Hablamos con Anna y Jorge, las cabezas pensantes detrás de la firma de joyería Lotocoho, un proyecto que nace de la simbiosis entre concepto y símbolo, dando lugar a joyas de lo más sugestivas, que transportan al espectador (y al portador) a una realidad un tanto diferente y, donde los materiales y la geometría, son los elementos primordiales en sus creaciones.
La firma de alta joyería Lotocoho busca algo más que ser una mera marca de joyas; busca transmitir, comunicarse con la persona que luce la joya y con el ojo ajeno que capta algo más en esa pieza; un material, una historia, una relación, un hecho que debe ser contado. Lotocoho cuenta historias a través de sus creaciones.
Os conocéis en IED Madrid, donde os dais cuenta de que tenéis inquietudes creativas similares. ¿Cómo un arquitecto español y una diseñadora de interiores texana deciden crear una firma de alta joyería?
Todo empezó como las buenas historias, fruto del azar y la necesidad, como decía Jacques L. Monod. Jorge tenía desde la universidad un proyecto de mobiliario de reconstrucciones y cambios de escala en paisajes, y yo estaba desarrollando una investigación sobre la caducidad en el European Design Labs del IED, que consistía en un sistema de creación (de producto) basado en el lenguaje de la cocina. Cocinaba muebles. Por ese entonces, surgieron varios concursos y realizamos diferentes ensayos con esas ideas (y otras) que teníamos en mente, hasta que fuimos definiendo una estrategia que se convierte en Lotocoho, nuestros apellidos, nuestra firma. Posteriormente fui researcher en el European Design Labs con Jaime Hayón y desarrollamos la primera colección de joyas en paralelo: Ergonomic Territories. De alguna manera fue como la creación de un cóctel exquisito.
¿Qué os lleva a empezar este proyecto?
Lotocoho surge como un idioma para comunicarnos entre nosotros y con el mundo. Como una marca de creación que traduce signos en símbolos a través de la geometría. Un sistema de creación que se adapta a cualquier cultura o lugar e intenta transmitir un conocimiento a través de dichas creaciones.
Cuarzo, madera, plástico, latón… ¿qué significado tiene el uso de estos materiales en vuestra obra?
Los materiales en nuestras piezas son una parte más de la comunicación entre la historia y el concepto, entre la geometría y su conversión en símbolo. Son una representación sensorial y perceptible de una realidad que queremos transmitir. Nos ayudan a comunicar el concepto de una manera sensible.
Lotocoho es una firma que traslada paisajes en símbolos. ¿Qué intentáis expresar/transmitir con vuestros diseños?
Intentamos expresar dos cosas fundamentales para nosotros: por un lado la superación de lo bonito y lo feo gracias al hecho de transmitir una historia, de poder comunicar a través del objeto. Historias que unen culturas. Por otro lado, utilizamos un lenguaje universal como es la geometría. Este lenguaje también nos ayuda a unir culturas, como en la anterior colección, donde analizábamos las relaciones entre la Alhambra y la escuela de Ulm.
Lotocoho, o lo que es igual López-Tomich-Conde-Hockensmith: dos personas con backgrounds tan distintos y que, sin embargo, conectan tan bien. ¿Suele haber disputas durante el proceso creativo?
El proceso creativo tiene pocas disputas, es muy abierto. Las disputas suelen surgir cuando el proyecto pasa a la fase de producción. Esas disputas suelen ser motivadas por elementos básicos de la propia construcción de las piezas: incumplimiento de plazos, acabados no deseados, etc... Nuestro proceso creativo es muy abierto: primero elegimos líneas de investigación, historias y conceptos que queremos desarrollar. Algunas de ellas son continuaciones de otras anteriores. Se realiza una base de datos, una selección amplia de ideas y a partir de ahí, se empiezan a construir las piezas a través del enfoque geométrico (lenguaje) que se haya decidido para esa línea. Por ejemplo, la elección de esos temas, de las ideas de las colecciones, se basa en un consenso general entre todos los que participamos en la creación, de dos a cinco personas normalmente. La experiencia de Jorge en muchos estudios, ha sido fundamental para poder tener un sistema bastante flexible y abierto que evita las confrontaciones o disputas durante esta fase.
Vista Alegre Atlantis, Joaquín Trías, Belén Vidal… De todas las colaboraciones que habéis hecho, ¿cuál ha sido la más excitante?
