Los collages de Maike Lüdenbach son una pasada, hablando en plata. Bueno, en plata, en neón, en glitter o en patterns caleidoscópicos. Sus creaciones son ventanas a un mundo donde reinan la vitalidad y la fuerza, pero no de forma vacua: un vistazo más detallado a su obra descubre referencias a la sexualidad, la androginia, la juventud, el feminismo o la moda. Se podría decir que el trabajo de la artista es la feliz unión entre continente y contenido. Brillante.
Tal y como sus obras, Maike es bonita por dentro y por fuera. Puede sonar algo cursi, pero es que su pasado como modelo se entiende desde el minuto cero, a la vez que son su risa constante y su espíritu inquieto los que realmente cautivan. Nos reunimos con ella para hablar sobre arte, pero Jodorowsky o Beyoncé también están invitados a la cita. Si os quedáis con ganas de más, os recomendamos espiar su Instagram y visitar su web. Ah, y las buenas noticias no acaban aquí: introduciendo el código DAILY-METAL al realizar una compra en su página en Etsy, conseguiréis un 50% de descuento en la pieza que queráis.
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Has sido modelo, cantante… ¿Cómo acabaste dentro del mundo de las artes plásticas?
Bueno, es que he vivido muchas vidas (risas). Dejé el colegio a los 16 años porque conseguí un contrato con una discográfica en Miami, pero cuando fui no me gustó lo que vi. Volví a Barcelona y encontré gente que me apoyaba para hacer mi música. Luego tuve una operación en las cuerdas vocales, era muy joven y vivía mucho el rock&roll, bebía y gritaba mucho, y fumaba demasiado, ¡me quería hacer la dura, claro! (risas). Tuve que ir a un especialista en Berlín, y me pasé allí tres cuartos de año. Se juntó con muchas cosas personales que fueron mal, y en la ciudad conocí mogollón de artistas que me motivaban. Me metí mucho en mi mundo propio, y empecé con los collages.
De hecho, al hacer música realicé un par de giras por España, y era lo típico de ir a los hoteles, coger una servilleta o un papel y escribir cosas; o hacer fotos a los amigos y los músicos, e ir pegándolo todo en el diario. Así fue como empezó el collage, recogiendo. Soy un poco nostálgica y me gusta llevarme cositas de los sitios, y creo que salió de ahí, y de tener el corazón roto. ¡De donde salen todas las cosas buenas!
Viendo tus trabajos, me he acordado de esos libros de muñecas recortables para niñas. ¿Tenías alguno de esos? ¿De dónde surge tu pasión por lo plástico?
Pues la verdad es que siempre he sido muy creativa, de hecho hay algunas cosas por ahí que hice de pequeña que me siguen encantando, las guardan mis padres. No sé por qué pero siempre he estado pintando, me he criado siendo la única niña en casa, así que al estar mucho tiempo sola me entretenía en mi mundo. Me acuerdo de cuando iba a primero o segundo de primaria, y entré en el colegio alemán viniendo de un parvulario catalán. Ese día en clase tocaba pintar un pescado con muchas escamas, cada una de un color. Como mis padres son alemanes, me obligaron a ir a hacer unas pruebas de español, y me hicieron salir en mitad de la clase. Claro, yo sabía español perfectamente, así que al poco pude volver. ¡Pero la profesora había pintado todo mi pescado, me había estropeado la idea! Estuve tan triste… Y mira que era pequeña, pero lo recuerdo perfectamente.
Y luego te metiste en la moda, de hecho incluso has realizado tu propia pieza, una chaqueta.
Sí, después de trabajar como modelo el año pasado realicé un máster de diseño de moda y ese fue el primer trabajo que nos encargaron hacer. Y lo expusieron en la 080, fue una sorpresa súper chula. Se trató de un proyecto que partía del guideline de unir dos historias o influencias. Yo escogí a dos artistas, Jackson Pollock y Frida Kahlo. Me gustaba que Pollock fuese muy representativo del action painting y que Kahlo, en cambio, estuviera en silla de ruedas. Pero, pese a los contrastes, al final los dos tienen colores parecidos y puntos en común. Total, fue un proyecto muy espontáneo, ¡pero creo que es una chaqueta divertida!
De hecho la moda tiene un peso bastante importante en tus collages también. ¿Cómo ves la fina línea que la separa del arte?
