Fire!! no es solo un festival de cine; es un espacio de resistencia cultural. Lo que empezó en 1995 como una muestra pionera por el Casal Lambda es hoy uno de los espacios culturales más vibrantes y necesarios del panorama audiovisual. A las puertas de su 30ª edición, su director, Antoine Leonetti, reflexiona sobre la evolución del cine LGTBQ+, la transformación del público, las nuevas sensibilidades y la urgencia de seguir creando imágenes que cuestionen, conmuevan y permanezcan.
Treinta años no pasan en vano, y mucho menos cuando se trata de una muestra que ha sabido crecer al ritmo de los cambios sociales, las tensiones culturales y los giros del lenguaje audiovisual. Fire!! ha hecho mucho más que acompañar el cine queer en su evolución; ha contribuido activamente a ampliarlo, desafiarlo y revisarlo. Desde su reivindicativa creación hasta su consolidación como espacio de referencia, el festival ha sido testigo y motor de una transformación que hoy en día sigue en marcha. Charlamos con Antoine Leonetti, su director, sobre el pasado, el presente y las urgencias del cine LGTBQ+ para el futuro.
¿Cómo presentarías el espíritu del festival para alguien que nunca ha asistido?
Lo primero, te vas a encontrar con lo mejor del cine LGTBQ+ mundial. Es un espíritu muy reivindicativo con películas muy rompedoras, títulos que intentan visibilizar el colectivo, y acompañado con muchas actividades complementarias. Especialmente esta edición, que cumplimos treinta años, es muy especial. El público podrá disfrutar de más actividades festivas.
Más allá de las proyecciones, Fire!! se articula como una experiencia cultural amplia, y como dices, propone un programa de actividades paralelas a lo largo del festival. ¿Cómo dialogan estas actividades con la programación cinematográfica? ¿Cómo se construye este hilo conductor entre el cine y lo que sucede fuera de la pantalla?
Este año hemos querido acompañar las proyecciones con una serie de actividades paralelas con el objetivo de expandir el espíritu del festival y generar otro tipo de encuentros. Por ejemplo, los sábados hemos organizado talleres de Tango Queer, enfocándose desde una mirada inclusiva. También hacemos un guiño al cine lésbico de esta edición con el Bingo Bollo Musical, que tendrá lugar el último día del festival, el domingo 15. Habrá canciones y música de las películas, y creo que va a ser muy divertido y con mucho humor. Además, en el centro LGTBI de Sant Antoni hacemos una mesa redonda temática centrada también en el cine lésbico, donde abordaremos los desafíos y logros de las mujeres cineastas que trabajan dentro de este ámbito.
Es una manera de visibilizar realidades que aún siguen enfrentándose a muchos obstáculos dentro de la industria. Y también tenemos el Fire!! Lab, para el que viene gente de toda Catalunya y de todo el país, incluso. Es un laboratorio de creación de cine LGTBQ+, con una duración de tres días, donde guionistas y jóvenes directores reciben clases para mejorar sus proyectos, y al final hacen un pitching delante de diferentes productoras que les puedan desarrollar el proyecto. En conjunto, todas estas propuestas complementan la programación del festival y refuerzan nuestra vocación por la formación y celebración del talento queer.
Fire!! nació y creció en Barcelona, una ciudad con una fuerte tradición y libertad creativa. ¿Qué papel juega la ciudad en la identidad del festival? ¿Qué crees que hace de Barcelona el lugar ideal para acoger una propuesta como esta?
Es un festival muy de Barcelona, hecho para la gente de aquí. Es el primer festival de cine LGTBQ+ de todo el Estado. Se creó en 1995, con lo cual son muchos años en la ciudad, y hay mucha relación no solo con el colectivo, sino también con el resto de la sociedad, y este siempre ha sido nuestro objetivo. Desde 2008, nuestro objetivo ha sido aliarnos con el territorio, con colaboradores no específicamente LGTBQ+, como Amnistía Internacional, Casa Asia o el Instituto Francés, donde hacemos las proyecciones. Con el CCCB, también hacemos cada mes de febrero Amors on Fire!!, un pequeño ‘best of’ de títulos anteriores. Nuestro objetivo es estar en toda la ciudad y alcanzar la mayor cantidad de público de Barcelona posible.
