El buen trabajo no va siempre ligado a la experiencia, sino a la creatividad y la perseverancia. A través de sus imágenes, Adriana Roslin –de tan solo 20 años– plasma el mundo tal como lo ven sus ojos (y los de muchos de su generación). Aunque a paso lento, cada vez es más evidente que la belleza está cambiando: lo bello es lo que nos hace diferentes. Con trabajos para renombradas marcas y revistas y una vida 2.0 con más de 55K en Instagram, Adriana es mucho más que una promesa de la fotografía de moda española.
¿Quién es Adriana Roslin? ¿Cómo te definirías a ti misma?
Fotógrafa del 94 en constante búsqueda del orgasmo visual. Menos es mejor. Me definiría como minimalista e impaciente.
¿De dónde viene tu pasión por la fotografía? ¿Sabías ya de pequeña que querías ser fotógrafa? Cuéntanos tus inicios.
Me di cuenta de que quería hacer fotos un día que pretendía inmortalizar algo y no pude por no tener una cámara; tendría 13 años. Nunca pensé en ser fotógrafa hasta que cumplí los 18, cuando estaba estudiando turismo y me di cuenta de que no me gustaba nada esa carrera y hacer fotos cada vez me llenaba más. Un día exploté y decidí dejarlo todo y ser fotógrafa. Un suicidio, vamos. Hacía fotos de eventos, le echaba mucho morro, hablaba con todo el mundo, usaba constantemente las redes sociales y de ahí saqué contactos, trabajos y grandes amistades.
¿Recuerdas la primera foto que tomaste? ¿Y tu primera cámara?
La primera foto que podría definir como artística y con la que nació mi obsesión la hice con 14 años. Es un close up de unas RayBan que llevaba un amigo mío y salía su cara desenfocada. La hice con una de las primeras cámaras compactas digitales que salieron, que enfocaban a la perfección los detalles, y me dejó flipada. Me di cuenta de que quería fotografiar detalles y cosas que me llamasen la atención. Me compré una Pentax semireflex, esa fue mi primera cámara.
¿Qué o quiénes te inspiran en tu trabajo? Fotógrafos, situaciones, personas, piezas de arte…
La arquitectura me inspira enormemente; siempre me ha interesado mucho ese tipo de fotografía e intento incluir en casi todas mis editoriales edificios o espacios que llamen la atención por su forma y geometría. Pero claramente hay varios fotógrafos que me han influido y que siguen haciéndolo más que cualquier edificio. Uno de ellos es Pablo Curto, mi mentor. Él me ha enseñado prácticamente todo lo que sé, y sigue haciéndolo. Luego hay fotógrafos y artistas que he ido encontrando en internet a los que sigo constantemente, como Elina Kechicheva, Harley Weir, Benjamin Vnuk, Diana Kunst o Lena Emery en foto y Pablo TheCuadro, Fernando Casado o Ernesto Artillo en collage. Son tres grandes. Obviamente hay muchos más, pero si sigo jamás acabaría esta entrevista.
Hemos visto como artistas de la talla de Rihanna se fijan en Instagram para contratar a sus maquilladores, estilistas e incluso co-protagonistas en sus vídeos. Con más de 55K, ¿cómo ves el papel de las redes sociales? ¿Crees que es imprescindible para hacerse notar hoy en día?
Si no existiese Instagram, creo que ahora mismo estaría aún intentando entrar en el mundo de la moda. O no. De todas maneras, creo que me ha ayudado enormemente. Gracias a que somos todos unos adictos a las redes he conseguido mucho trabajo. Y es que Internet es una de las herramientas más poderosas del planeta; el hecho de poder subir todo tu trabajo y compartirlo con quien quieras me parece alucinante. Aunque es también un contra.
¿Podríamos seguir trabajando sin Internet? La verdad es que no me importaría ir a las revistas personalmente con un portfolio físico y tirarme horas esperando a que me atendiesen y mirasen mi trabajo. Creo que así se prestaría más atención y no tendríamos lo que he llamado la “fiebre de los 30 segundos” –que es la fiebre que tenemos todos si un vídeo dura más de 30 segundos, si estoy más de 30 segundos en una web, si algo tarda más de 30 segundos en cargar. Miramos mucho pero no observamos, y como cada vez hay más artistas por el mundo, al final no nos quedamos con nada de lo que hemos buscado. Hay que tener cuidado con eso…
¿Cuál crees que ha sido, hasta la fecha, el punto más alto de tu carrera o el trabajo del que te sientes más orgullosa?
