De pequeña soñaba con que su Barbie era una exitosa abogada neoyorquina. Hoy, ella es quien saborea el triunfo de su trabajo en la Gran Manzana. Esta es una historia que habla de cómo un fracaso se convirtió en la gran oportunidad, para Almudena Alcaide, de hacer realidad sus sueños. La diseñadora de Almu Lingerie trabaja la lencería con un objetivo firme: que, al vestirla, acaricie la piel. Conozcamos algo más sobre ella, sobre su firma y sobre el valor del fracaso para alcanzar una vida soñada.
Háblanos del momento en el que decides que vas a llevar a cabo tu propia firma de lencería. ¿Te acuerdas de dónde estabas, qué hacías, quién fue la primera persona que lo supo…?
Pues la verdad es que no lo decidí en un momento exacto, sino que llegar a esta conclusión me llevó varios años. Cuando lanzamos la empresa, mi madre me recordó que yo le decía, cuando todavía estaba estudiando moda, que eso era precisamente algo que quería hacer antes de cumplir 30 años. La verdad es que yo no me acuerdo de esta conversación, pero supongo que fue ahí cuando mi cabeza empezó a pensar en abrir mi propio negocio. Durante los siguientes años fui aprendiendo el oficio, estudiando, trabajando, indagando, leyendo y así, poco a poco, esta ilusión se fue materializando. Cuando disponía de tiempo libre buscaba proveedores, indagaba con patrones o técnicas de tinte. En el verano de 2012, la empresa para la que trabajaba tuvo que hacer reestructuraciones y esto me permitió volver a España una temporada, conocer la fábrica donde empezamos nuestra producción, hacer los primeros prototipos… y fue entonces cuando fundamos la empresa. Volví a NY después del verano y la empresa para la que estaba trabajando decidió que quería volver a contratarme. Yo acepté, a cambio de que me dejaran tener el mes de diciembre libre para poder lanzar la primera línea. Y así surgió Almu Lingerie.
Tu firma de lencería supone el retorno a la tradición manufacturera, al proceso delicado y selectivo de la confección de cada prenda como algo especial y único. Háblanos un poco de esta gran diferenciación que caracteriza a Almu Lingerie.
Sí, es cierto que este proceso de casi artesanía es lo que caracteriza a Almu Lingerie. En el mercado actual, casi toda la lencería de encaje está hecha con polyester o con nylon. Estos tejidos sintéticos no permiten respirar a la piel. Quería ofrecer al mercado un producto deseable pero que a la vez fuese saludable y agradable al tacto. Yo he tenido problemas de piel durante toda mi vida, por lo tanto este factor del diseño era muy importante para mí. Por otro lado, la forma en la que se tiñen los tejidos puede ser muy dañina, ya que muchos de los productos químicos son nocivos para la piel: por eso nuestro producto está teñido a mano.
Además, me siento muy orgullosa de poder haber fomentado y reanimado a pequeña escala la industria nacional. Poder haber colaborado con unas costureras extremadamente trabajadoras y hábiles es fundamental para la producción de un artículo de calidad. Dado que el encaje, el tulle y las sedas que utilizo no tienen elasticidad, hemos tenido que trabajar mano a mano hasta conseguir que la hechura de esta ropa fuese perfecta y, como el producto está confeccionado a baja escala, la atención al detalle de cada prenda es exclusiva.
Los diseños de la firma destacan por su atemporalidad: siguen un estilo entre retro y vintage, pero sin dejar de pertenecer al presente. ¿De qué manera refleja este estilo tu personalidad?
Creo que el diseño refleja 100% mi personalidad, porque ante todo soy una persona práctica y esto es lo que hace que estos diseños sean atemporales. Soy alguien con clara visión de futuro, pero respeto e inculco las buenas tradiciones. Y es esta mezcla de tradición, practicalidad y contemporaneidad lo que hace que estos diseños sean tan especiales.
En alguna ocasión has dicho que los sueños son una de tus mayores fuentes de inspiración a la hora de diseñar una nueva prenda. ¿Cómo son esos sueños?
Mis sueños son como películas que puedo rebobinar, pausar o acelerar. Son sueños donde la luz y los colores están muy presentes y son inspiradores. Incluso mis pesadillas parecen salidas de alguna escena violenta creada por Tarantino. Cuando estoy diseñando y no sé cómo resolver algún problema, suelo echarme una siesta o espero hasta la noche y, por lo general, las soluciones emergen en mis sueños. En la primera colección, mi madre y yo nos dedicamos a jugar con tulles que había teñido anteriormente y a hacer combinaciones de colores. Los coloqué en una cartulina y, esa misma noche, mi madre y yo soñamos con los colores: las dos supimos que esos serían los tonos de la colección.
