Situada en algún lugar entre la fotografía documental y la fotografía artística, la obra de Berenice Abbott (Springfield, Ohio, 1898 – Monson, Maine, 1991), es una de las más icónicas de la fotografía norteamericana de la primera mitad del siglo XX. Hasta el próximo 19 de mayo, la Fundación Mapfre en Barcelona acoge Berenice Abbott. Retratos de la modernidad, su mayor y más cautivadora retrospectiva, capaz de deleitar con su corpus de trabajo, que retrata de manera excepcional la modernidad de un nuevo siglo.
“Mujer libre que ejercía su libertad”. Así la presentaba Nadia Arroyo, directora de Cultura de la Fundación Mapfre. Berenice Abbott estudiaba para periodista cuando por el camino fue sorprendida por la fotografía. Tras descubrir que esa era su vocación, y seguido de los cruciales viajes a Nueva York y posteriormente París, la joven fotógrafa –que cabe decir, no nació en el seno de una familia acomodada– empezó a moverse por lugares de encuentro de los artistas e intelectuales más vanguardistas del momento.
En Europa conoce a Eugène Atget, sin cuyo nombre la trayectoria de Abbott no puede concebirse. Por Atget sentirá un profundo respeto, considerándolo gran inspirador. Así se fue forjando una trayectoria profesional que se convertiría, eventualmente, en referente de la fotografía norteamericana de la primera mitad del siglo XX, capaz de vincular los círculos culturales de vanguardia parisinos y neoyorkinos de los años 20 y 30 y su entorno, constantemente cambiante.
Los retratos de Abbott son su rasgo más característico, y la idea de modernidad invade toda su obra. Desde retratos de los personajes más rompedores de la época, a la serie Nuevas mujeres, en las que fotografía figuras femeninas dispuestas a vivir al margen de las convenciones para salvaguardar su libertad. Retratada por Abbott estuvo también la fotogénica Nueva York. Por eso que nace el proyecto Changing New York, realizado entre 1935 y 1939, donde Abbott realiza la documentación fotográfica del crecimiento de la metrópolis a raíz de la Revolución Industrial. Un tipo de fotografía que, pese a su intención de rehuir las pretensiones artísticas y de los supuestos artificios del arte, es mucho más que fotografía documental.
La trayectoria profesional de Abbott se amplió, aún más, cuando en 1950 inició otro de sus grandes proyectos juntamente con el Massachusetts Institute of Technology (MIT), inaugurando, así, una nueva faceta en la que Abbott volvió a demostrar exquisita creatividad, imaginación y versatilidad, desenvolviéndose grácilmente al fotografiar distintos experimentos y fenómenos científicos.
Quizás es por esto, por su destreza y diversidad estilística, que Abbott sigue siendo, hoy en día, referente e icono en la historia de la fotografía, por lo que ha recibido distinción y reconocimiento; en 1959 fue situada entre las diez mejores fotógrafas de su país por la asociación Professional Photographers of America. En 1983, Abbot se convirtió en la primera fotógrafa admitida en la American Academy of Arts and Letters, y posteriormente, en 1988, el gobierno de Francia la nombró Officier des Arts et Lettres. Abbot también recibió el reconocimiento del International Center of Photography de Nueva York, que la galardonó con el premio Master of Photography en 1989.
“Era moderna incluso antes de conocer la modernidad”, apunta Estrella de Diego, comisaria de la exposición. Moderna, libre y con confianza para poder tantear y vacilar con la dualidad de las fotografías documentales y los proyectos artísticos, desdibujando la línea entre lo documental, lo autobiográfico y artístico. “Pese a que su vocación es documental, su fotografía es muy artística” explica de Diego. Berenice Abbott. Retratos de la modernidad cuenta con casi doscientas fotografías de época, convirtiéndose en la mayor retrospectiva de Abbott que se organiza en España.
La exposición Berenice Abbott. Retratos de la modernidad se podrá ver hasta el 19 de mayo en la Fundació Mapfre Casa Garriga i Nogués, carrer Diputació 250, Barcelona.