Con un panorama musical nublado por la urgencia de lo mainstream y las tendencias, cuesta encontrar espacios de intimidad y vulnerabilidad. Sin embargo, llega Antía Muíño, se envuelve en los acordes de una guitarra y aparece en Times Square. ¿Qué ha pasado? De buenas a primeras, puede sorprender que Spotify haya apostado por una lengua como el gallego o por un género que se mueve entre el jazz, el folk o la bossa nova. No obstante, ella nos cuenta que “al final, creo que, si la propuesta es interesante, no debería importar el idioma en el que lo comuniques”. No es el idioma, sino la intención, la calidad, el sentimiento. Hablamos con ella.
Antía, primero de todo, ¿cómo ha sido verte en ese pedazo de cartel en pleno Times Square?
Ha sido muy bonito y emocionante. Ver la portada de tu primer disco en uno de los lugares más icónicos del mundo es algo muy loco, a nivel personal y profesional. Y más allá de alimentar un poquitín el ego, lo que más me ha emocionado es la sorpresa de haber sido escogida, ente tantas y tantas artistas españolas, para ser la cara visible de la playlist Equal. Es algo que nunca hubiera imaginado cuando empecé a compartir mi música.
Hace nada, un año más o menos, que veíamos a Tanxugueiras reivindicar la ‘nova canción galega’ en televisión española y ahora Spotify te escoge como la cara visible de las mujeres en la música con su programa Equal. ¿Qué tal se lleva? ¿Consideras que el gallego está cada vez más aceptado musicalmente?
En este sentido, siempre digo que no me gusta ver a los idiomas como géneros musicales. Creo que, en el caso de la música tradicional, es más “fácil” que se acepten fuera del lugar de donde son originarias esas canciones, porque el idioma, el código, va unido indisolublemente al género. Es decir, si tú vas a ver un concierto de música tradicional ‘aceptas’ no entender de qué van a estar hablando las letras, porque igual te interesa más la música o lo que rodea a ese determinado estilo. En el caso de la canción de autor u otros estilos en los que el código de expresión es más definitorio, quizás cuesta más llevarlo fuera; y no hablo tanto de playlists o del mundo digital, sino de que te programen en otros circuitos. Es cierto que la acogida de Carta aberta está siendo muy buena y que he tenido la oportunidad de tocar en muchos espacios fuera de Galicia, y me encantaría seguir creciendo en este sentido, porque mi vocación siempre ha sido la de hacer música para el mundo. Al final, creo que, si la propuesta es interesante, no debería importar el idioma en el que lo comuniques.
¿Consideras que hay diferencias en la recepción de artistas independientes dependiendo del idioma o su género?
Puede ser. Creo que con ciertos estilos o géneros es más rápido, más inmediato el ‘éxito’. Pero esa inmediatez también corre el riesgo de que baje, de que pierda fuelle mucho antes. Por lo general, veo que con ciertos estilos hay que currarse las cosas más despacio, más a fuego lento, y me da la sensación de que así las carreras son más duraderas. No digo que lo consiga, pero por lo menos yo aspiro a eso, a que mi carrera y mi música sean duraderas.
Hace poco escuché una entrevista de un cantante que se llama RM donde decía que le asustó sacar una canción de más de cuatro minutos como sencillo porque el streaming castigaba a las canciones largas. Sin embargo, tu tema Carta abierta dura algo más de cinco y lleva un millón de reproducciones acumuladas. ¿Por qué la escogiste como canción debut? ¿Qué opinas de esa percepción de las canciones y los streams? ¿Te dio vértigo, también?
Sinceramente, la escogí porque fue de los primeros temas que compuse y de las primeras también que grabé. Al publicarla no tenía una aspiración o ambición concreta de colocarme en ningún sitio, por lo que no me dio vértigo, simplemente quería empezar a compartir mi música. Y sí, cuando la sacamos pensaba que en general no gustaría; como dices, es larga, y es una canción en la que la letra juega también un papel importante, por lo que pensé que quizás no interesaría fuera del público gallego. Pero sucedió todo lo contrario y me dio mucha confianza en cuanto a la viabilidad de mi proyecto. Creo que es una prueba de que, si la propuesta emociona o tiene algo diferente, puede llegar a mucha gente independientemente del idioma.
