El norte de África; ese era el destino de Aylen Torres. Pero no es ninguna sorpresa que la llegada del Covid-19 haya trastocado nuestros planes por completo. La fotógrafa tendrá que esperar hasta poder pisar el territorio africano pero, mientras tanto, ha recurrido a su cámara para no tener que renunciar del todo a la vida, a las luces y a los colores de este continente, al que espera volver tan pronto como sea posible.
La cuarentena se interpuso entre Aylen Torres y África. Sin embargo, cuando supo que no podría viajar, no quiso renunciar a la idea de homenajear ese no viaje. Por eso, apurando hasta el último momento, el día antes de que se declarara el confinamiento visitó su estudio por última vez para crear una serie de imágenes de bodegones que transportan a África a cualquiera que las vea y a las que puede definirse como “una tarde soleada en un zoco”. Fue un proyecto hecho precipitadamente y con mucha espontaneidad, en el que, además, hubo más artistas implicadas: la estilista Pipi Amuchastegui y la set designer Magalie Denoue.
Entre todas se encargaron de reunir elementos que recordaran, por alguna razón, al territorio que tenían en mente para el proyecto. Desde frutas y flores que, por suerte, pudieron comprar apuradamente, hasta objetos personales de los propios integrantes del equipo –de viajes anteriores, conseguidos en mercados de pulgas, encontrados paseando… Para reflejar “la libertad y la sensación de estar en otro lugar, el poder de transportarnos que tienen los objetos”, algo que, teniendo en cuenta las circunstancias, se hace muy necesario.
Aunque es más habitual ver el nombre de Aylen Torres ligado a las instantáneas de moda, no es la primera vez que hace este tipo de fotografía. “Los bodegones forman parte de mi trabajo desde siempre”, nos dice. En sus editoriales siempre suele haber algún bodegón o paisaje para ayudar a contextualizar la historia. Sin embargo, reconoce que es la primera vez que dedica una serie exclusivamente a los bodegones. Puede ser que, contra todo pronóstico, la cuarentena se haya convertido en un buen momento para sacarle partido a la creatividad.
La artista tiene otro ejemplo: ahora, además de organizar sus fotos, mirar viejos proyectos y buscar inspiración, está trabajando en una serie de collages. Creatividad, curiosidad y tiempo libre pueden dar buenos resultados, pero eso sí, como confiesa Aylen, sin presionarse más de la cuenta: “si te ocurre que quieres pasar todo un día mirando una serie, también me parece válido, es el momento de no meterse presión, de no calcular, de hacer los proyectos que quieras hacer realmente”.
Entre todas se encargaron de reunir elementos que recordaran, por alguna razón, al territorio que tenían en mente para el proyecto. Desde frutas y flores que, por suerte, pudieron comprar apuradamente, hasta objetos personales de los propios integrantes del equipo –de viajes anteriores, conseguidos en mercados de pulgas, encontrados paseando… Para reflejar “la libertad y la sensación de estar en otro lugar, el poder de transportarnos que tienen los objetos”, algo que, teniendo en cuenta las circunstancias, se hace muy necesario.
Aunque es más habitual ver el nombre de Aylen Torres ligado a las instantáneas de moda, no es la primera vez que hace este tipo de fotografía. “Los bodegones forman parte de mi trabajo desde siempre”, nos dice. En sus editoriales siempre suele haber algún bodegón o paisaje para ayudar a contextualizar la historia. Sin embargo, reconoce que es la primera vez que dedica una serie exclusivamente a los bodegones. Puede ser que, contra todo pronóstico, la cuarentena se haya convertido en un buen momento para sacarle partido a la creatividad.
La artista tiene otro ejemplo: ahora, además de organizar sus fotos, mirar viejos proyectos y buscar inspiración, está trabajando en una serie de collages. Creatividad, curiosidad y tiempo libre pueden dar buenos resultados, pero eso sí, como confiesa Aylen, sin presionarse más de la cuenta: “si te ocurre que quieres pasar todo un día mirando una serie, también me parece válido, es el momento de no meterse presión, de no calcular, de hacer los proyectos que quieras hacer realmente”.