“Me gusta generar contrastes. Lo hago a veces muy conscientemente y también de forma intuitiva. De alguna manera busco formas de crear contrapuntos. No creo que exista nada puramente angelical ni tampoco todo lo contrario”, dice Maria Coma en esta entrevista. La cantante ha lanzado Vocal Roots, su primer álbum tras once años de silencio (realmente de silencio nada, simplemente no había publicado música porque estaba ocupada en otras cosas). Y esos contrastes de los que habla los encontramos tanto en el disco, donde mezcla voces angelicales con respiraciones y sonidos más tenebrosos, como en el directo, donde trabaja la eterna dicotomía entre naturaleza y nuevas tecnologías.
Sin embargo, tras más de una década estudiando el cuerpo humano y sus capacidades (casi) infinitas, lo que queda claro en el trabajo y proceso creativo de Maria es que la tecnología más avanzada la llevamos nosotrxs incorporada: es nuestro propio cuerpo. Tras dejar atrás Catalunya, su tierra natal, para descubrirse a sí misma viajando por el mundo (aunque ha pasado los últimos ocho años en Berlín), la artista ha sido capaz de crecer de tantas maneras que es difícil de abarcar. Su acercamiento a la música, a su instrumento, al movimiento, a las relaciones con otrxs artistas, a la performance, a la espiritualidad o al alma han evolucionado de forma expansiva. Los límites se han ampliado, movido, y en ese espacio más diáfano es donde encontramos Vocal Roots. Hoy hablamos con Maria sobre disciplina, su trabajo con la corporalidad, su inminente concierto en el Eufònic y mucho más.
Hola, Maria, es un placer hablar contigo. Para conocerte mejor, ¿qué estás leyendo, viendo (series, pelis) y escuchando actualmente?
Ahora mismo estoy con The Creative Act: A Way of Being, de Rick Rubin; Time is a Mother, de Ocean Vuong, y uno que hace unos años que me acompaña mucho, Acorn, de Yoko Ono. En este momento escucho mucha música vocal polifónica de orígenes diversos. Desde cosas más tradicionales (en especial música polifónica de Georgia) hasta músicas más experimentales. Gori Wómen’s choir (de Georgia) es un coro que me encanta por cómo mezcla tradición con experimentación y la calidad de sus voces. También estoy con cosas más puramente electrónicas, ahora mismo el disco Hard Fork del compañero Shoeg me tiene fascinada.
Soy mucho más de ver cosas en vivo como danza, teatro, conciertos o performances que no películas o series. Lo más reciente ha sido en Berlín, un concierto de la cantante japonesa Hatis Noit, y un par de performances de investigación de movimiento y música. Un dueto de las increíbles Evi Filippou (percusionista y vibrafonista) con Naïma Mazic (coreógrafa y bailarina). Y la otra de la músico y performer suiza Marie-Louise Schneider.
Soy mucho más de ver cosas en vivo como danza, teatro, conciertos o performances que no películas o series. Lo más reciente ha sido en Berlín, un concierto de la cantante japonesa Hatis Noit, y un par de performances de investigación de movimiento y música. Un dueto de las increíbles Evi Filippou (percusionista y vibrafonista) con Naïma Mazic (coreógrafa y bailarina). Y la otra de la músico y performer suiza Marie-Louise Schneider.
Entre 2007 y 2013 lanzaste cinco álbumes, o sea que llevabas un ritmo imparable. Sin embargo, han pasado once años entre tu último disco, Celesta, y el actual, Vocal Roots. ¿Qué ha pasado en este tiempo? ¿En qué has estado metida?
Un buen inicio sería decir que me fui de Catalunya, mi tierra de origen. Estuve en varios lugares pero sobre todo en Berlín, donde he vivido ocho años. Quería experimentar el mundo más allá del entorno en el que había crecido. Todo ello para, finalmente, encontrarme a mí misma con más profundidad. Caí en la cuenta de que todo lo que estaba buscando, y que encontré, era acercarme más a mí misma, construirme a mí misma. Ha sido como parirme de nuevo en vez de dejar que los demás (sociedad, entorno, familia) me parieran a mí.
Antes de irme llevaba una dinámica un poco de loop de componer, gravar disco, publicar, preparar directo, ir de gira, etc. Cada dos años nuevo disco. Imagino que, desde fuera, cuando corté esta dinámica pudo parecer radical y repentino. Pero fue algo natural, necesario y, sobre todo, claro. Me di cuenta de que si seguía así, me encapsularía a muchos niveles, no solo como artista. La necesidad de expansión y de descubrimiento más allá del mundo de ‘aquí’ fue una llamada clara.
¿Y qué tal te fue?