Creo que ya hemos pasado por eso. Al principio, antes de que Marc Jacobs trabajara con artistas, creo que ambas disciplinas preferían no mezclarse, pero opino que ahora es cada vez más inevitable. Los cajones en los que otra gente quiere meterte se van abriendo, todo el mundo hace de todo, cuando eres una persona creativa puedes ser creativa en muchos ámbitos. A mí la moda me influencia, porque creo que en ella se ve mucho de lo que está pasando en la sociedad en sí, refleja el estado actual en el que nos encontramos. Y sí, en mis collages me refiero mucho a ella. Aunque yo prefiera vestirme súper simple, en mis obras hay mogollón de color, mucho brillante, mucho glitter (¡y eso que lo odio!). Pero es porque me sale de otro lugar.
Justamente te quería preguntar por uno de tus collages, Myself and I, que contiene una frase que dice “Generation party time”. En general, lo que haces me transmite mucho lo que es la juventud hoy en día, a nivel de referentes y gustos. ¿Evitas ir a lo abstracto para crear?
¡Me gusta que me preguntes por eso! (Risas). En los collages puedes ver algo muy genérico, pero si te fijas ves pequeños detalles que te dan pistas sobre a qué me refiero. Soy súper literal, y me gusta tener esos mensajes. Puedes ver algo bonito o puedes captar el significado y lo que quiero decir. Siento que las imágenes y la información que voy recibiendo durante el día de la gente a mi alrededor, de lo que leo o veo en televisión, se queda dentro de mí y luego, al crear, sale todo hacia fuera. Así que tengo la sensación de que lo que hago tiene menos que ver conmigo que con lo que me rodea.
Por otro lado, sobre la colección Paintings dices que dejaste ir la cabeza… ¿Cómo resultó la experiencia? A veces puede ser una lucha interna entro lo racional y lo irracional.
Esos cuadros son súper pequeñitos, de 15x15 más o menos. Tenía mucho material que había utilizado para los collage, y no sé por qué surgió la idea de hacerlo, simplemente me nació. A veces creo que es peor decir “no debería hacer esto, no está en mi línea”, que dejarte guiar por la intuición. Si es lo que te divierte, adelante. De hecho he estado haciendo más y en tamaños más grandes.
En cualquier caso, de tu obra se desprende una sensación muy fuerte de “escapismo”. ¿El mundo de tus collages es una realidad paralela?
Hay un mundo aparte, totalmente. Y es el mío, en el que me escondo para curarme las heridas y que luego muestro o comparto. El collage es muy meditativo. Hay que recortar cada pieza, y ahora por ejemplo estoy usando hilo de coser. Así que es muy minucioso, y es lo que hace que me guste.
El otro día vi una charla en Ted Talks con un curador que había estado trabajando diez años en pintura muy clásica, y después se metió en un proyecto súper diferente, una vasija francesa, rosa y de elefantes dorados (risas). Al principio le pareció horrible, pero luego los elefantes le supusieron la libertad, algo ligero en comparación con la intensidad de la que venía.
Siempre puede haber algo ahí fuera que te puede hacer cambiar de actitud y sorprenderte. Y me gusta pensar que eso te da libertad, te descubre otro mundo y te afirma que está bien tener tu fantasía y ser o pensar diferente.
¿Y eres muy constante a la hora de crear, sigues una rutina?
¡No rotundo! Pero me gusta hacerlo intenso. Compro material y encuentro una idea o concepto que me interesa, me hago preguntas y cuando veo mi pieza de arte terminada es como si me diera la respuesta que estaba buscando al empezarla. ¡Es un poco extraño! Suelo hacer un brainstorming de las cosas que necesito para llevar a cabo la idea, y voy a diferentes sitios para encontrar material. Puede ser el Abacus, con los materiales para niños o los Encants… Entonces me encierro tres días en el estudio y me pongo a trabajar a tope. Pero en realidad, para mí es súper importante crear siempre, de hecho creo que casi siempre estoy haciendo algo.
Uno de los materiales que utilizas en los collages son cuadros clásicos, y hay bastantes referencias a la religión, también he visto cosas de Alejandro Jodorowsky… ¿Te interesa la espiritualidad?
Sí, en general mi trabajo tiene un apartado con muchísimas imágenes y simbolismos religiosos, y luego otro más moderno, más híbrido y asexual. Pero para mí los dos son el mismo mundo. No soy religiosa, pero sí que creo en algo más grande que todos nosotros, en alguna energía. ¡Me flipa el esoterismo! Un poco de escapismo nunca está mal, ¿no? (risas). Las imágenes de cuadros antiguos me encantan, admiro mucho la disciplina del arte en esa época, hoy en día no tiene nada que ver. Lo que me alucina es que la realidad siga igual hoy en día que hace mil años. Mi cuadro preferido es El Jardín de las Delícias, del Bosco. La primera vez que lo vi en Madrid, en el Prado, me cayeron las lágrimas. No por lo bonito que sea, sino por lo que a mí me significa: que nuestros sueños, nuestros pecados, nuestros vicios sigan siendo los mismos. ¿Cómo puede ser que la visión del paraíso en ese momento, hace setecientos años, siga siendo igual ahora? Por mucho que nuestra conciencia sea más desarrollada y evolucionemos, se repiten los mismos temas. Así que en los collages me gusta hacer estos contrastes porque al final siguen siendo lo mismo.
