Para Boye, el humor es un arma con la que sobrellevar mucho de lo que nos pasa.El ser humano es muchas veces patético”, bromea mientras nos adentra en A dónde vais?, su último proyecto. Un álbum compuesto por once canciones en el que el cantante barcelonés explora temas como las crisis de identidad, las mochilas emocionales y el “vivir por amor al arte”. Con la mano de Andreu Vallvé en la producción, A dónde vais? abarca un abanico de géneros que va desde el pop hasta la música folclórica, y nos presenta a un Boye más entregado al canto que nunca, pero sin perder ni una pizca de su acidez y humor característicos.
Quizás hayas escuchado hablar de Boye gracias a su primer EP lanzado en 2019, titulado Boye, te queremos pero no eres nadie. Hoy nos confiesa que en aquel entonces aún estaba en una fase de descubrimiento de su sonido. Hace dos años, y con una de sus canciones favoritas, Veni Vidi Vici, el artista anticipaba su nuevo trabajo, A dónde vais?, que finalmente será presentado el 9 de mayo en la Sala Apolo de Barcelona.
Hola, Boye. Antes que nada, quería felicitarte por el lanzamiento de tu primer álbum. ¿Cómo te sientes al haber sacado tu trabajo más extenso hasta la fecha?
La verdad es que me siento muy orgulloso de todo el trabajo que hemos hecho mi equipo y yo, especialmente de la producción de Arnau Vallvé. Estoy encantado de poder haber participado y disfrutado en todas las etapas del proceso, desde la composición y la producción hasta la conceptualización del álbum. Crear un disco es un proceso largo porque requiere enlazar todas las canciones, el concepto, la estética y el directo, pero es un placer pasar por todo eso.
El jueves 9 de mayo se presenta el disco en Apolo, y siento que es el momento en el que muestro al público mi carta de presentación. Es como decirles, aquí está, este es el disco y este es el show.
Te dedicas al teatro además de a la música, y eso se nota en la pátina dramática que recubre todo este disco. ¿Cómo convergen ambos mundos a la hora de crear tu música?
El hecho de dedicarme al teatro hace que sea un amante del escenario. Me encanta interpretar mis propias canciones y, sobre todo, pensar en cómo trasladarlas al público. Al final, el proceso de composición y producción es uno más solitario (aunque esté con Arnau, por supuesto), mientras que el momento del directo es uno para compartir. En el teatro compartes mucho con el público y eso forma una parte muy importante dentro del proyecto Boye.
Lo que más une ambos mundos es la capacidad de pensar tanto en términos teatrales como musicales a la hora de preparar los bolos. Haber estado quince años trabajando en el teatro y detrás de las cámaras me ayuda mucho a hacer del show algo más grande. Lo disfruto mucho.
Veni Vidi Vici salió hace dos años, así que intuyo que este proyecto ha sido un proceso largo. ¿Cuánto llevas con él? ¿Cómo lo has vivido tú?
Sí, la verdad es que sí. Para mí, Veni Vidi Vici es un caso aparte porque es, en mi opinión, la canción más completa que he hecho hasta el momento. Si mi disco fuese una ciudad, Veni Vidi Vici sería la catedral. Y sí, desde esa canción hasta la última producción, No estamos tan mal, han pasado tres años y medio. También es cierto que durante el último año he estado componiendo un setenta por ciento de las canciones. 2023 ha sido un apretón final y un año muy fructífero a nivel de composición y de grabación. Me prometí a mí mismo que tendría que apretar una marcha o dos y así lo he hecho. Si no, no tendría el disco ahora mismo.
“El ser humano es muchas veces patético, y dentro de su patetismo está su belleza. Me gusta reírme de mí y reírme de la sociedad también, la comicidad es medicina.”
En A dónde vais? planteas temas serios que forman parte de nuestra realidad social, pero muchas veces lo haces desde el humor. ¿Crees en la comedia como herramienta para afrontar la vida adulta desde un punto más optimista?