Una vez me fui, seguí llevando un ritmo muy intenso pero con otros focos, procesos, frutos y paisajes. Nuevos capítulos. Fue un movimiento vital. Necesité beber de muchas fuentes, conocer nuevos entornos artísticos, nuevas personas, nuevas prácticas, absorber y estar muy activa en las disciplinas que utilizan de forma más obvia el cuerpo (artes del movimiento, somática, danza, performance, arte sonoro). Y entre estas cosas también me formé como educadora de Body-Mind Centering®, una disciplina de movimiento que me acompaña en toda creación y como intérprete en la voz, el piano y la tecnología.
Once años son muchos. ¿En qué aspectos ha cambiado y en qué otros se ha mantenido tu manera de hacer y acercarte a la música?
Ahora tengo más herramientas para estar presente, para estar en mi cuerpo. Esto lo afecta todo: cómo creo, cómo interpreto, cómo me relaciono con otros músicos o artistas, etc. Tengo más interés en ir a lo esencial de las cosas y creo que me lleva a perderme menos en lo superfluo. Y lo mismo afecta cómo percibo ciertos aspectos de la música, del arte, de los músicos y artistas. El plano del alma o la autenticidad es lo primero que me llega y que identifico, con lo que me fijo inconscientemente. Todos los planos son importantes para mí: técnica, estética y autenticidad o alma. Pero si le falta este último, aunque algo tenga mucha técnica o estética, para mí deja de ser interesante.
Se mantienen aspectos de mi forma de hacer: el perfeccionismo, la curiosidad de aprender más lenguajes, la (auto)exigencia, la convicción, el impulso de crear cosas que son nuevas para mí, la necesidad de plasmar aquello que me inspira… Mi forma de componer no es que haya cambiado, sino que ahora tengo otras formas nuevas de componer música que he incorporado a mi práctica. Un cambio significativo es mi adentramiento en la música vocal polifónica con bastante ahínco, esto hace ya unos años que es así. Me fascina el poder de la polifonía vocal y, como cantante solista, a los inicios de mi carrera, antes estaba tan presente.
Se mantienen aspectos de mi forma de hacer: el perfeccionismo, la curiosidad de aprender más lenguajes, la (auto)exigencia, la convicción, el impulso de crear cosas que son nuevas para mí, la necesidad de plasmar aquello que me inspira… Mi forma de componer no es que haya cambiado, sino que ahora tengo otras formas nuevas de componer música que he incorporado a mi práctica. Un cambio significativo es mi adentramiento en la música vocal polifónica con bastante ahínco, esto hace ya unos años que es así. Me fascina el poder de la polifonía vocal y, como cantante solista, a los inicios de mi carrera, antes estaba tan presente.
Dices haber estado investigando tu voz y, sobre todo, la corporalidad a lo largo de estos últimos años. Y con todo eso conseguido, encerrarte en un estudio a grabar. Tiene que ser duro… ¿Eres una persona disciplinada? ¿De dónde sale esta fuerza de voluntad?
Soy muy disciplinada, siempre lo he sido, pero solo con lo que me interesa de verdad. Hay otra parte de mí que necesita todo lo contrario: romper normas, romper horarios, ‘perder’ el tiempo, no hacer nada, etc. Todo esto también es muy importante para mí para poder llegar a hacer todo lo que quiero y para poder ser disciplinada. Parece una paradoja, pero así es como he acabado entendiendo que la disciplina y la libertad se necesitan mutuamente.
Me gustaría conocer un poco mejor este proceso de autoconocimiento. ¿De dónde nace este interés por investigar todas las posibilidades de la voz y el cuerpo? Y una vez metida allí, ¿a qué ejercicios te has sometido o incluso enfrentado? ¿Quién o quiénes te han guiado por este camino?
Quien más me ha guiado ha sido mi cuerpo y la naturaleza. Es importante para mí sentir mi cuerpo al cantar, al moverme, al componer. Llevo este instrumento todo el tiempo conmigo. La composición en Vocal Roots, llevada a su esencia, se ha basado mucho en traducir a través del cuerpo y la voz. Pero sentir el cuerpo, estar en tu cuerpo, no es siempre algo cómodo. Así que en todo proceso de creación de este tipo hay muchos momentos en los que traspaso incomodidades y, en realidad, de allí es cuando sale lo más genuino e interesante a mi entender.
“Confío mucho en que hay un espacio para toda visión que salga de una verdad. Hay algo muy potente en la fuerza inevitable de una visión artística.”
