Paloma Wool no es una marca de ropa. Es una simbiosis entre arte y moda; entre fotografía, prendas atemporales y tejidos naturales. Su alma máter, Paloma Lanna, no teme arriesgarse, salir del caparazón de Nice Things -es hija de los fundadores de la firma- y comenzar un nuevo proyecto en solitario. Con la honestidad por bandera, cree ciegamente en el comercio justo y en las prendas “made in Spain”. Huye de las imposiciones fashionistas y marca su propio modelo de negocio: vende exclusivamente online, a un precio razonable -por debajo de 100€- y aún no tiene fecha para su próxima colección.
Nacida en San Sebastián pero criada en Barcelona, aseguras que tu identidad te la ha otorgado esa combinación de frío y calor, ¿qué consecuencias tiene en tus creaciones y personalidad?
Siempre digo que intento buscar el equilibrio entre lo masculino y lo femenino. El hecho de ser vasca me ha dado esa frialdad, ese lado masculino que tengo; y mi lado catalán, que me lo ha dado mi padre, me da mucho más calor. Ese calor es el que intento transmitir en mis fotos, a pesar de ser relatadas fríamente, siempre intento fotografiar cosas bonitas, cálidas. Esa combinación también se plasma en mi personalidad. Me define mucho como persona. Ese choque ha sido muy representativo, incluso a la hora de vestirme, si voy conjuntada, me cambio, no puedo ir muy femenina, debe ser un equilibrio.
¿Cómo ha sido el proceso de emancipación de Nice Things?
No me he emancipado realmente, sigo liderando el departamento de marketing aunque sí que he tenido que delegar en mi equipo, en el que confío al 100%. Lanzar Paloma Wool ha sido un proceso largo. Esperé a tener una idea muy definida, hasta que no se nos ocurrió crear ese vínculo entre foto y moda no me dije, ¡ahora es el momento! Además, algunas personas de mi equipo de Nice Things son mis máximos apoyos en la marca. Al ser identidades totalmente distintas, tienen muy claro qué es Nice Things y qué es Paloma Wool. Cambiamos de chip muy fácilmente, sale de una forma muy natural.
¿Cuáles han sido tus referentes para enfrentarte a este reto?
Siempre digo que mi madre. La marca Globe que crearon mis padres tuvo mucho éxito entre los adolescentes de los años 80 y eso es digno de admirar. Pero también me basé en la idea de la firma francesa Études Studio, que tiene una línea editorial además de su marca de ropa. Nunca lo había visto en España y eso me animó a llevar mi proyecto adelante.
¿Con qué disciplina te sientes más a gusto, más Wool?
Me va a épocas, a veces moda, otras foto... Al no haber estudiado ninguna de las dos, me hace sentirme muy ilusionada porque siempre es el principio, no tengo normas ni perjuicios.
¿Qué han significado para ti esos paisajes cotidianos de Nueva Zelanda o Tokio para convertirse en el hilo conductor de la colección?
Tokio es una ciudad a la que voy dos veces al año mínimo, es un lugar al que vamos con Nice Things en busca de inspiración. Es muy importante para mí y, además, voy desde muy pequeña. En cambio, la historia de Nueva Zelanda es diferente. Me fui de Erasmus allí pero sólo pasé dos meses -iba para un año- y me tuve que volver porque mi padre se estaba muriendo. Fue muy significativo, como un sueño, apenas recuerdo haber estado allí, en la otra punta del mundo, y volver y que todo siguiera igual. La foto en cuestión, era el camino desde mi casa hasta la universidad. Fue una experiencia que me marcó mucho.
Haces especial hincapié en los jerséis con estampación sublimada pero, ¿de dónde surge la inspiración para el resto de prendas, esas líneas básicas y con tejidos naturales?
Ha salido de mi interior, no me he inspirado en nada concreto. Mi madre me ha inculcado que tienes que hacer cosas que te encanten y que te pondrías, he hecho prendas que no encuentro en las tiendas. No ha sido nada planificado, un vestido te lleva a otro, una manga no encaja en uno y lo pasas al siguiente, lo combinas… Los estampados también han salido a raíz de fotos que he hecho.
Con Nice Things como soporte, ¿por qué has decidido ceñirte exclusivamente a la venta online?
En un principio fue por un tema práctico, luego estratégico. No hay intermediarios y puedo tener unos precios justos, por debajo de 100€. Tampoco me interesa estar en tiendas multimarca, ni asumir el coste de una tienda propia. Quiero huir de los timings, son muy esclavos, no quiero producir la ropa o las muestras con una anticipación absurda. Colecciones de verano cuando hace frío, no tiene sentido. Quiero ser la única persona que diga cuándo y por cuánto. No quiero ser esclava del mercado de la moda.
¿Qué rol tiene el video-arte o la escultura en la presentación de tus prendas?
Visualmente me atrae muchísimo y pretendo que todo se encuentre a un mismo nivel. Es decir, la ropa al final importa lo mismo que el mueble sobre el que está expuesta o el vídeo que acompaña a cada prenda. He contado con la colaboración de Cristian Herrera Dalmau para los muebles y con Carlota Guerrero para los vídeos.
Tu página web difiere mucho del resto de tiendas online, ¿por qué te has decantado por esa estética?
La intención de la página web es mostrar cómo conviven mis fotografías con las prendas. Los programadores me avisaron de que podía dificultar la venta, pero lo tenía claro desde el principio, la web debía ser como la de alguien que está exponiendo su trabajo."
Hay una frase que dice, "piensa globalmente, actúa localmente", ¿es una doctrina con la que simpatizas?
Todo el proceso, desde el tejido, la confección, el tinte, el manipulado e incluso la logística, ha sido realizado en Barcelona. De aquí en adelante no todo va a poder hacerse aquí, eso seguro, pero siempre va a ser honesto. Aunque haga jerséis en Portugal, porque los tejidos que quiero están allí, va a ser dando trabajo a gente local. Quiero que todo alrededor de mi marca sea honesto.
Y para terminar, si a los 24 has lanzado tu primera colección a los 40 te gustaría...
Mi sueño es que Paloma Wool se convierta en una plataforma para que distintos artistas puedan exponer sus trabajos. Espero hacer siempre mi propia marca de ropa y poder aprovechar ese filón para exponer obras de otros artistas. Desde colaborar con un ilustrador para que diseñe unas camisetas, hasta un restaurador que haga muebles. Cualquier cosa que considere que encaja bien con mi proyecto.