Sí, totalmente. La comedia es un arma; un arma letal. El disco tiene una cara A, donde entrarían canciones como Mochilas, Na o No estamos tan mal, y una cara B más profunda, honda e incluso tediosa. En mi opinión, siempre tiene que haber un equilibrio entre ambas cosas; por un lado un acercamiento a lo profundo y a lo que realmente nos importa, pero por otro, una mirada más bromista y cómica.
El ser humano es muchas veces patético, y dentro de su patetismo está su belleza. Me gusta reírme de mí y reírme de la sociedad también, la comicidad es medicina. Aún así, no me gustaría que se me catalogase como un artista que solo hace comedia porque creo que en mi obra existen muchas más capas que no solo son bromas. También me gusta profundizar en las cosas que me importan, tanto a nivel social como emocional y mental. 
Volviendo a lo mismo, en el álbum, hablas sobre la precariedad laboral, sobre el cansancio que ello conlleva. ¿Consideras que el arte tiene un deber moral?
Vamos a trabajar es un ejemplo de ello, quería componer una oda a los currantes. Cuando pienso en qué canciones hacer, algunas me salen de manera natural sobre cosas emotivas, pero con esta canción quise hablar sobre algo que afecta a todo el mundo independientemente de la clase social. Quería crear una canción para poder reírnos de nosotros mismos.
A todos nos encantaría dejar un poco el trabajo de lado y poder vivir la vida, pero es algo absolutamente impensable porque vivimos en un capitalismo feroz que no nos deja hacer nada. Yo no quería una canción panfletaria, pero sí quería hacer un himno para los currantes. Dicho esto, no creo que el arte deba ser moralista. Para mí el arte debe despertar algo en el oyente, algo que le permita sentirse identificado y emocionado.
En el álbum hay bastante folclore, desde El Percebeiro hasta Que se queme la danza. Es algo que contrasta bastante con el humor y la sencillez de otros temas como Na. ¿Por qué quisiste explorar esa faceta más mística en el álbum? ¿Fue adrede ese contraste entre los dos estilos?
Pues sí, totalmente. El álbum tiene una parte más folclórica y otra más satírica y cómica, y la razón no es otra que mi personalidad. Fluyó de esa manera porque refleja quién soy, mis referencias y mis gustos musicales. Soy alguien que puede disfrutar tanto de Rodrigo Cuevas como de Kendrick Lamar o de Sakamoto. Mi manera de escuchar la música, sin prejuicios, me permite crear con muchas referencias y sin miedo. Con el tiempo me he liberado de ciertas barreras que me limitaban a la hora de unir distintos géneros. La sociedad también ha cambiado mucho y permite mucho más el mestizaje, cosa que me encanta porque me permite realmente cantar lo que me apetezca y como me apetezca.
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En Vamos a trabajar, hablas sobre las dificultades que presenta el vivir “por amor al arte”, sin cobrar como artista. ¿Cuál es tu opinión sobre la situación en España? ¿Por qué consideraste importante mencionarlo en la canción?
Para mí era muy importante hablar del trabajo, no solo por todo lo que he explicado anteriormente sino también por la sociedad y por la precariedad en la que vivimos. Pese a ser una persona a la que no le ha faltado nunca de nada, sí que he vivido en la precariedad durante diez años. Querer vivir del arte, ya sea de la música, del teatro o del cine, significa convivir con la precariedad absoluta. Pagar facturas a final de mes se hace muy complicado si quieres vivir de lo que te gusta, y el haberlo vivido en carne propia hizo que fuese importante para mí hablar del tema.
También quería extrapolarlo a muchísimos otros trabajos porque también pasa en otros ámbitos laborales. Quizá tenga que ver con la generación de la que vengo, la del 89. Hemos vivido ambas crisis y eso nos ha repercutido bastante. Ahora estoy en un momento mucho mejor, he aprendido a aceptarlo y estoy disfrutando muchísimo, pero sí que quería hablar de ello.
El video de Veni Vidi Vici comienza preguntando “¿Por qué eres nadie?”, una idea que se repite a lo largo del álbum y también en tu primer EP, Boye, Te queremos pero no eres nadie. ¿Es esto simple humildad o estás hablando sobre inseguridades o crisis de identidad?