También intentamos programar cuantos más cortometrajes posibles de Catalunya y Barcelona. Pensamos que tenemos que ser un espacio para dar voz a los jóvenes creadores, en especial este año, porque en la sesión de proyección de cortometrajes son todos españoles, gran parte de los cuales de Catalunya. Nuestro objetivo es hacer participar el territorio con la gente que produce cine queer en Catalunya y en Barcelona en particular.
Con motivo del trigésimo aniversario, la selección de esta edición tiene un peso simbólico especial. ¿Cómo ha sido el proceso curatorial este año? ¿Qué criterios o intuiciones han guiado la programación en una edición tan significativa?
Hemos introducido Fire!! Focus, una sección efímera para esta edición, y es un pretexto para remarcar el aniversario, para poder definir a través de estas seis muestras cual es realmente nuestro espíritu. Son las películas de este año que más nos representan en cuanto a atrevimiento, independencia, activismo, creatividad. Las que más llevan nuestra llama. Hemos agrupado estas películas en una sección simbólica.
También hemos añadido una sección especial dedicada al cine argentino. Hacía ya mucho tiempo que queríamos hacerlo, hay mucho cine argentino y muy bueno de temática LGTBQ+. Queríamos hacerlo especialmente este año por la situación política del país. Hay muchos recortes para la industria y era importante demostrar las buenas producciones que hacen. Queríamos hacerle este homenaje.
Desde 1995 hasta hoy, la sociedad ha avanzado en muchos aspectos, aunque todavía persisten prejuicios y resistencias . En estos treinta años de recorrido, ¿qué papel crees que ha jugado el cine LGTBQ+ en esa transformación social? Muchas películas que en su momento fueron consideradas pioneras hoy pueden resultar desfasadas. ¿Cómo gestiona un festival como Fire!! esa evolución del discurso sin perder de vista la memoria ni la mirada crítica?
Creo que ha habido una evolución en tres direcciones clarísimas. Al menos, desde que yo empecé en 2008, aunque también sé cómo era antes. La primera gran evolución sería la calidad, cada vez tenemos más calidad en películas de esta temática de gran público. Los festivales de cine LGTBQ+ son todos muy recientes. El primero es de 1976, y antes de ese año no había nada de cine queer, simplemente era imposible hacer un festival porque no había material.
Los primeros festivales empezaron en Estados Unidos, y en Europa a finales de los 80, principios de los 90, fue cuando empezaron a crearse. Cada vez había títulos más interesantes que justificaban un festival de este tipo. Y fue el caso del Casal Lambda, que es nuestra entidad, que tomó la iniciativa en 1995. Pero al principio, aunque fuera posible, era muy difícil tener un festival de gran envergadura por la poca cantidad de películas de buena calidad. Pero esto ha evolucionado muchísimo. Ahora hay mucho material internacional y hacer un festival como el nuestro no es difícil.
¿En qué más ha cambiado?
La segunda evolución han sido las películas de temática lésbica. Al principio eran sobre todo producciones de películas sobre hombres, y era difícil encontrar films de mujeres o hechas por mujeres que fueran de calidad, y que no tuvieran un final dramático. Pero como digo, esto ha evolucionado mucho, ¡y menos mal! Aunque aún no hay tanto volumen como las películas sobre hombres, hoy en día ya podemos hacer una selección relevante de films sobre mujeres. Aún así, hay mucho menos cine bueno de temática lésbica, y menos mujeres en general que hacen cine, y en particular cine lésbico.
Por último, la tercera evolución es sobre las personas trans. Al principio había muy pocas películas que tocaban este género y todas eran muy dramáticas, limitaba mucho los temas de las personas trans a la prostitución, situaciones muy extremas y personas muy marginadas, y esto está evolucionando igual que la sociedad, y el cine lo refleja. De hecho, abrimos este festival con una película increíble, Tesis sobre una domesticación.
¿Qué tipo de personajes o narrativas te parecen más urgentes hoy en día dentro del cine queer? ¿Crees que sigue habiendo vacíos de representación?
Creo  que una de las películas más relevantes en cuanto a representaciones necesarias es la que he mencionado antes, Tesis sobre una domesticación, del director argentino Javier van de Couter. Está basada en una novela de Camila Sosa Villada, escritora y actriz trans, que protagoniza la película. Aunque no se trata de una autobiografía, la película presenta a una mujer trans con una carrera exitosa, que se enamora de un abogado, adoptan un niño y construyen una familia. Todo desde su propia manera de entender el mundo, sin someterse a imposiciones o renunciar a su identidad. El retrato que ofrece es de una figura poderosa, compleja y profundamente libre.
