Esta joven artista catalana y residente en París no para quieta: tras su última exposición, 75º, celebrada en La Capella, actualmente dedica su tiempo a terminar la tesina de su máster y, por supuesto, a investigar y producir arte. Además, está trabajando en un proyecto expositivo planeado para octubre que coincidirá con la prestigiosa feria FIAC de la capital francesa. A todo esto, Mar García Albert es una de esas mentes brillantes conocedoras del arte en todos sus aspectos: conceptual, teórico, práctico e incluso metafísico. Entre tanto ajetreo, hablamos con ella para conocerla mejor y profundizar en su trabajo.
Tu producción o línea artística incluye la pintura, la escultura, la performance, la costura y el arte conceptual. ¿Cómo definirías tu arte?
En ese abanico multidisciplinar que acabas de plantear hay un hilo conductor que, de alguna manera, trata de explorar las posibilidades de lo pictórico a partir del cuestionamiento de sus límites. Aun así, me resulta muy ilusorio tener solo un eje de preocupaciones y una forma concreta de hacer. La idea de que se pueda esperar de mí una franja determinada de trabajo me llena de tedio solo de pensarlo.
Has hecho piezas que desafían lo metalingüístico y el paso del tiempo. ¿Cómo intentas transmitir conceptos tan complejos a través del arte?
Yo diría más bien que el arte es un espacio ideal para plantear conceptos así de complejos, por tanto casi me permito plantear la pregunta más bien al revés. El propio tiempo que he pasado investigando y dedicándome a asir las cosas que me rondan la cabeza hasta el final es lo que me ha permitido dar salida a cuestiones más autoreferenciales (que tienen que ver con el código pictórico) o a poner al propio tiempo como motor en la producción artística.
En algunos de tus trabajos el concepto de tiempo es muy relevante. ¿Eres de las personas que sigue la filosofía del carpe diem, tempus fugit?
Trato de disfrutar al máximo el día a día pero, sin embargo, en ese proceso no excluyo el futuro, en el sentido de que no trato de disfrutar del presente de una forma que ponga en peligro mi futuro, busco hacerlo de forma sostenible (si se pudiera definir así). Lo del tempus fugit creo que no es algo que se elija, sino mas bien se padece. El tiempo que nos dan es algo limitado, no puede estar sujeto a elección, como en el caso del carpe diem.
Una de tus pinturas se llama Headbanging (2013), un tipo de movimiento que consiste en la sacudida violenta de la cabeza al ritmo de la música. ¿Lo has hecho alguna vez en algún concierto o festival? ¿Podrías seleccionar los tres conciertos o festivales en los que hayas estado que fueran dignos de terminar con dolor de cervicales?
Recuerdo un concierto de Iggy Pop en Aarhus (Dinamarca) en 2003 –literalmente seguir a la iguana por el escenario implica un dolor de cervicales. No hay manera de observar a la vez las piernas (que discurren por la izquierda del escenario) y el pecho (que lo hace por la derecha) o viceversa. En cualquier caso, los movimientos de Iggy Pop nunca discurrían en la misma vertical, y esto para las cervicales es muy complicado de gestionar. Recuerdo una edición del FIB también (no sé si en 2002) en la que Jarvis Cocker se vino arriba y le dio por ponerse a pinchar. Acabó la sesión con Nirvana: fue una conjunción digna de la peor de las lesiones. Más recientemente, recuerdo un concierto espectacular en Valencia de Betunizer, justo antes de trasladarme a París (sería en 2013). Aunque yo soy especialmente fan de Cuello (uno de los grupos paralelos del prolífico Jose Mascarpone), reconozco que para problemas de este tipo los que más se prestan son Betunizer.
En muchas de tus obras utilizas el textil como material para trabajar. ¿Cuándo empezaste a trabajar con el hilo? ¿Cómo lo descubriste?
Tuve una fase de bordados del 2009 al 2011, si no recuerdo mal. Aterricé ahí por hastío de la pintura al óleo, quería seguir dando salida a unas inquietudes de naturaleza pictórica pero sin el peso de la tradición asociado a este medio. Así que sustituí de algún modo los pinceles por las agujas, y los tubos de óleo por hilos de colores y lentejuelas. Ahora esta fase queda muy lejos.
Algunas de las piezas en las que has utilizado el textil como material están basadas en grafitis que te encuentras por la calle. ¿Qué influencia ejerce en tu trabajo el street art? ¿Qué es lo que te atrae de los grafitis para representarlos luego en tu obra?
El grafiti, en un momento dado, supuso mirar la pintura desde fuera de los parámetros del arte contemporáneo (tal y como nos los encontramos en el arquetípico cubo blanco) y enfrentarme a sus componentes básicos: pintura, soporte muro. A partir de aquí surge un diálogo dentro del medio muy autoreferencial. Así que mirar el street art me interesa como ejercicio de toma de distancia, de la misma manera que miro cuadros de flores en anticuarios o en tiendas de muebles de segunda mano.
