No es arquitecto, pero pocas cosas le gustan más a Albert Florent que los edificios. Y también su conservación, claro. “Me afecta sobremanera la degradación del patrimonio cultural”, nos confiesa en esta entrevista. Pero lo que hace este pintor es plasmar sus edificios favoritos en lienzos, siempre con una alteración cromática que hace que su trabajo sea reconocible al instante. “Después de tanto trabajar con el rosa, ha pasado a formar parte de mi identidad”, explica.
Le Corbusier, Eileen Gray, J. L. Sert… Son muchos los arquitectos que enriquecen su imaginario, aunque detrás de cada edificio que pinta hay “una extraña atracción”, como nos dice. Graduado en Historia del Arte, su fascinación por la arquitectura se fusiona con su pasión por la pintura. El resultado es un cuerpo de trabajo que incluye edificios emblemáticos, pistas de tenis, e interiores tan ordenados como el de su propia casa.
En primer lugar, ¿cómo te presentarías a ti y a tu trabajo?
De una forma terriblemente sencilla: soy Albert Florent y soy pintor de arquitecturas e interiores.
Tu arte está intrínsecamente ligado a la arquitectura. ¿Qué es lo que te motivó a centrar tu obra en pintar edificios?
Soy graduado en Historia del Arte, hecho que permitió introducirme de una manera más profunda en la arquitectura, siendo esta la disciplina que más me ha atraído siempre junto con la pintura. También la sensibilidad por el patrimonio y la conservación. Me afecta sobremanera la degradación del patrimonio cultural.
¿Siempre ha sido este el enfoque de tu trabajo o antes pintabas otras cosas?
Como mucha gente, llevo pintando desde que era muy pequeño, pero cuando comencé a tomármelo más en serio lo hice proyectando interiores en pequeño formato y con un estilo muy primitivo, y de ahí pasé a las pistas de tenis y de frontón.
¿Cuáles dirías que son para ti las dificultades o retos de dedicarse a la pintura?
Encuentro que el principal reto sería el de siempre transmitir algo diferente al resto y que esta atención se convierta en un hecho prolongado en el tiempo, algo que, en la sociedad de la información en la que vivimos, cada día se antoja más difícil. O eso, o un apoyo económico o personal con el que no cuenta la mayoría de artistas.
¿Cómo organizas tu tiempo? Es decir, ¿cómo sería un día de trabajo con Albert Florent?
Partiendo del hecho de que soy una persona que se organiza muy mal, cuando pinto intento que no sea así, por lo que los días que dedico a la pintura son muy sencillos. Intento levantarme pronto para aprovechar la mañana y, después de ducharme y desayunar, me voy para el estudio, el cual se encuentra en frente de la Casa Vicens, a cuatro minutos a pie desde casa, una suerte.
Comienzo a trabajar entonces hasta la hora de comer, que suele ser pronto, a las 13:00. Después de comer vuelvo de nuevo al estudio y aquí ya depende del asunto en el que esté metido: si estoy preparando alguna exposición o algún encargo, suelo alargar un poco la tarde y, si estoy trabajando en algo que no me exige tanto, puedo acabar a las 18:30 o 19:00. Después intento hacer algún plan, el que sea.
Comienzo a trabajar entonces hasta la hora de comer, que suele ser pronto, a las 13:00. Después de comer vuelvo de nuevo al estudio y aquí ya depende del asunto en el que esté metido: si estoy preparando alguna exposición o algún encargo, suelo alargar un poco la tarde y, si estoy trabajando en algo que no me exige tanto, puedo acabar a las 18:30 o 19:00. Después intento hacer algún plan, el que sea.
Hay edificios que tienen un aura propia, llaman la atención. Otros pasan desapercibidos, pero tienen una gran historia detrás, por ejemplo. ¿En qué te fijas para pintar una casa o edificio? ¿Qué elementos entran en juego?
Explicar este hecho con palabras es muy complejo porque se trata más de una extraña atracción que de unas exigencias concretas, es algo más relacionado con las sensaciones. En un sentido práctico, podría hablar sobre todo de la pureza de las líneas, la historia que hay detrás del edificio, la historia del arquitecto o la arquitecta, el enclave o incluso la perspectiva de la foto.
Del modernismo al brutalismo, la arquitectura es tan rica y variada como cualquier otra disciplina artística. ¿Qué tipo de edificios o interiores son los que te atraen o satisface más dibujar? ¿Por qué?
En realidad intento no ponerme barreras, aunque casi siempre acabo cayendo en el racionalismo del siglo XX o en obras posmodernas. Lo primero que hago es un trabajo de investigación sobre un/a arquitecto/a o una corriente que me interese, y la posterior búsqueda de obras o edificios y perspectivas que se adapten a la vista que quiero pintar, siempre y cuando no pueda ir yo personalmente a fotografiarlo. Obviamente, influyen mucho la sencillez y la pureza de las líneas porque he adaptado mi proceso de trabajo físico a esta tipología. Podría decirse, mencionando a Adolf Loos, que el ornamento me sobra.
Le Corbusier, Ricardo Bofill, Eileen Gray, Mariam Kamara… Hay muchxs arquitectxs famosxs y cuyos edificios son emblemáticos. ¿Cuáles son tus profesionales favoritxs? ¿Y los edificios que más te gustan del mundo?