Pero ya no es solo la duración de la canción, sino el género. Últimamente, el folk, el jazz o la bossa nova son estilos que han quedado en un segundo plano frente a la dominancia comercial del trap o la electrónica. ¿Crees que situarte como cara visible de la nueva música española es una forma de reivindicar estos sonidos y volver a ponerlos en un primer plano?
Me encantaría que así fuera. Pero no trato de reivindicar nada, hago la música que sé hacer, de acuerdo con quien soy yo, a mi educación musical y a lo que escucho y me gusta. No hay nada extramusical que me motive para hacer lo que hago. No busco hacerme famosa o estar dentro de un circuito más mainstream. Evidentemente, quiero que me conozcan, pero solo porque esto me dará más oportunidades para lo que realmente quiero, que es labrarme una carrera sólida y duradera que me permita vivir dignamente de esto.
¿Qué te llevó a empezar en la música y por qué este sonido? Por ejemplo, corrígeme si me equivoco, me hace pensar en tardes en casa de los abuelos con Chavela Vargas de fondo.
La música ha formado parte de mí desde que tengo uso de razón; concretamente el canto. Cantar ha sido para mí tan natural como respirar. De ahí, siendo más mayor, empecé a estudiar guitarra en el conservatorio y eso me llevo a graduarme en Interpretación en el Musikene (Centro Superior de Música del País Vasco). También de pequeña tuve el contacto con la música tradicional, al estar en un grupo de cantareiras y pandereteiras muchos años. El porqué del sonido, nuevamente, porque es lo que sé hacer. No ha habido una previsión, un plan de negocio. Todo ha sido y es muy natural y orgánico. Esto es lo que puedo y me gusta hacer: pues vamos a compartirlo.
En este primer álbum, Carta aberta, recopilas tanto temas propios como versiones de canciones icónicas como La llorona, Cubanita –que rebautizas como Tango de Oural– o Un jeune fillete. ¿Cómo es que has optado por combinar ambas cosas?
Las tres son canciones que me han emocionado de distinta forma. Me gusta arreglar, transformar, reinventar canciones que han formado parte de mi vida musical. Tango de Oural me lleva a mi infancia, la cantaba con mi grupo de pandeireteiras; La llorona, porque siempre me ha emocionado, y no sé por qué, pero a través de ella puedo expresarme y emocionarme de una manera muy bestia. Une jeune fillette, me lleva a mi etapa más académica, cuando tocaba y estudiaba obras de guitarra clásica. Es una chanson del S. XV y la descubrí a partir de una versión para dos laúdes del S. XVI. Dicho así suena super pedante, pero la canción es muy transparente y bella, simple y a la vez profunda. Y me encanta poder nutrirme de esta belleza y utilizarla para transmitir algo nuevo.
¿Cómo describirías Carta aberta, el álbum?
Carta aberta son once canciones en las que me muestro de un modo muy transparente, en el que he tenido una libertad absoluta para grabar lo que he querido y cómo he querido, sin pensar en nada extra musical. Un disco que trata de reflejar el sonido del directo, del aquí y ahora, de lo natural, lo sentido, lo bello. Es totalmente mi carta de presentación: este es mi sonido, así compongo, así canto y así toco la guitarra.
Por último, ¡estás de gira! ¿Dónde podemos verte?
Este último año, en el que ya he ido paseando muchos de los temas de Carta aberta, he tenido la suerte de tocar en diferentes puntos de la península (Galicia, Euskadi, Madrid, Portugal, ...). La gira oficial ha comenzado hace unos días en Donostia y haremos presentación también en Galicia. Estamos trabajando para poder presentarlo en otros puntos de la península en los que todavía no hemos tocado nunca. ¡Cruzamos los dedos para poder hacerlo cuanto antes!