La canción que da nombre al álbum me fascina. Tu voz suena de manera angelical, me transporta a un plano espiritual. Sin embargo, hay momentos de tu respiración y palabras sueltas que parecen sacadas de una peli de miedo o de la intro de American Horror Story. Y el colofón llega con el final, que parece un beat electrónico pero intuyo que es el beat-boxer Sinjo. ¿Es el perfecto ejemplo de todo lo que encapsula el álbum?
No lo había analizado así, pero tiene todo el sentido para mí; el contraste entre unas voces más angelicales versus unas respiraciones y palabras que podrían ser sacadas de una peli de miedo. Me gusta generar contrastes. Lo hago a veces muy conscientemente y también de forma intuitiva. De alguna manera busco formas de crear contrapuntos. No creo que exista nada puramente angelical ni tampoco todo lo contrario. Todo en el mundo tiene su reverso y todos tenemos muchas caras. Está bien para mí poder reconocer todas estas caras.
Y la aparición de Sinjo precisamente era un contrapunto muy necesario en este disco. Beat-box es algo que con mi propio cuerpo y voz no sé hacer, no tengo la técnica. Alguien como él, totalmente con otro tipo de energía y habilidades vocales, fue perfecto para llevar está parte de sonido más sólido, espeso, rítmico, eléctrico.
De hecho, hay otras canciones que me parece que tienen un toque entre siniestro y mágico, entre espectral y angelical: Earthflame, Koro, Crystalline o Midline. ¿Qué rol juegan lo místico y espiritual en este álbum, o incluso en tu música en general?
La parte más mística y espiritual de Vocal Roots está totalmente ligada a cómo a través del canto nos podemos enraizar al propio cuerpo humano, a cómo este cuerpo es parte de la tierra (de la naturaleza) y de allí nos conecta con aquello de donde venimos, a los ancestros y a la conexión con una tierra de origen (en ningún momento me refiero a nada relacionado con nacionalidades).
Creo que hay una parte del canto y la música a la que podemos acceder más allá de ninguna idea de estilo, moda, escena, etiqueta. Esta parte es la que he estado buscando con Vocal Roots: la musicalidad intrínseca del cuerpo humano solamente por el hecho de ser parte de la naturaleza, con la que todos podemos conectar y la que todos poseemos.
Creo que hay una parte del canto y la música a la que podemos acceder más allá de ninguna idea de estilo, moda, escena, etiqueta. Esta parte es la que he estado buscando con Vocal Roots: la musicalidad intrínseca del cuerpo humano solamente por el hecho de ser parte de la naturaleza, con la que todos podemos conectar y la que todos poseemos.
El álbum cierra con Tonada de luna llena, una cover muy personal de la canción del venezolano Simón Díaz. Cuéntanos, ¿qué tiene la original que tanto te gusta para adaptarla a tu visión?
La melodía y el fraseo en combinación con las palabras, no se puede explicar cómo me penetra. Esta canción la utilizaba para investigar posibilidades del espacio sonoro en el que grabé el disco con la voz. Finalmente, ya formaba parte de todo el proceso, la única cover, y me pareció perfecta para terminar el disco con algo tan simple y a la vez concreto como una canción de pies a cabeza a capella.
Este proyecto me recuerda a otras artistas vanguardistas cuyo trabajo me fascina, como Holly Herndon, Maria Arnal o Marina Herlop. Aunque su trabajo siento que está más ligado a la tecnología, mientras que el tuyo intenta despojarse de todo artificio y trabajar con las herramientas que ofrece el cuerpo humano. ¿Ves similitudes, o soy yo que me lo invento? ¿Te gusta lo que hacen?
Sí, y creo que las tres son artistas muy talentosas con mundos propios interesantes. Sobre la tecnología, lo cierto es que mi trabajo está muy ligado a la tecnología también a la vez que el intento de despojarme de todo artificio ha sido y es una práctica para mí. En particular para este proyecto (Vocal Roots) y para el espectáculo en directo, tecnología vs naturaleza es un tema. Hace muchos años que tengo una relación de amor-odio con esto.
¿En qué sentido?
Por un lado, me he encontrado investigando una de las tecnologías más avanzadas, que es la del cuerpo humano. Es cierto que, de alguna manera, intenté despojarme de todo ‘artificio’. Me fui a la esencia en las primeras residencias de investigación para Vocal Roots. Estuve incluso muy en contacto directo con la naturaleza y solo cuerpos humanos (en algunas resis en las que trabajé con otras cantantes). Todo esto me sirvió muchísimo para crear material, componer, descubrir posibilidades, etc.
