El espacio de creación independiente Navesierrra, situado barrio de Fuencarral (Madrid), abrió por primera vez sus puertas en mayo de 2023. Dentro de la línea curatorial del espacio, los directores, Aida Salán y Guillermo Esteban, explican que se suele apostar por artistas y obras contemporáneas de fuerte carga conceptual que, bien por su escala o por su complicado carácter de instalación, tienden a alejarse del formato comercial. Recientemente, han recibido una de las subvenciones a espacios independientes de creación artística 2024-2025 del Ayuntamiento de Madrid, con la cual podrán llevar a cabo una programación de exposiciones y eventos a lo largo de ese periodo. El primer proyecto de esta etapa se inaugura este jueves 10 de octubre de 19h a 22h: Photogrammetric Pack, la primera exposición individual de Andrea Muniáin (Tudela, 1994) en Madrid, que será visitable hasta el 20 de octubre de 2024.
Nos recibe el equipo de directores junto con la artista para analizar el conjunto instalativo que, a su vez, estrena su presencia en un ‘cubo blanco’. Así, comenzamos a caminar entre las grandes estructuras de metal, surcadas por luces de ferias: “Todo esto deriva de un interés constante por las relaciones entre lo físico y lo digital, pero ahora mismo estoy muy centrada en entender qué implica la fotogrametría de corto alcance, es decir, los escaneos tridimensionales de objetos físicos, a escala humana”, explica Muniáin. El proceso de copiar digitalmente cualquier cosa acarrea una serie de implicaciones sociopolíticas que condicionan su resultado: “La representación de las cosas cambia las cosas mismas”, defiende la artista.
Por otra parte, la muestra también explora “el giro, el gesto esencial de la fotogrametría, mediante la cual tienes que tomar fotografías o un vídeo 360º de ese objeto para capturarlo. Me parece interesante vincular estas cuatro esculturas a una serie de teletransportes, a cuatro formas diferentes de mirar”. Cada estructura se encuentra catalogada por una cualidad fotogramétrica en rótulos amarillos: potencial, simulación, provocación y loop. “Estas infraestructuras no funcionan por sí solas. Requieren de un objeto central que, en esta exposición, no está. No hay centros, pero sí un ‘rastro’ y esto viene de que esta exposición ‘estuvo capturando’ en otro lugar: Gabarderal [Navarra] que significa ‘rosal silvestre’. Fue un pueblo de colonización, donde la cuestión del agua fue crucial para su fundación. Tras el desarrollo del canal de las Bardenas por parte del régimen [franquista], abastecieron de agua una zona antes desértica, aunque las casas no tenían agua potable, ya que toda la infraestructura y desarrollo tecnológico estaba dirigido exclusivamente a la productividad”.
La joven artista continuó relatando que en los jardines del pueblo hay cuatro de esculturas de animales: el búho, el caracol, el lobo y el águila. Estas fueron talladas en unos pinos que se estaban pudriendo por el riego. Sin embargo, en la actualidad, se continúan estropeando por la humedad. Nuevamente, Andrea contrapone el agua y su conexión con la vida y la muerte, el pasado y el presente del pueblo: “Y por eso, la primera parada de este Photogrammetric Pack fue en esos animales”.
Se puede ver un lienzo del canal de las Bardenas, pintado por José María Arriazu, vecino del pueblo de Gabarderal, con motivo de la exposición. “Él siempre utiliza acuarelas y óleos para retratar el entorno, entonces, fue muy bonito poder generar una relación entre un lenguaje más contemporáneo y su propia práctica, mucho más vinculada a la representación del pueblo. Básicamente la incorporación del cuadro consigue que haya distintos códigos artísticos entrelazados en la misma infraestructura, generando diferentes posibilidades de conversación. La interacción de la pieza consiste en impulsar el mástil que une el cuadro con la estructura y girar, haciendo que el fondo de la figura central, aparentemente inmóvil, se mueva. Si siguiéramos el giro del fondo, se construiría una ficción visual de movilidad del objeto que no está”.
Por otro lado, el giro fotogramétrico va ascendiendo para poder plasmar todos los planos del objeto, porque “al solidificar el gesto de giro en vertical, aparece la figura de la espiral, una pieza flotante, aparentemente inmaterial, sin peso”. La artista explica que, aunque en su momento las obras se vincularon a las esculturas del pueblo, la propuesta Photogrammetric Pack funciona como una infraestructura de giros, en búsqueda de otros centros que capturar."