Es muy difícil tener favoritxs porque son muchxs, pero podría mencionar la Ville Savoye de Le Corbusier como un icono. También la figura de este, al margen de él como personaje, me parece clave en el cambio de paradigma de los años 20. Del mismo modo, la E-1027 house de Eileen Gray y la historia de cómo esta arquitecta le plantó cara a Le Corbusier me parece fascinante. La casa Rietveld Schröder house, los módulos que la componen y toda la historia que hay detrás de su construcción es muy interesante. Y por último, la obra de J. L. Sert me encanta.
Al margen de arquitectxs, me han influido mucho los postimpresionistas, sobre todo Matisse, Derain y Vlaminck. También los precisionistas americanos con Sheeler, Georgia O’Keefe o Crawford, y artistas actuales como Jon Koko o Danny Fox.
Al margen de arquitectxs, me han influido mucho los postimpresionistas, sobre todo Matisse, Derain y Vlaminck. También los precisionistas americanos con Sheeler, Georgia O’Keefe o Crawford, y artistas actuales como Jon Koko o Danny Fox.
La arquitectura es una manera de conocer un país, una cultura, una ciudad. ¿Qué ciudades/países en los que has estado crees que tienen una arquitectura más interesante a nivel artístico? ¿Y alguno en el que no hayas estado pero te encantaría?
Bueno, como he comentado antes, estoy obsesionado con la conservación arquitectónica y por ende, de las arquitecturas vernáculas y de todos los períodos anteriores al siglo XX, entre los que se encuentra el neoclasicismo. Aunque por cuestiones técnicas mis pinturas representen edificios aislados, le doy mucha mayor importancia al conjunto y a la armonía estética. En este sentido, creo que países como Francia han sabido mantener, en cierto modo, a través de legislaciones y otros criterios, el patrimonio arquitectónico que poseen, y a eso le doy mucho valor.
En cuanto al lugar donde me encantaría visitar, podría decir Hong Kong, por ejemplo. Me gusta mucho el universo de Wong Kar-wai y creo que es un lugar que me impactaría.
En cuanto al lugar donde me encantaría visitar, podría decir Hong Kong, por ejemplo. Me gusta mucho el universo de Wong Kar-wai y creo que es un lugar que me impactaría.
¿Varía tu manera de trabajar cuando lo haces por encargo?
Sí, aunque depende bastante del perfil del cliente. Hay algunxs que, partiendo de unos parámetros, te dan toda la libertad creativa. Sin embargo, hay otrxs que tienen unas ideas muy definidas y encorsetan bastante el proceso de trabajo, el cual pasa de ser más creativo a ser un ensamblaje de conceptos ya planteados. Tanto una forma como otra me aportan cosas.
Tus obras representan la realidad de los edificios alterada por el cambio de algunos colores. ¿Qué nos puedes contar de esta elección?
Cuando comencé a tomarme más en serio la pintura, lo hice inventando interiores donde jugaba aleatoriamente con las perspectivas y los colores. Como todo comienzo, esas primeras obras tienen ese carácter naive que forma parte del proceso de aprendizaje y del asentamiento en una forma de pintar determinada. Pasado un tiempo sentí una atracción extraña por los frontones, los cuales, sobre todo los vascos, tienen un color rosa particular. Después de pintar toda una serie de frontones, empecé a pintar edificios y fue precisamente esta transición la que me llevó a utilizar ese color rosa como sustituto del blanco.
Sustituir los blancos originales de los edificios dota a la escena de un carácter que genera impresiones diferentes, que no son la imagen de una mera representación de la realidad. Después de tanto trabajar con el rosa, ha pasado a formar parte de mi identidad.
Sustituir los blancos originales de los edificios dota a la escena de un carácter que genera impresiones diferentes, que no son la imagen de una mera representación de la realidad. Después de tanto trabajar con el rosa, ha pasado a formar parte de mi identidad.
Entiendo que esta pasión por la arquitectura se ve reflejada en tu propia casa. Háblanos de cómo el arte y la arquitectura influencian tu propio entorno.
Cada vez tengo más TOC con el orden y la sencillez, por lo que intento que mi casa contenga solamente lo necesario como para no perturbarme. Tenemos una librería que ocupa toda una pared y el resto está prácticamente en blanco. Creo que es un factor que nos lleva de nuevo al apartado que comentábamos anteriormente sobre la arquitectura vernácula, donde todo tiene un sentido porque se parte de los elementos que forman parte del entorno y nada destaca por encima del resto.
¿Qué te espera este 2024? ¿Alguna nueva exposición o proyecto interesante entre manos?
Le quiero dar prioridad a una exposición en la que llevo trabajando desde hace tiempo sobre los Poblados de Colonización Agraria, un mundo singular que sigue siendo muy desconocido hoy en día, donde unos arquitectos de los años 50 comenzaron a diseñar poblaciones de nueva planta siguiendo las directrices de la nueva arquitectura que ya se venía dando décadas atrás en el resto de Europa. Gracias a un amigo arquitecto, Sete Álvarez, que me explicó una serie de cosas en las que estaba trabajando, mi foco se posó en estos poblados y comencé a investigar. También, Luis Fernández-Galiano, de quien soy un gran admirador, con una de sus conferencias del ciclo Arquitectura en España. De la transición a la incertidumbre, me dio un empujón más.