Si te gusta el arte contemporáneo, esta es tu expo. Y si no te gusta para nada, crees que es demasiado conceptual, y que un niño de cinco años podría ‘haber hecho esto’, esta es tu expo también. Más incluso, te diría. Hasta el 2 de julio, la Fundació Joan Miró de Barcelona presenta Amigos imaginarios, una muestra colectiva de artistas como Polly Apfelbaum, Afra Eisma o Kasper Bosmans, cuyo objetivo es apelar a todos los públicos y acercarles a las prácticas artísticas actuales para desmitificar el aura de hermetismo que, demasiadas veces, las rodea.
Que sí, que los griegos esculpían super bien. Y los renacentistas pintaban mejor, vale. Pero, ¿qué pasa con el arte más allá de la técnica? ¿Con las experiencias, los pensamientos, la intención, las ideas, el punto de vista del artista más allá del encargo del mecenas o el mandamás del momento? Las vanguardias del siglo pasado nos han demostrado que un urinal puede ser una pieza de arte, al igual que lo puede ser una pareja abofeteándose (gracias, Marina y Ulay).
Todo sea dicho, en Amigos imaginarios no verás ni urinales, ni bofetadas, ni nada que se le parezca. La exposición, comisariada por Martina Millà y Patrick Ronse, presenta nueve instalaciones que invitan al diálogo, a la colaboración y a la participación. En palabras de los comisarios, el objetivo es “estimular la mente y los sentidos, fomentar el acceso a dimensiones imaginativas, generar sensualidad, destruir clichés y prejuicios limitantes y crear energías positivas” a partir de obras que interpelan el espíritu lúdico de los visitantes de una forma viva y divertida.
Desde los cachorros de oso polar revestidos de plumas multicolor de la artista italiana Paola Pivi hasta el sofá gigante en vinilo rojo de la artista suiza Pipilotti Rist, que te hace sentir como la Alicia empequeñecida antes de entrar al mundo de las maravillas, o incluso la piscina de globos gigantes de Martin Creed, las nueve instalaciones están pensadas para jugar, pensar, sentir, reflexionar, hablar y disfrutar. En ellas, los artistas exploran temas como la democracia, la claustrofobia, el juego, la necesidad de protección, los sueños, o el feminismo.
Así que ya lo sabes, es hora de dejar los prejuicios en casa y pensar en una expo como un plan divertido, perderle el miedo al cubo blanco, e ir a explorar la cara más simpática y divertida del arte contemporáneo.
Todo sea dicho, en Amigos imaginarios no verás ni urinales, ni bofetadas, ni nada que se le parezca. La exposición, comisariada por Martina Millà y Patrick Ronse, presenta nueve instalaciones que invitan al diálogo, a la colaboración y a la participación. En palabras de los comisarios, el objetivo es “estimular la mente y los sentidos, fomentar el acceso a dimensiones imaginativas, generar sensualidad, destruir clichés y prejuicios limitantes y crear energías positivas” a partir de obras que interpelan el espíritu lúdico de los visitantes de una forma viva y divertida.
Desde los cachorros de oso polar revestidos de plumas multicolor de la artista italiana Paola Pivi hasta el sofá gigante en vinilo rojo de la artista suiza Pipilotti Rist, que te hace sentir como la Alicia empequeñecida antes de entrar al mundo de las maravillas, o incluso la piscina de globos gigantes de Martin Creed, las nueve instalaciones están pensadas para jugar, pensar, sentir, reflexionar, hablar y disfrutar. En ellas, los artistas exploran temas como la democracia, la claustrofobia, el juego, la necesidad de protección, los sueños, o el feminismo.
Así que ya lo sabes, es hora de dejar los prejuicios en casa y pensar en una expo como un plan divertido, perderle el miedo al cubo blanco, e ir a explorar la cara más simpática y divertida del arte contemporáneo.