Y, dejando un poco de lado el mundo onírico, ¿qué es lo que te inspira en la vida real?
Intento nutrirme día a día, aunque a veces uno puede llegar a saturarse en una ciudad como NY. Leo, voy a museos y galerías, paso tiempo en la naturaleza, cocino, veo una buena película, viajo. Al final, mis ideas son un reflejo de mí misma y de las cosas que hago en el día a día, y todo eso se va guardando en la mente y vas haciendo conexiones hasta que se materializa en forma de diseño.
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Llevas más de cinco años viviendo en Nueva York. El sueño de huir a la Gran Manzana para perseguir al destino es algo muy de película: cuéntanos la versión realista de tu historia allí.
Es cierto, supongo que vi demasiadas películas en los años 80 y 90 de pequeña sobre mujeres exitosas en la Gran Manzana. Es más: mi Barbie era una abogada con muchísimo éxito en NY (risas). La verdad es que, cuando estaba trabajando en Madrid, quería llegar a más y pegar un salto en mi carrera, pero no sabía a quién pedir consejo o cómo conseguirlo. Conseguí hablar con María Carretero, que era entonces la Directora de Moda en Telva. Y me dio un consejo que cambió mi vida: me dijo que recibía currículos como el mío de forma diaria, y que si quería pegar un salto debía irme a estudiar a Londres o a NY. Y eso hice: apliqué a la Parsons de NY, me aceptaron y me vine. Y lo cierto es que me enamoré de NY, de la gente, de la energía. No ha sido fácil muchas veces, sobre todo cuesta dejar a la familia y a los amigos de toda la vida atrás. NY es una ciudad en la que, cuando te sientes bien, te sientes en la cima del mundo, puedes con todo. Pero cuando estás mal, te arrastra hasta el pozo más oscuro y profundo que uno se pueda imaginar.
Ser emprendedor no es algo sencillo; es una decisión llena de riesgos y de sacrificios, pero también puede catapultarte allí donde soñabas llegar. ¿Consideras que tú ya has llegado al lugar que deseabas, o aún te queda mucho camino por andar?
Soy una persona tremendamente inquieta y siento que no he hecho más que empezar. Siempre hay nuevos retos, cosas que quiero aprender o emprender. Para mí esto es solo una losa más en el camino.
Como emprendedora con éxito, ¿qué les dirías a todos aquellos repletos de ideas que no se atreven a llevarlas a cabo por miedo a fracasar?
Que el fracaso es necesario para ser exitoso. Vivimos en una sociedad en la que la gente evita el fracaso como si de la peste se tratara pero, muchas veces, un momento de fracaso puede abrirte puertas a caminos que ni siquiera imaginabas. La historia que comentaba antes, sobre cuando me despidieron y empecé mi propia empresa, es un claro ejemplo de cómo un momento de ‘fracaso’ se puede convertir en la oportunidad de tu vida. Lo que te hace exitoso no es el no fracasar, porque todos nos encontramos con baches en el camino: lo que te hace exitoso es el cómo uno sobrepone sus obstáculos y avanza a pesar de las dificultades.
¿Cuáles han sido los cambios más notables para la firma desde su lanzamiento en diciembre de 2012? ¿Hay algo que no esperases y que haya acabado pasando?
Pues, más que cambios, ha habido una progresión: de empezar con una ilusión hasta tener mi propia empresa, clientes fieles, lanzar la venta online, hacer colaboraciones con fotógrafos fastuosos…
De qué manera afrontas el futuro, ¿a corto o a largo plazo? ¿Te gusta planear o dejar que, dentro de lo posible, todo vaya surgiendo poco a poco?
Desde pequeñita he sido muy sesuda y siempre me ha gustado planearlo todo al dedillo, hacer mis listas, mis calendarios, etc. Pero según me voy haciendo mayor, me voy dando cuenta de lo importante que es seguir nuestros propios instintos y dejar espacio para que cosas inesperadas sucedan porque, por mucho que planees el futuro, este puede tomar el rumbo opuesto, y hay que estar preparado para los cambios.
¿Cuál es el futuro más inmediato para Almu Lingerie? ¿Y para Almudena Alcaide, más en particular?
Para Almu Lingerie, el futuro es seguir empujando poco a poco y conseguir más clientes fieles, hacer alguna colaboración y poder seguir creando un producto tan especial.
En cuanto a Almudena Alcaide, el futuro ahora mismo es muy incierto: lo único que puedo hacer es seguir abriendo puertas y saber ver las oportunidades cuando se presenten ante mí.
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