Aun así, llegó un momento del proceso en el que empecé a introducir la tecnología a la que te refieres tú. Entraron en juego micrófonos, tarjeta de sonido, ordenador, pedales de loop, etc. Y allí es donde empecé este nuevo diálogo con esta tecnología y muchas preguntas, sobre todo: ¿Cómo seguir conectada a mi instrumento fundamental (el cuerpo) a la vez que estoy en relación con pedales, micrófonos y máquinas? Pues en ello estoy, con esta pregunta y sin una respuesta única, pero experimentando con ello en los directos.
Vocal Roots desafía las tendencias actuales de la industria: canciones cortísimas, mucho sample de hits pasados, versiones sped-up, palabras que buscan la la viralidad, etc. ¿Cómo crees que encaja un proyecto como este en el zeitgeist actual?
Por alguna razón he nacido en este momento y en este mundo. Y de alguna manera, lo que tengo que decir y aportar está en el lugar y el momento perfectos para ser acogido y recibido. Y como en todo, hay cosas que son más normativas y otras que lo son menos. Pero si solo hubiera cosas normativas, nunca evolucionaríamos. Imagínate si no hubiera hijos que son rebeldes, que no cuestionan nada, que solo repiten lo de los padres… no habría evolución. La evolución, lo nuevo, los cambios; a mucha gente la confronta, le da pereza, le pide de un esfuerzo. Pero al final es mucho más gratificante y enriquecedor, y forma parte de la vida.
Yo confío mucho en que hay un espacio para toda visión que salga de una verdad. Hay algo muy potente en la fuerza inevitable de una visión artística. Desde niña me ha pasado, que he sentido esta claridad y deseo de crear y que es una fuerza mayor que mi misma. Esto es lo que me hace confiar que estoy haciendo lo que tengo que hacer en el momento en el que estoy viviendo.
“Habrá gustos, estéticas, estilos y etiquetas que van cambiando; tribus, tipos de mercado, etc., pero si de fondo no hay alma, la música y el arte no pueden atravesarnos.”
Tras lanzar el álbum, entiendo que el objetivo es presentarlo en directo. ¿Estás preparándote para algún concierto o incluso tour?
Tengo ahora dos formatos: uno que se podría definir como concierto, y el otro que es más bien un espectáculo-concierto en el que se mezclan algunas disciplinas (música, artes escénicas y movimiento). Lo hemos creado a partir de toda la temática de Vocal Roots y con sus músicas. Es un espectáculo a tres voces (y tres cuerpos) que he creado acompañada de Elena Tarrats como ayudante de dirección y Maider Lasa Santamaría, la cual también está como intérprete. Hemos tenido un ojo externo de la coreógrafa y bailarina Naïma Mazic, con quien colaboramos desde hace unos años.
Se basa en la música de Vocal Roots: con estas voces, cuerpos, micrófonos, pedales de loop, movimiento e iluminación se hace todo un viaje en el que se presentan estas músicas con diferentes paisajes sonoros y corporales, hablando con los cuerpos y las voces, a través de la interacción entre ellos y con la tecnología. Vamos a presentar una primera versión a tres voces en el festival Eufònic 2024 en un espacio muy especial, la iglesia del Castell de Miravet.
El álbum es muy intenso, intimista, precioso, de autor, experimental. Y me encanta. Pero tengo curiosidad, ya que sabes hacer música y la entiendes, ¿alguna vez has pensado en crearte un alter ego y hacer pop o algo así muy comercial, ver si sales en Los40 o explotas en TikTok, y forrarte y vivir del cuento?
En mi caso, y creo que en el de cualquier otro artista, sería intentar engañar a la gente. Y esto a lo mejor puede durar un rato, pero si no hay alma, corazón y honestidad, las cosas no duran. Habrá gustos, estéticas, estilos y etiquetas que van cambiando; tribus, tipos de mercado, etc., pero si de fondo no hay alma, la música y el arte no pueden atravesarnos. Con esto quiero decir que cuando el arte se hace desde el corazón, desde la verdad de una misma (en otras palabras, cuando una hace lo que le da la gana), esto sí que tiene potencial para llegar y penetrar. Y no digo que hacer lo que te dé la gana le asegure el éxito a nadie, pero sí creo que es la única manera de que el arte acabe siendo algo atemporal y llegue a las personas.
Y por otro lado, ¿nos podrías confesar algún guilty pleasure musical? Porque hay momentos para todo, y entiendo que no siempre escuchas artistas supernicho, vanguardistas y arriesgadxs.
Pues la verdad es que no me siento muy culpable con nada de música que escucho. Puedo compartir algunas cosas que escucho que están en una dimensión más mainstream, aún así les respeto como artistas. O sea, que son más pleasure que guilty ;) Tengo una lista con música de Shaggy, Rosalía o Björk (en sus versiones remix). Me fascina esta versión en directo de Sting junto con Shaggy.