Cuando un arquitecto catalán –Guim Costa– y una diseñadora sueca –Sofia Gidlööf– se unen, la mezcla resultante incluye mobiliario vintage, sensibilidad escandinava y mucha autenticidad. Así se conforma el proyecto doble de Gidlööf, como tienda donde encontrar tesoros de décadas pasadas y Gidlööf Originals, como productora de diseño inmobiliario basado en la funcionalidad, la calidad y la sostenibilidad. Hablamos con ellos para conocer mejor las claves de este proyecto cargado de buen gusto y savoir faire.
Venís del mundo de la arquitectura y el diseño, ambos con bastantes puntos en común. Sin embargo, ¿qué os acabó impulsando a dar a luz el proyecto de Gidlööf?
Sofia Gidlööf: La verdad es que fue algo muy divertido... Encargamos a Guim, amigo de mi marido, que hiciera el proyecto de rehabilitación de nuestra nueva casa durante un año que nosotros pasaríamos en Estocolmo. Así, mientras estuviéramos allí, la vivienda se estaría reformando para acogernos a la vuelta. Al desembarcar de nuevo en Barcelona, llegamos cargados con infinitud de muebles vintage de los años 40, 50 y 60 (mesas, sillas, taburetes, estanterías…) que, bien distribuidos, dieron un toque muy especial a la decoración de la casa. Durante la cena de inauguración que celebramos juntos, se fraguó el proyecto: ¿por qué no buscar una manera de ofrecer este producto al público de Barcelona? Era mayo de 2011, y así empezó Gidlööf.
Estáis especializados en el diseño escandinavo de los años 40 a los años 70. ¿Qué creéis que aporta el mobiliario de esa época a la sociedad actual?
El mobiliario escandinavo de aquella época fue una referencia mundial: nadie diseñaba muebles funcionales y estéticamente atractivos con tanta originalidad y calidad como ellos. Además, contaban con maderas autóctonas excelentes que combinaban, con sabiduría y naturalidad, con otras importadas de África. Los artesanos de la época trabajaban la madera con una dedicación y cuidado sin comparación posible en otros lugares del mundo. La prueba es que, luego, multitud de fabricantes del resto del planeta, incluyendo España de manera especial, se inspiraron en su manera de hacer para diseñar y fabricar sus muebles.
Sin duda esta corriente del diseño es una de las más reverenciadas y seguidas a día de hoy. ¿Se trata de una moda o, por el contrario, de la constatación de que son diseños atemporales? ¿Cuál creéis que es la clave de su éxito?
Hay varios factores que explican el éxito de los diseños escandinavos: por un lado, la arquitectura escandinava ha estado muy vinculada al diseño del interior y del mobiliario. Se entiende como un todo, en el que los espacios y los recorridos en el interior de los edificios son tan importantes como el mobiliario que los ocupa. El arquitecto escandinavo, comprometido con su entorno y con un concepto de vida y de estar en el mundo, diseñaba desde los pilares y jácenas, hasta los taburetes y las mesas. Y claros ejemplos de ello son el edificio SAS de Arne Jacobsen en Copenhague (de donde sale la famosa silla Swan) o las bibliotecas de Alvar Aalto en Finlandia (de donde salen los famosos taburetes, sillas y mesas): se diseñaron para unos edificios concretos y acabaron siendo referentes mundiales del buen diseño y producidos para ser comercializados por todo el mundo. Por otra parte, y quizás en la misma línea, siempre se ha dado mucha importancia al diseño de los elementos de uso cotidiano. Por eso, muchos de los muebles van firmados por un “autor”. Y, por último, la producción de mobiliario es de una calidad y perfección altísimas: tanto las maderas, como los mecanismos, como las soluciones de diseño, eran largamente tratadas y estudiadas para que el producto final fuera impecable. En cierta forma, los fabricantes de muebles también exhiben su marca en forma de chapa o pirograbado. Los artesanos productores de los muebles priorizaban claramente la calidad y la excelencia al rendimiento económico. Nosotros lo decimos a menudo a nuestros clientes y amigos: “Según qué piezas, o las vas a buscar allí y de aquella época, o no las encuentras... Son irrepetibles”.
Habéis diseñado vuestra propia línea de productos. Algunos de ellos, como el soporte para móviles Tiagosen, se adaptan al siglo XXI. ¿Qué necesitan (o buscan) las viviendas de hoy en día?
Al principio decidimos que aquello creado por nosotros sería lo único diseñado y producido hoy en día que venderíamos en la tienda. Así fue como nació Gidlööf Originals, donde los diseños son originales nuestros. Sofía como diseñadora textil y Guim como arquitecto, crearíamos nuestra propia línea de productos y una editora de mobiliario. Es aquí donde nos permitimos volcar nuestros conceptos sobre el tema, cercanos al buen diseño escandinavo –buenos materiales, funcionalidad, calidad, sostenibilidad– en una producción contemporánea. Y así crear piezas como el Tiagosen, donde nuestro concepto de diseño se adapta a los tiempos modernos: ¿cómo cargar el móvil con comodidad?