De tu obra llama mucho la atención el fuerte componente femenino. De hecho, incluso has hablado explícitamente sobre ello en la serie Woman. ¿Cómo vives el feminismo, a un nivel más político?
Ahora mismo ser feminista tiene muy mal nombre, hay muchas mujeres que son criticadas por ello. Y creo que lo más feminista es jugar con las armas que tenemos, pero no lo digo como mensaje político. Yo soy muy pro de la mujer, ¡me parece lo más! (risas). Pero en mi opinión es falso querer ser como un hombre, la fuerza de la mujer no está en competir contra él, sino en conocer bien sus diferencias y saber que simplemente tiene una fuerza que viene de otro lado. El poder de ser madre me parece algo que está por encima de todo… Pero dicho esto, me encantan los hombres y creo que son maravillosos ¡y tienen tantas cosas buenas que pueden hacernos falta! Querer ser feminista no tiene que ser odiar al hombre.
Y dentro del arte, ¿crees que se puede hablar de “arte en femenino”?
Creo que sí puede apreciarse si un arte es de hombre o mujer, pero eso no quiere decir que no se puedan cambiar los roles. Por ejemplo, las primeras ilustraciones de Andy Warhol son muy femeninas. Puede que a un nivel alto de la industria del arte se considere que las mujeres lo tienen más difícil para ser reconocidas por igual. Pero en los últimos años estamos arrasando en todo, ¿verdad? Con solo mencionar a Petra Collins, Phoebe Collings-James… Pero no solo en el arte, estamos en lo más alto en todos los aspectos: la CEO de Yahoo Marissa Mayer, Hillary Clinton, Michelle Obama, ¡mira a Beyoncé! (risas). Creo que nosotras somos más humilde, hacemos las cosas de otra manera. Existe otro tipo de sensibilidad, otro modus operandi que los hombres solo pueden imaginar. ¡Los secretos de una mujer solo los conoce una mujer!
Pero uno de los hándicaps que tenemos es que se nos vende de forma más sexual que a los hombres…
Sí, ¿pero crees que eso es malo? No me gusta la sexualización en el sentido que puede influenciar negativamente a las niñas y hacerlas creer que tienen que entregarse a los hombres, pero creo que el poder sexual de una mujer es uno de los valores más grandes que tiene. En realidad, toda la gente poderosa tiene un charming, algo que captura. Por ejemplo, mujeres tan fuertes como Marina Abramovic o Tracey Emin desprenden esa energía de forma inevitable. Creo que la sexualidad es importante para la mujer artista, se enfrenta mucho con ella, por ejemplo con el hecho de poder tener hijos o no. O con sentirse sexualizada por los demás, eso es un tema que también puedes plasmar en tu arte.
El collage es tu medio natural, pero también hemos hablado de ilustración y pintura. Y ahora, ¿qué planes tienes de futuro?
Podría seguir haciendo lo mismo todo el rato, porque ya le he pillado el truco, ¡estoy muy a gusto! (risas). Pero creo que eso nunca es bueno. Le pasa a cualquier artista, si hay algo que gusta a la gente, lo que quieres es salir de ahí, porque no estás fuera de tu zona de confort, no hay nuevos retos y se convierte en un trabajo casi automático. Aunque, a la vez, cuando has hecho algo que funciona, encontrar otra cosa que vaya tan bien cuesta… Pero todo el proceso es parte de conocerte mejor y ver cosas nuevas. Algunas cosas funcionan mejor y otras peor, y se trata de ir averiguando y cambiar, evolucionar. Ahora no sé si voy a ir más por ilustración o collage. Depende, van naciendo proyectos y voy mezclando lo que me gusta de aquí y de allí.
Para acabar, una pregunta un poco difícil. Si pudieras definir tu trabajo en una palabra, en un olor o color, ¿qué dirías?
Justamente hoy he leído unas palabras en alemán, que no tienen traducción, muy chulas. Weltschmerz es el dolor que sientes al darte cuenta de cómo es la realidad en comparación con lo que te imaginabas del mundo. Welt significa mundo y smerchz dolor, así que es como el “dolor del mundo”. Se podría trasladar a lo que yo me invento en los collage y la realidad de la que los saco. Extraigo las imágenes de la realidad y las meto en mi mundo, con brillantitos y neón.
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