Conocíamos a Jaime Beriestain, chileno afincado en Barcelona desde hace quince años, por su trabajo como interiorista, ahora además desde hace algunos meses ha convertido el que era su propio showroom en un espacio abierto al público que a modo de concept store aúna dos de sus grandes pasiones, el interiorismo y la gastronomía. Un espacio íntimo y acogedor en el que lo mismo encuentras muebles vintage que flores, libros, velas o utensilios para la cocina y el jardín, y que a buen seguro encantará a quienes, como él, se dejan seducir por los pequeños detalles.
Felicidades por este espacio tan estupendo, ¿cómo surge el proyecto?
Este proyecto lo tenía en mente desde hace años. Siempre me ha atraído este tipo de espacio. Lo encuentro a la vez personal, fresco y atrevido. Invita a pasear, a dejarse llevar, y entrar en la intimidad creativa del dueño. He dejado “infusionar” la idea suficiente tiempo para sentirme seguro y lanzarme. No es una extensión de mi trabajo, sino más bien una extensión de mi personalidad. Me he atrevido más, las propuestas son más personales: tengo la mayoría de los libros, accesorios o muebles en mi casa.
¿Qué sensaciones has tenido a lo largo de estos meses? ¿Estás contento con la acogida tanto de la concept store como del café-restaurante por parte de la gente?
He pasado por muchas fases: miedo, impaciencia, excitación… Es como presentarles por primera vez tu novia a tus padres: estás ansioso de la reacción, ¡y a la vez estás seguro de tu elección! Por suerte, creo que a la gente le gusta el sitio. Cuando estoy en la concept store, la gente se acerca y me dice, ¡gracias por haber elegido Barcelona!, o me llevaría toda la tienda. Me da una energía increíble. La gente creativa como yo, aunque no lo parezca, necesitamos mucho reconocimiento. En el restaurante, la gente se me acerca y empieza a hablar conmigo como si nos conociéramos, ¡me encanta! Supongo que lo hacen porque se sienten a gusto. No me puede hacer más feliz.
La tienda está conectada por dentro con la parte del café, de manera que se puede ir de un espacio al otro desde el interior. Imagino que has querido reunir esas dos pasiones tuyas, la decoración y la gastronomía, en un mismo local y, aunque se trata de dos espacios con funciones diferentes, están muy en sintonía. ¿Por qué crees que tiene tanto éxito este modelo de espacio combinado?
Supongo que este tipo de local tiene un valor de “social place” muy importante. A la gente le gusta venir porque no lo perciben como una tienda, o como un restaurante, lo ven como “la casa de…”. Es como tener la casa de un amigo siempre abierta, donde muy a menudo, vas a encontrar por casualidad a amigos tuyos. Paseas y te inspiras… al final estás sorprendido.
A la hora de concebir esta tienda, ¿has tenido alguna otra concept store como referente?
Lo bueno de cada concept store es que cada una tiene su propia personalidad. Siendo interiorista, y entregando una parte de mi personalidad en este sitio, no hubiera tenido ningún sentido inspirarme o copiar otro lugar. Al final, somos todos muy complementarios, porque somos todos diferentes.
En el menú del restaurante has incluido algunos platos inspirados en recetas familiares. ¿Has querido hacer un guiño a tu Chile natal?
No es un guiño. Es, una vez más, una parte de mi vida y personalidad que entrego en este local. A la hora de elegir los platos, había cosas evidentes que quería compartir. Al final, ¡es la esencia de mi local!
Tienes un especial interés por las flores frescas, y tanto en la parte del café, como en la tienda se pueden ver en diferentes rincones, presentadas de diferentes maneras. ¿Consideras que son algo fundamental en cualquier casa o espacio?
La presencia de flores en un hogar dice mucho del dueño. Añaden un toque de glamour, de sensibilidad, de autenticidad. Los arreglos que tengo en la concept store son naturales y sofisticados a la vez. Con un poco de ingeniosidad cualquier cosa puede llamar la atención.
En la tienda podemos encontrar desde libros o tarjetas postales, hasta cosas para la cocina o el jardín, muebles... ¿Cuál es tu criterio a la hora de hacer la selección?
La selección se hace bajo el único filtro de mi gusto. Si me gusta un producto, lo llevo a la tienda. Si me gusta un vino, lo meto en la carta de los vinos. Creo que a la gente le gusta mi honestidad. Entienden que hay una coherencia a pesar de tener productos muy heterogéneos.
¿De dónde viene tu pasión por los muebles vintage?
Supongo que cada uno se dirige naturalmente hacía lo que le atrae. Gracias a mi trabajo, he visto muchos muebles, muchas épocas, muchos estilos. El mueble vintage de los 1950-1960 tiene una clase atemporal. En el norte de Europa, consiguieron crear muebles absolutamente maravillosos en esta época.
Además de las flores, de los muebles vintage, y de esa cuidada selección de libros y objetos para la casa, podemos encontrar productos de fabricación propia, como velas, fragancias o cuadernos, lo cual le da a la tienda aún más identidad. ¿Te gustaría ir ampliando esta oferta de productos propios?
Voy a seguir creando mis propios productos, ¡estoy en ello! Lo veo apasionante e imprescindible para mi equilibrio.
Tienes una amplia trayectoria, ya que has hecho numerosos proyectos de interiorismo para hoteles, además de para residencias, entre otras cosas. De todos los trabajos que has hecho hasta ahora, ¿hay alguno del que te sientas especialmente satisfecho, o al que tengas cariño?
Son como niños: ¡no se puede elegir a quien quieres más! A veces me siento más cómodo en alguno que otro, pero al final, como diría mi padre, “os quiero a todos por igual”.
¿Qué es lo más importante que has aprendido a lo largo de tu trayectoria como interiorista?
El diablo está en los detalles.
Y por último, llevas varios años instalado en Barcelona... ¿Qué es lo que te inspira de la ciudad que ha hecho que te hayas quedado?
Llegué a Barcelona en 1999 y abrí mi estudio en el 2001. Supongo que en Barcelona se mezclan a la vez una energía nacional e internacional. Conoces con la misma facilidad a tu vecino que a un americano que ha venido de viaje. Hay una facilidad de contacto que da mucha libertad creativa.
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La Jaime Beriestain Concept Store está en Pau Clarís 167, Barcelona
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