Y, hablando de funcionalidad, ¿el diseño empieza con la necesidad o primero va la imaginación y luego esta se adapta a las carencias?
Para nosotros, la forma sigue a la función, y los buenos materiales la acompañan, mostrando sus características, sin esconderse: el hierro es hierro, la madera es madera, la cera es cera y el cuero es cuero (risas).
Otra de las claves de vuestros diseños es la integración de elementos que normalmente se intentan esconder, como el cable de la lámpara Helenbro. ¿Cómo se os ocurre esta idea tan original?
Volvemos a lo de no querer esconder... Que, por otro lado, nos vincula también con el diseño catalán: Pete Sans y, sobre todo, Miguel Milà, son nuestros referentes. Un estilo austero y directo.
El respeto por las técnicas artesanales es uno de los valores que más priman en el diseño escandinavo, y vosotros mismos seguís un particular proceso que combina esa faceta con la vertiente más industrial. ¿Podéis explicarnos un poco cómo funciona el proceso?
Después de una época en que lo comercial y de producción masiva ha tenido éxito, nosotros apostamos (aunque habrá quien siga con lo mismo) por trabajos hechos con cuidado y con rigor. Y añadiendo, además, el componente de materiales naturales y que transmitan lo que son realmente. Apostamos por volver a dar importancia al cómo se hacen las cosas y no tanto a qué rendimiento se saca de ellas. Es bonito querer a los objetos que te envuelven en tu día a día.
La naturaleza es una de las fuentes de inspiración de esta corriente del diseño, y la sostenibilidad es uno de los valores que más defendéis, tanto en arquitectura como en diseño. ¿Cómo os aproximáis a ella desde cada perspectiva?
Guim Costa: Sí, como arquitecto, traslado estos mismos conceptos a mi campo. La Casa Friedman, la Casa OV o la Casa K, actualmente en proyecto, son ejemplos de rehabilitación de espacios donde la conservación de lo pre-existente tiene una gran importancia, al mismo tiempo que se deja que los materiales se muestren tal cual son.
A la vez, el proyecto para la sede de EFD en Bangalore es un edificio concebido para que la sostenibilidad y la eficiencia energética sean algunos de los ejes principales. También estoy diseñando una línea de baldosas hidráulicas para una empresa alemana, y Sofía un estampado en tela donde el uso de materiales naturales son la base de todo. De nuevo está bien recordar que los arquitectos hemos estado envueltos (aunque no todos hayamos participado en ella) de una vorágine constructiva absolutamente desbocada, que ha hecho que la reivindicación de estos valores, en el diseño pero, sobre todo, en la arquitectura, sea, para nosotros muy importante. Hay que volver a re-encontrarlos.
Vuestra tienda está nutrida de una buena selección de muebles que compráis vosotros mismos en Suecia. ¿Qué criterio seguís a la hora de seleccionarlos?
Intuición, conocimiento, sintonía y, por qué no... ¡Diversión! ¡Es apasionante comprar! Siempre hacemos, por separado, un escaneado previo de lo que vemos, y después lo comentamos para acabar de decidir lo que compramos y lo que no.
Teniendo en cuenta su origen, seguro que os habréis topado con personajes curiosos. ¿Podéis compartir con nosotros alguna anécdota a la hora de encontrarlos o adquirirlos?
Sí, desde luego hay muchos personajes curiosos (risas). Por ejemplo, una tarde, en mitad de invierno, cuando estaba todo nevado y oscuro, fuimos a buscar unos taburetes que habíamos comprado a través de internet... Al final de un camino vimos la casa, con una luz pequeña en la entrada, y nos abrió la puerta una señora muy amable pero con pinta de bruja de Hansel y Gretel. Allí, ¡en una casa absolutamente perdida en los bosques de Suecia! También un personaje un tanto estrambótico se nos ofreció para buscarnos muebles con un sueldo mensual de ejecutivo de una multinacional. No sabemos con quién se pensaba que estaba hablando (risas). Bromas y anécdotas aparte, la verdad es que cuando vamos a Suecia nos relacionamos con muchos tipos de gente y en diferentes circunstancias, y todo eso enriquece mucho nuestro conocimiento del país, sus maneras de vivir y sus costumbres...
Para acabar… ¿Algún pecado confesable en cuanto a muebles feos que no seáis capaces de tirar?
¡Muebles feos no tenemos! (Risas) De hecho todo lo que traemos lo vendemos, porque siempre hay alguien a quién le gusta, por una razón u otra, lo que a los demás no les convence.
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Gidlööf - Passatge Mercantil 1, 08003 Barcelona.