En tu última exposición, llamada 75º y celebrada en La Capella, expones un conjunto de palos pintados todavía húmedos que se inclinan para formar un ángulo de 75 grados con la pared. ¿Cuál es el objetivo detrás de esta obra?
Muy sencillo: que la exposición dure el tiempo que los listones tarden en secar y que, a su vez, que cuando un listón consuma este proceso se desaloje del espacio expositivo. Aquí aparece la idea relacionada con el hecho de exponer una mutabilidad; se trata prácticamente de la parte central del proyecto.
¿Cómo esperas que reaccione el público ante este trabajo? Y si ya has recibido feedback, ¿cómo han reaccionado las personas que lo han visto? ¿Te esperabas que fuera así?
Por lo que ha llegado a mis oídos, hay un consenso generalizado en torno a que la propuesta ha sido muy contundente en el espacio de La Capella. La Sala Gran es un espacio destacado en el entramado expositivo catalán, y tiene la reputación de ser un lugar complicado a la hora de exponer. 75º se adapta muy bien a las condiciones que allí se dan. No tenía muchas expectativas a este respecto. Tener una acogida tan positiva para mí ha sido fantástico.
Si se te acercara un escéptico del arte conceptual y te dijera que en tu exposición solamente ve unos cuantos palos de colores apoyados contra la pared, ¿qué le responderías?
Me permitiría preguntarle (dado que se dirige a mí) si se ha leído el contrato que se puede consultar en la sala, ya que ahí están (de forma muy sintética) las claves para acceder a la instalación y donde se puede entrar a valorar que los palos, además de estar, se comportan. Para mí esta sencillez es una virtud, pero el que quiera ver ahí simpleza la va a querer ver igual pase lo que pase. De todas formas, en La Capella es complicado quedarse con esta visión tan limitada del trabajo: hay un vídeo explicativo, hay hojas de sala, está Judith en la entrada que facilita todas las explicaciones pertinentes… En este sentido, en BCN Producción son muy serios.
El año pasado, con Presente continuo, exponías un lienzo recién pintado y húmedo. ¿Cómo se te ocurrió la idea de exponer obras “sin terminar” por primera vez?
En concreto esto sucedió durante el primer año de mis estudios de máster en artes visuales en Sorbonne. En la facultad no hay mucho espacio para trabajar, lo que me llevó a exponer un cuadro totalmente húmedo (lo había hecho una hora antes cerca del lugar donde lo iba a exponer). Al margen de lo que planteaba en ese cuadro, el olor a pintura fresca y su cualidad húmeda me trastocaron, y desde entonces pienso la exposición en términos procesuales.
A lo largo del tiempo, los artistas han representado la dimensión temporal de distintas formas. ¿Por qué tú elegiste basar las dos obras de las que acabamos de hablar en el paso del tiempo en vez de “simplemente” representarlo?
Hay algo vivo que se incorpora cuando presentas algo directamente: no es lo mismo representar una manzana en un cuadro que presentarla directamente en una instalación. La recepción de la obra es muy distinta.
Exponer en La Capella de la Virreina es todo un logro. ¿Cómo te sientes?
Para mí esto ha supuesto un empujón drástico en mis investigaciones, lo que significa que he podido dar salida a una serie de ideas y, de este modo, crecer como artista. Por otro lado, ha sido fantástico poder trabajar con profesionales de primer nivel como David Armengol, el equipo de Folch studio y todas las personas que hacen que en un contexto de crisis la Capella y BCN Producció vayan a más. Me siento muy agradecida de que el jurado en su día eligiera apostar por 75º, y afortunada por poder hacer esta exposición.
La gran mayoría de las exposiciones en las que has participado, tanto individuales como colectivas, han sido en España, y sin embargo vives y trabajas en París. ¿A qué se debe?
Se debe, por un lado, a que soy española y que, por tanto, es aquí donde me he formado, he residido la mayor parte del tiempo y donde he empezado a exponer. Mi traslado a Francia es bastante reciente. Vine a finales de 2013 porque quería seguir mi formación en el entorno académico que se da en esta ciudad. Dos años en arte no es nada. Para lograr exponer en una ciudad, hace falta un periodo de adaptación hasta que enganches con el engranaje cultural del lugar. También es verdad que, una vez aquí, he priorizado bastante el trabajo en contexto máster, dosificando mucho otros intereses. De hecho, es un trabajo real integrarte en una ciudad a nivel profesional, implica un esfuerzo considerable, lleva tiempo y las cosas en verdad ocurren a su debido momento.
Después de la exposición 75º, ¿qué otros proyectos tienes en marcha y/o en mente?
Ahora para mí la prioridad es darle un empujón definitivo al máster y acabar con la tesina que debería presentar en septiembre. Para la rentrée tengo un proyecto expositivo en París en una plataforma curatorial que se llama Room E 1027 y que se daría al mismo tiempo que la FIAC (feria internacional de arte contemporáneo de la ciudad).
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