Tristemente, la realidad comercial de la mayoría de ciudades es la de un modelo de tienda abarrotada, que abruma al consumidor nada más entrar con la desaforada cantidad de productos. Puede que espacios como Amen sean la respuesta adecuada contra ese modelo. Sea como sea, la tienda es de visita obligada para cualquiera que se encuentre en Madrid. Hablamos con Rocío Mendivil, la artífice de todo, para que nos enseñe un poco más acerca de Amen.
¿Qué se entiende por concept store? Vosotros preferís llamarlo state of mind, ¿por qué?
Hoy en día a cualquier tienda que vende un poco de todo la llaman concept store. En sus orígenes eran tiendas que tenían un hilo conductor, un concepto que daba sentido al espacio. Nosotros hemos tachado la palabra concept store para hablar de “estado de ánimo”. No queremos que Amen sea un espacio estático que nace con una idea, sino un espacio que se va adaptando a los cambios, a las modas, a la gente.
Ya sabemos cuál es la esencia de esta tienda, pero nos queda un detalle muy importante por conocer: ¿por qué Amen?
Montar este espacio ha sido una experiencia muy dura para mí a nivel físico y emocional. No conseguí suficiente financiación, así que me tocó aprender a enyesar muros, poner molduras, picar ladrillo, lijar suelos... fui un obrero más. A nivel personal estaba pasando por un momento muy complicado. Estuve tantas horas encerrada en ese local imaginando lo que podría ser, que cuando esa etapa terminó, pensé: “Amen, que así sea”. Que todo lo que he “rezado” se haga realidad. Asimismo, el ave fénix simboliza el renacer y el comienzo de una nueva vida.
El local y el interiorismo juegan siempre un papel muy importante, pero en este caso se nota especialmente, ya que el espacio en sí a menudo destaca más que el propio producto. ¿Cómo se concibió y cobró vida el universo Amen?
Vivimos en un mundo en el que, en mi humilde opinión, se ha perdido la esencia de las cosas. Las tiendas son máquinas de vender donde el producto se coloca para no perder un solo metro cuadrado del local. Masificación absoluta. La gente, cuando ve desde fuera Amen con una entrada tan diáfana, con tanto espacio vacío, piensa que no va a poder comprarse nada, o que no es una tienda sino una instalación artística. Los espacios diáfanos se asocian a lujo. Poco producto, una talla por prenda. Espacios amplios donde se puede casi pasear. Utilizamos los códigos de las tiendas de lujo para vender productos con precios populares.
Este espacio es, además de cuidado, plenamente polivalente. ¿Cómo cobra sentido una galería de arte dentro de vuestro comercio?
Ahora es galería de arte, pero otro día serán clases de dibujo, y otro serán charlas o una presentación. En breve tendremos una clase de yoga con brunch. Queríamos mantener un espacio de la tienda libre para generar contenidos y tener algo que contar a nuestros clientes. Es bonito ver cómo la gente se sienta a ver los cuadros de la galería y se toma un respiro.
Al tener un número limitado de productos, e interpretando la importancia que tiene cada uno de ellos, nos surge una pregunta: ¿cómo eliges qué productos llevas a la tienda? ¿Te has quedado con ganas de alguno?
En realidad parece que hay poca ropa porque sólo exponemos una talla por prenda. Si sacásemos todas las tallas del almacén, el espacio dejaría de ser tan limpio visualmente. Es una excusa además para romper la barrera de comunicación con el cliente y entablar una conversación. Nos gusta ayudar y escuchar a los que vienen a vernos. Siempre se generan historias bonitas cuando te implicas en las ventas y no te limitas a dejar al cliente perderse por la tienda. Muchos clientes ya nos conocen por nuestros nombres y nosotros los suyos, y eso me gusta.
“Utilizamos los códigos de las tiendas de lujo para vender productos con precios populares.”
¿Abrir Amen supuso un riesgo o simplemente te dejaste llevar?
Siempre que montas un negocio te juegas mucho. Siempre hay riesgo. Cuando los negocios se montan sin riesgos, sin miedos, se montan con menos pasión y sobre todo con menos cabeza. El riesgo forma parte de los negocios desde que los abres hasta que los cierras, desgraciadamente nunca desaparece, pero es lo que te mantiene alerta y con la adrenalina a flor de piel.
A día de hoy, ¿crees que ha tenido la aceptación que esperabas?
Ha tenido más aceptación de la que me esperaba, la verdad, y espero que podamos seguir sorprendiendo a todos los transeúntes que pasan por San Andrés. Poquito a poco vamos encontrando marcas mejores, productos brillantes y pensando un actividades interesantes. ¡Nos queda tanto por hacer!
Hablando un poco de urbanística, ¿qué papel ha jugado el barrio? ¿Crees que hubiera funcionado de la misma manera en otro sitio?
Malasaña es el lugar perfecto. Yo diría que es el barrio donde pasea la gente más auténtica de Madrid. Teníamos que estar aquí.