Sí, el concepto de no ser nadie es algo que surge de las crisis de identidad que muchas veces tenemos y que, en ocasiones, van ligadas a lo que queremos ser en el ámbito laboral. Últimamente se dice mucho lo de ‘este no es nadie’, queriendo decir que alguien no tiene ningún logro, fama o universo propio. Me interesaba la idea de indagar y preguntar, ¿qué pasa si no somos nadie? ¿Qué pasa si no somos exactamente lo que deseábamos ser? Era una idea que me gustaba mucho porque el proceso del personaje Boye también era algo así: empezaba a querer ser alguien y se encontraba con que no era nadie. 
El EP fue producido por Arnau Vallvé, al igual que este álbum. ¿Qué es lo más bonito de trabajar con un mismo productor de manera recurrente? ¿Cómo crees que eso ha moldeado este trabajo?
Siempre digo que Arnau Vallvé es el pulmón de Boye, ha sido crucial para mí. Es cierto que aparte de con Arnau, también he producido con Roger Pi, con Raul Refree y con Juju Groove. Aún así, el ochenta por ciento de las canciones las he hecho con Arnau y creo que hacemos muy buen tándem. Él llega hasta donde yo no llego y viceversa, porque yo tengo una parte más conceptual y él una más técnica. Yo compongo las melodías y las letras, y él me ayuda en la ejecución. Además, Arnau viene de un universo mucho más pop, mientras que yo vengo del urbano. Eso hace que en el estudio haya un diálogo muy bonito entre él y yo, y por eso salen las canciones de Boye. Me gusta confiar en él.
“Querer vivir del arte, ya sea de la música, del teatro o del cine, significa convivir con la precariedad absoluta.”
Desde tu primer EP han pasado cinco años. Desde entonces, ¿ha cambiado algo en tu perspectiva como compositor?
Han cambiado muchas cosas. Cinco años permiten una evolución muy grande, y creo haber crecido para bien. Hace cinco años estaba en un momento de búsqueda. Desde entonces, ha habido una evolución en términos de musicalidad y de composición, queriendo que las letras sean algo más popular y que la gente pueda entenderlas más. También he empezado a cantar más, no solo rapear. En este disco me he atrevido a meter un fandango, algo más pop, folclórico. Creo que todas esas cosas le dan mucha más riqueza a la composición.
El 9 de mayo comienza tu Boye Tour en la Sala Apolo, en Barcelona. ¿Qué es lo que más te apetece de esta gira?
Ahora que estamos haciendo los ensayos, me encanta poder volver a reunirme con los músicos, hacer arreglos y volver a indagar en la producción de las canciones. Me gusta ver cómo puedo hacer que las canciones brillen y duren más, mejorar los diálogos entre canciones, los puentes, las transiciones. Sobre todo me apetece cantar las nuevas canciones y ver cómo el público responde ante ellas. Hay bastantes sorpresas dentro del nuevo espectáculo y tengo muchísimas ganas y nervios de que la gente lo vea para que sepa que tienen Boye para rato.
Tras todo este proceso, ¿crees haber encontrado la respuesta sobre a dónde vamos? Y tú, como artista ¿hacia dónde crees que te diriges este 2024? ¿Cuáles son tus metas para este año?
Es imposible saber a dónde vamos. Como artista, me gusta hacerme preguntas y no tanto encontrar respuestas. Creo que tenemos la veleta totalmente confundida por el viento y la brújula perdidísima, tanto a nivel individual como sociedad. Mi generación se enfrenta a decisiones difíciles: ¿queremos tener hijos, formar una pareja, cambiar de trabajo? Personalmente, también necesito recurrir al pluriempleo porque sé que los trenes solo pasan una vez. Me encanta lo que hago pero eso significa que estoy todo el día currando. Ya no sé si es amor, necesidad o vicio. Hay una especie de caos social y mental que hace que no tengamos ni idea de hacia dónde vamos.
Como artista intento trabajar con mini objetivos, en este caso era un disco, hacer giras nuevas, lograr que mis propios músicos crearan canciones conmigo, intentar hacer que la fanbase aumentase, crecer como compositor. De momento, poco a poco, los estamos cumpliendo. Los grandes objetivos nunca te los diré porque son el motor que me hace seguir.
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