espacio virtual (la plataforma) y la del espacio físico (desde el patio de butacas al escenario). En Dispositivo de saturación sexual, todo ocurría en el espacio virtual; nunca me veías en persona. Pero en SOLAS, al ser una obra escénica, derribé esas barreras, multiplicando los cuerpos para hablar de la homogeneización, algo que también ocurre en las plataformas como Chaturbate, donde los consumidores buscan características específicas que llevan a una repetición de estéticas y movimientos.
“En mi juventud usaba mi cuenta y mi propia identidad en internet para crear, entendiendo la performance como algo donde todo tenía que ser real. Ahora me gusta más la ficción.”
Tomas como referencia el ensayo de Remedios Zafra, Un cuarto propio conectado, en el que se reflexiona sobre cómo las mujeres usamos el espacio online para apropiarnos de nuestra intimidad y crear. ¿Cómo lo vives tú como mujer artista?
No lo vivo como las demás porque desde muy pequeña performatizo ese espacio. He buscado los límites, y al hacerlo, he tenido que enfrentarme a sus consecuencias. Desde muy pequeña lo vivo así, experimentando la cancelación y los bloqueos en redes sociales muy a menudo. En mi juventud tal vez lo vivía de una forma más personal, usaba mi cuenta y mi propia identidad en internet para crear, entendiendo la performance como algo donde todo tenía que ser real. Ahora me gusta más la ficción.
De hecho, sobre esto también reflexioné en mi proyecto final de carrera. Antes, toda mi creación estaba pensada exclusivamente para las redes sociales: la coreografía, los vídeos, las fotos… todo se enfocaba en ese espacio. Pero hoy ya no me interesa tanto explorar los límites de las redes ni performatizar mi vida privada, porque, al final, las redes sociales no son más que una extensión digital de tu vida privada. Ahora lo que realmente me interesa es construir dentro del mundo del arte.
¿Crees que, a pesar de la censura, los espacios online han favorecido la creación femenina, actuando como una especie de ‘habitación propia’?
Yo siempre hago preguntas al exponer mis obras; no doy una respuesta clara. En esta obra hay dos lecturas, entre ellas una que casi nadie ve: la de la mujer libre de actuar en este espacio para hacer dinero.
Entonces, yo creo que internet (y lo que explica Remedios Zafra) planteaba una utopía, como si fuera el espacio sin límites donde todos podríamos ser libres. Lo que se pensaba es que iba a ser un lugar idóneo para todos, pero al final está resultando lo contrario. Ni siquiera se vive como vivimos en sociedad, con una política. Internet está protegido por las empresas más ricas del mundo, y las leyes se rigen por sus intereses. TikTok tiene sus leyes; Instagram tiene las suyas. Yo, en mi trabajo, lo que hago es conocer muy a fondo, a través del uso de mi cuerpo, cómo funcionan esas leyes, performativizarlas y buscar los límites.
Algunas personas son de la opinión que el dinero en plataformas como OnlyFans puede coaccionar a las mujeres a hacer cosas que, de no existir esa motivación económica, no harían. ¿Qué opinas?
Yo estoy súper en contra de ese tipo de argumento. Creo que la mujer es libre ante todas las situaciones que se le dan en su vida. Cada una tiene circunstancias distintas, y si una mujer decide ganar dinero de esa manera es porque tiene la libertad de hacerlo y toma esa decisión desde su propia autonomía.
En SOLAS se refleja una obsesión dual: las mujeres que se contemplan a sí mismas mientras son observadas, y los hombres que las miran. ¿Crees que hay alguna forma de romper este ciclo?
No lo sé. Yo hablo más de cómo funcionan los estereotipos dentro de internet y es por eso que SOLAS tiene dos miradas, una siendo la plataforma donde miran los hombres y otra las redes sociales donde tú te miras a ti mismo. Mi interés es ver cómo funcionan esas obsesiones y cuál es el mecanismo de estereotipos dentro de Chaturbate y dentro de las redes sociales que consumimos de manera habitual como Instagram o TikTok.
SOLAS está acompañada por la música de Slim Soledad. ¿Qué es lo que te atrajo de su sonido?
Slim fue una de las primeras DJs de Brasil en mezclar el funk con el techno. Yo tenía claro que quería que sonaran canciones de reggaetón cantadas por hombres con letras supermachistas porque son como personajes que dialogan con los cuerpos. Cuando hablé con Slim aún no tenía clara la estructura de la obra y no sabía si tendría que mezclar reggaetón con techno. Que ella hubiese juntado el funk y el techno fue una de las razones por las que la elegí a ella.
“Ya no me interesa tanto explorar los límites de las redes sociales ni performatizar mi vida privada porque no son más que una extensión digital de tu vida privada.”
¿Hubo más razones?
Sí, y de hecho estoy muy cancelada por muchos haters de internet por haber utilizado música latina. Todas mis parejas han sido latinas desde hace mucho tiempo, lo que hace que me sienta cercana a sus culturas y que siempre haya sido una decisión política incorporarla al mundo del arte. Slim también pincha techno duro, mákina, y eso me interesaba mucho. Los primeros veinte minutos de la obra tienen una base constante, ya que las chicas realizan una partitura coreográfica que necesita un ritmo fijo. Se le van añadiendo sonidos de la propia plataforma pero la base debía ser sólida, con un pulso muy marcado.
Este sábado 30 de noviembre presentarás SOLAS en La Mutant, València, y además acompañarás la obra con un taller. ¿Qué podemos esperar?
Por primera vez (porque soy muy contraria a hacer ediciones en la coreografía) vamos a presentar una edición de la obra. La Mutant tiene un espacio con un ascensor de carga grande al fondo, y las dimensiones del teatro son más pequeñas de lo que necesitábamos, así que decidimos incluir una nueva escena, algo similar a lo que hicimos en el espacio Niemeyer de París, con ediciones que nunca se han visto aquí. En el taller hablaré sobre cómo se compuso la obra y realizaremos una actividad teórica y práctica con Virginia Martín, que es mi asistente de dirección coreográfica.
¿Qué es lo que más te apetece de incluir algo que no habéis hecho hasta ahora?
Retarme a mí misma y ver la obra de otra manera. Yo nunca suelo cambiar las obras por razones éticas, pero esta situación lo requiere.
¿Puedo preguntar por qué no las sueles cambiar?
Para mí, las obras están cerradas una vez que las hago. Aunque hay otros artistas que no piensan así, yo prefiero no modificar lo que ya he creado. Es una decisión personal relacionada con el concepto de la performance y cómo veo el proceso creativo.
Para terminar, si pudieras elegir algo que el público se llevase de SOLAS, ¿qué te gustaría que fuera?
Me gustaría que el público fuera más receptivo a la idea de usar el móvil durante la obra. Normalmente les explicamos cómo funciona la plataforma, pero la gente tiende a centrarse en lo que está ocurriendo en el escenario. Siempre me pregunto si es igual de emocionante ver la obra desde casa con el móvil, o si realmente vale la pena ir al teatro, y creo que esto da respuesta a mi pregunta. Aun así es una experiencia muy chula ver la obra desde los dos puntos de vista.
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