La más excitante seguro que son las que están por venir. La más positiva en líneas generales fue la primera, la de Belen Vidal. Con un talento fantástico, se portó muy bien con nosotros, participamos en su desfile cuando teníamos tan solo diez piezas. La experiencia con Vista Alegre fue muy intensa y desarrollamos grandes proyectos, varias colecciones, los llevamos de la mano a Premiere Clase. Conocimos todos los procesos de producción y diseño, creamos buenas relaciones, vivimos en la fábrica durante tres meses, lo cual fue una experiencia alucinante, pero desgraciadamente la empresa no ha realizado nada. No ha sacado a la venta ninguno de los proyectos. Allí nos dimos cuenta de que el sistema que proponíamos se adaptaba perfectamente a otros estándares y escalas. Gracias a ello, el IED se interesó mucho por nosotros y comenzamos a dar clases allí. Durante esa época establecimos también una colaboración con La Casa da Música. Un proyecto muy importante para nosotros. Joaquín Trías fue la persona que nos llevó a Paris, creamos una colección específica para él de la que estamos muy contentos, aún hoy se siguen vendiendo muy bien las piezas. El tenía un futuro prometedor y varios premios, pero cerró la empresa. Nunca hemos vuelto a saber nada de él, una gran pérdida.
¿Cómo ha sido trabajar con Marina Abramovic? ¿Alguna anécdota de backstage?
Marina Abramovic estrenaba su ópera en Madrid, Vida y Muerte. La revista SModa iba a realizarle un reportaje especial y se puso en contacto con nosotros Francesca Rinciari, una de sus estilistas. Fue una sorpresa enorme. Siempre habíamos pensado en Marina Abramovic como una de las mujeres que nos gustaría que llevara las piezas. También habíamos soñado con poder aparecer en El País, y gracias a Francesca todo se hacía realidad. Fuimos muy sinceros con ella y le agradecimos su llamada. Cuando nos devolvió las piezas del shooting, nos confesó que le habían gustado mucho. Nos pusimos en contacto con el Teatro Real y nos dijeron que nos estaba buscando. Nos invitó a la premiere a su camerino mientras la maquillaban y nos dijo que quería comprarnos varias piezas. Apenas podíamos hablar de la emoción, nosotros se las regalábamos. Ella dijo que de ninguna manera y, que al menos, quería ayudarnos de la manera que creyéramos más conveniente. Sus fotos con nuestras piezas, el shooting dirigido por ella; fue el intercambio perfecto. Nada nos hace más ilusión a día de hoy que ver como sigue llevando las piezas.
Sois una firma internacional. Habéis expuesto en ARCO, ICFF de Nueva York, París Fashion Week, INHOGENTA de Munich… ¿Cómo sienta estar en los escenarios más importantes de la moda? ¿Os esperabais este éxito?
Actualmente presentamos las colecciones durante la semana de la moda de París en Première Classe y, a través de nuestro showroom, también en la Semana de la Moda de Nueva York. Nos sentimos realmente insignificantes (risas). Llegar hasta aquí ha sido un proceso muy intenso. Hemos ido avanzando poco a poco hasta que la aceptación ha ido aumentando, y esa aceptación nos ha ido colocando. Ha sido muy importante encontrar el canal. Parte del aprendizaje han sido grandes errores, acudir a ferias equivocadas, por ejemplo. Actualmente empezamos a conocer el calendario y los lugares donde mejor encajamos, ya tenemos un camino trazado. Es importante la aceptación, pero sobre todo el hecho de vender y, que esa venta y confianza sea a largo plazo, seguir el plan de empresa, cumplir las etapas…
En un mundo perfecto, ¿qué tipo de mujer llevaría vuestras joyas?
Nos encantaría que cualquier persona pudiera llevar nuestras piezas. Que cualquier persona de cualquier sexo o condición pudiera comunicarse con otra a través de las piezas, o incluso llegar a aprender alguna historia o leyenda. La primera pieza que vendimos en una feria fue a una mujer de 87 años en silla de ruedas. Eso nos hizo realmente felices. Respecto a nombres propios, varias de las mujeres que más respetamos y que han sido muy importantes para nosotros ya las visten, como son Marina Abramovic, Jane Birkin, Beatriz Colomina o Esperanza Spalding… Respecto a mujeres que van a ser noticia en los próximos años, tenemos la suerte de que Ingrid García Jonsson esté entusiasmada con las piezas y también las vista.
Y para terminar, ¿podríais contarnos cuáles son los proyectos de futuro a corto plazo para Lotocoho?
Acabamos de ganar el Mediterranean Fashion Prize, un prestigioso premio que nos entregará en Marsella Françoise Montenay, presidenta de Chanel, y que nos ayudará a reforzar la estructura empresarial de Lotocoho durante el próximo año, paso fundamental para poder crecer y establecernos como una marca real. Dentro de los objetivos a medio plazo está abrir un punto de venta propio en China, París y New York. A corto plazo, estamos preparando diferentes colaboraciones para desarrollar otros productos como gafas, bolsos y elementos de mesa, aún sin fecha de salida. También tenemos proyectos imaginarios. Nuestro sueño sería poder desarrollar una escenografía para una ópera o crear algún diseño para un desfile. Creemos que, con trabajo y esfuerzo, todo llegará.