El punto más alto de mi carrera sucedió después de trabajar en Londres durante una semana con mi estilista, Cristina Carranza. Conseguimos publicar todas las editoriales que mandamos a revistas menos una, que confiamos poder sacar pronto. También conseguí publicar un editorial del que estaba muy orgullosa en Vogue.es gracias a Berta Bernad, pero hubo muchos errores cuando publicaron y eso deja marca. Es importantísimo no equivocarse a la hora de propagar un editorial; si no, ¿de qué sirve? Los créditos son lo más importante. Hay que nombrar siempre a todo el que haya participado en una fashion story y repasar bien los nombres y buscar errores, sobre todo si eres una revista muy leída. Vísteme despacio que tengo prisa.
Recientemente has trabajado en la campaña Lost Boys para la marca Sisyphe, ¿cómo valoras la experiencia?
Trabajar con Pablo fue realmente fácil. Los dos teníamos ideas muy claras y parecidas sobre lo que queríamos; eso es siempre importante. Cuando sabes qué es lo que quieres y cómo lo quieres, el trabajo se hace más ameno. Además el estilo de su ropa encajaba muy bien con mis gustos. El día de las fotos fue muy cansado porque eran cinco modelos y movilizar a todo el mundo no fue fácil. Hacía muchísimo calor y las cosas se torcieron un poco, pero para eso está la improvisación, algo que no se me suele dar mal. Pronto haremos algo más juntos y la verdad es que me apetece mucho.
¿Cómo ves el mundo de la fotografía actual? ¿Crees que es difícil para una persona joven como tú hacerse un nombre en el mercado y poder vivir de ello?
Llevo exactamente un año trabajando seriamente en el mundo de la moda en Madrid y la verdad es que no está siendo fácil. Tener 20 años me ha cerrado muchas puertas por culpa de los prejuicios de la gente y de las pocas ganas de arriesgar y experimentar. A pesar de esto, con el boom que hay ahora de las redes sociales creo que la gente se está aprovechando. Gente como yo se adapta a que simplemente publiquen su trabajo sin ningún tipo de remuneración, porque lo que solemos pensar es “bueno, me dará más notoriedad.” Pero esas editoriales, al menos en España, la gente las ve y hasta luego. Todos se olvidan porque, total, ya tienen al fotógrafo de confianza que les hace todo desde hace 20 años. Aquí se puede aplicar la fiebre de los 30 segundos… Mirar sin observar es igual a olvidar. De todas maneras, entre jóvenes y pequeñas marcas estamos haciendo la famosa piña y nos ayudamos y publicitamos los unos a los otros, y es verdaderamente hermoso; he sacado muchas amistades de esto.
Estoy intentando irme a otro país a vivir y trabajar, pero si no me pagan no creo que lo haga hasta dentro de mucho. Desde aquí invito a las revistas, diseñadores y gente del mundo de la moda española a que se arriesguen, pueden sacar muchas cosas hermosas.
¿Cómo sería tu sesión de fotos perfecta? ¿Qué modelo, estilista y estilismo, maquillaje, peluquería, luz, emplazamiento serían los ideales para ti?
Para mí la localización es de las cosas más importantes en una sesión de fotos; eso y una modelo que sepa moverse bien. En realidad, creo que todo debe estar en sintonía. Todo el equipo tiene que tener una idea parecida y entenderse a la perfección para que vaya como la seda. Un buen maquillaje, un buen peinado, un buen estilismo, una buena localización… Cuanto más geométrico y limpio el espacio, mejor, así experimentaría con la ropa lo máximo posible y luego en postproducción remataría la faena. Los colores y la edición de las fotos definen el estilo del fotógrafo, lo considero algo muy importante.
¿Cómo es un día a día para Adriana Roslin? ¿Qué es lo primero que haces justo después de abrir los ojos al despertar y antes de cerrarlos para irte a la cama?
Lo bueno de mi trabajo es que no es para nada monótono; siempre pasa algo distinto en mi día a día y eso me mantiene muy viva. Suelo tener reuniones, edito distintos trabajos, investigo y descubro nuevos fotógrafos que me inspiran y motivan.
Nada más levantarme miro el calendario y me organizo mentalmente, y curiosamente es lo mismo que hago cuando me voy a dormir; miro el calendario y me mentalizo sobre lo que tengo que hacer al día siguiente.
¿Puedes compartir algunos proyectos con nosotros? ¿Dónde te ves dentro de cinco años? ¿Cuál sería tu sueño dentro del mundo de la fotografía?
Algunas revistas y marcas ya me están pidiendo hacer fashion stories para ellos y espero que eso siga siendo así; en vez de solo buscar yo, que me busquen. Quizás vaya a París a trabajar unos días con mi compañera Cristina Carranza y mi amigo Charles-Edouard Woisselin, pero al tener el dinero que tengo (que es nulo) no sé si conseguiré pagármelo. También tengo un proyecto muy interesante y original con la marca de zapatos Magro Cardona que ya os enseñaré.
Dentro de cinco años me veo viviendo en alguna otra ciudad, haciendo campañas para marcas y diseñadores que me interesen mucho. Ese es mi sueño. Pero quién sabe, la vida da muchas vueltas…
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