En efecto, a su lado, se encuentra la alusión más directa a las atracciones de feria: una especie de fusión entre simulador y carrousel de parque, cabalgada por dos lunas enfrentadas en los extremos; cada luna, con un gran ojo donde la pupila reproduce un vídeo con la escultura del búho, girando debajo del mar en un torbellino de rosas. “Si tú giras las lunas a la par que ves vídeo, aparece, a través de la visión subjetiva de la luna, un búho bailando, es como una ventana hacia un centro especulativo. La Luna sirve como metáfora para abrazar la subjetividad porque nunca muestra todas sus caras, entonces esto vuelve a enlazar con cómo la fotogrametría intenta producir otra realidad que no es del todo veraz. Algo que muestra y no muestra”.
La artista también cuenta que cuando activaron las piezas en Gabarderal, empezaba a sonar la canción de La Sirenita (1989), Bajo el mar, de nuevo como narrativa que parte de lo popular para retornar a lo popular: “Hay algo en la localidad o en el acercamiento pop que, como hablábamos antes, permite abrir otros diálogos. Se trata de entender lo popular como otra capa de lenguaje”, declara Muniáin.
“También queda en esta obra un rastro de la parada en Gabarderal. Se muestra el perímetro recortado de un caracol en simetría”, señala la artista. Efectivamente, no estaba presente la escultura, pero sí su contorno mediante unas láminas móviles de metal, cuya instalación está coronada por una gota de agua. “Lo que hace es materializar el espacio vacío que queda entre el giro que tú harías fotogramétricamente y el objeto que quedaría en el centro”.
Investigaciones e influencias previas
“Yo tengo formación como arquitecta”, concreta Muniáin, “por lo que he trabajado mucho la construcción desde lo físico, lo tangible. De hecho, en una de mis primeras investigaciones como propuesta artística, buscaba entender la imagen del cuerpo como un material constructivo en el espacio. Era un traje coronado por dispositivos móviles que grababan en vivo el cuerpo del portador. Paralelamente, estas imágenes recolectadas se proyectaban en un cubo blanco donde se encontraba la persona, construyendo con la imagen visual un espacio de auto-concepción aumentada, un lugar donde verse exageradamente”.
La artista manifiesta que aquello le llevó a explorar la descarga digital dentro de la arquitectura, sobre cómo este gesto universaliza la arquitectura, y de ahí, a la fotogrametría de corto alcance. “Algunas de las estrategias que se pueden ver habitualmente en mis obras son, por ejemplo, trabajar con superficies bidimensionales, con impresiones, para construir una ficción tridimensional. En este proyecto igual no es tan directa esa ficción, pero en DILSS. Digital Intercontinental Large Supermarkets, utilizo unas lonas impresas que generan el trampantojo de estar dentro de un supermercado, replicando la ficción tridimensional de la pantalla. Otro ejercicio habitual es el de mapear conexiones de situaciones concretas, como la del agua y las esculturas de madera de Gabarderal, para construir narrativas que conecten distintas escalas, agentes e infraestructuras. En este aspecto, sin duda, Hito Steyerl es uno de mis referentes en el campo de la construcción narrativa y las influencias de lo digital”.
Asimismo, la artista explica uno de sus últimos trabajos de investigación, realizado junto a Paula Ramos Mollá, El giro fotogramétrico: truncando el 3D, que se publicará próximamente en Bartlebooth, una editorial especializada en arquitectura experimental. En el libro, Muniáin y Mollá investigan distintas perspectivas críticas en relación con la fotogrametría y la construcción volumétrica digital. En este punto, “la relación directa entre original y copia que genera la fotogrametría es clave para revelar relaciones de poder que nos atraviesan constantemente en lo físico. Jara Rocha y Femke Snelting están presentes en el libro gracias a unas conversaciones desarrolladas junto a otras personas admiradas”.
“Una anécdota que mencionaron y que me parece muy relevante es que el Musée du Quai Branly de París decidió devolver setenta mil piezas de la colección del África Subsahariana en 2020. No obstante, la condición era quedarse con los modelos digitales de las piezas, con sus derechos digitales. Entonces, de repente ahí la volumetría 3D es una evidencia total de la necesidad de propiedad, a pesar de haber devuelto los objetos físicos”, relata la joven artista.
También cabe destacar la influencia de trabajos previos en la trayectoria de Munáiz: “Tengo muy presente la herencia de lo que he ido haciendo, los gestos que he hecho. Es decir, cuando te involucras en procesos de otras personas hay gestos, formas de hacer, que aparecen gracias a esa relación. Justo ahora que hablabas de los enchufes, de la electricidad de la pieza, me he acordado de uno de mis primeros trabajos con Takk, en el que sin exagerar pude estar dos días completos haciendo enchufes y conectando luces. Sin duda los gestos de esos días forman parte de mis piezas a día de hoy. Me parece muy bonito cómo esas formas de hacer, esos gestos, te van constituyendo y se van quedando”, concluye Andrea Muniáin.
Y se hizo de noche, entre giros, trampantojos y luces de feria.