Hace veinte años, una historia así hubiera sido impensable. De hecho, podríamos decir que la primera gran película que abrió camino en este terreno fue Una mujer fantástica, de 2017. Aún así, hoy seguimos viendo a menudo personajes trans enfrentándose a entornos hostiles o narrativas trágicas. En cambio, Tesis sobre una domesticación propone un papel hiperpositivo, muy abierto, declarado y empoderador para otras personas trans.
También, todo el tema de las personas bisexuales es muy complicado, y hay pocas películas que tocan el tema de la bisexualidad. hay visiones muy polarizadas, o totalmente homosexual o heterosexual, y la bisexualidad quizás es más difícil de representar en el cine. Las personas intersexuales tampoco están muy representadas. Sí que a veces tenemos documentales, pero cintas de ficción es más complicado y no llegan muy a menudo.
¿Qué película de esta edición es especialmente relevante con el contexto social y político actual?
Hay una película en particular que a mí me gusta muchísimo, y que creo que es importante resaltar en la actualidad. Se llama Cactus Pear, del director Rohan Parashuram Kanawade, pero es una coproducción entre la India, Inglaterra y Canadá. Cuenta la historia de un chico que vive en Bombay y tiene que volver a su pueblo nativo para estar con su madre, porque su padre ha fallecido recientemente. Él es gay, pero no puede expresarlo abiertamente en un entorno rural como ese, donde predomina el estigma y el rechazo, incluso por parte de su madre, que desconoce su orientación. Durante su estancia, se reencuentra con un amigo de la infancia, y poco a poco descubrimos que entre ellos hubo algún tipo de relación, durante la adolescencia. En ese reencuentro surgen nuevos sentimientos entre ellos.
Es excepcional a nivel cinematográfico. Es una de las películas que más nos gustan, no solo por esta gran calidad, sino también muestra un tema que no se toca nunca, sobre la ruralidad en la India, en un país donde el tema de la homosexualidad está teniendo avances pero no en los lugares más rurales. Es también muy relevante porque muchas veces de la India nos llegan películas, pero son siempre estilo Bollywood o menos profundas, y esta película en particular sí que es muy real, profunda y positiva. Creo que da esta abertura tan necesaria a este mundo no tan conocido.
A lo largo de estas tres décadas, el cine LGTBQ+ ha cambiado notablemente, y con él, también lo ha hecho su público. ¿Cómo ha evolucionado el perfil de las personas que asisten a Fire!! desde sus inicios? ¿Qué nuevas generaciones, sensibilidades o demandas han ido apareciendo con el tiempo, y cómo responde el festival a esa transformación constante en la forma de mirar y relacionarse con las historias queer?
La evolución ha seguido nuestra voluntad de abrirnos a toda la sociedad. Definitivamente el público es mucho más diverso que antes, y aunque sea muy difícil hacer una evaluación rigurosa de quien viene, yo creo que se ve. Cada vez más amigos o familiares de personas del colectivo vienen y hacen que el festival sea más amplio. También se han ampliado las edades. Quizás antes el festival estaba más dirigido a gente de treinta y cuarenta años, y ahora hay cada vez más jóvenes que vienen, cosa de la que me alegro muchísimo. El espectro se ha ensanchado mucho, esa es quizá la evolución más clara. A nivel de perfiles socioculturales, se ha diversificado mucho.
La llama de Fire!! parece no apagarse nunca. ¿Qué crees que alimenta este fuego año tras año?
La verdad es que tenemos dos objetivos fundamentales y que marcan el norte de cualquiera de nuestras decisiones: la visibilización y la calidad. Dar a conocer las realidades y vivencias del colectivo LGTBQ+ y siempre con el compromiso de que sean de buena calidad. Esa es precisamente nuestra llama: mostrar películas de calidad que puedan formar parte del circuito convencional del cine. Pero la visibilización es nuestra parte más reivindicativa. Dar a conocer lo que son las personas del colectivo hoy en día, cuáles son sus inquietudes, las relaciones con sus familias, amigos y con las autoridades públicas. Intentar mostrar todas las perspectivas porque la aceptación viene del conocimiento. Trabajando con constancia, queremos que nuestra llama siga viva año tras año.
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Tesis sobre una domesticación
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The queen of my dreams