Desarraigo, herencia, fábula y familia, estos son algunos de los temas en torno a los que se teje la nueva obra de la directora canaria Macu Machín. Tras una sólida carrera marcada por los cortometrajes, la directora se lanza en la dirección de su primer largometraje, La hojarasca, que llega a los cines españoles hoy 13 de septiembre. Una obra que mezcla la ficción con lo documental, desdibujando de forma intencionada los límites entre ambas. La opera prima de la directora trata desde una perspectiva local y personal temas profundamente humanos: el vínculo con la tierra, los cuidados familiares y los fantasmas, tanto los reales como los imaginados, que habitan en nuestras relaciones.
Rodada en La Palma, y protagonizada por su propia familia, La hojarasca ha sido reconocida en importantes festivales como la Berlinale, el Festival de Málaga o Documenta Madrid. A través de la historia de tres hermanas, la película no solo narra un conflicto familiar por una herencia, sino que también nos invita a reflexionar sobre la vida rural, las tensiones entre tradición y modernidad, y el impacto de fenómenos naturales como la erupción de un volcán.
Con todo esto, la obra se ha convertido en una de las grandes revelaciones del cine español reciente, y hoy, Macu Machín nos cuenta más sobre el proceso creativo detrás de este fascinante proyecto.
Hasta la fecha, tu carrera ha estado marcada por cortometrajes como El mar inmóvil, y ahora te lanzas a hacer un largometraje. ¿A qué se debe esta decisión y cómo ha sido la experiencia del cambio del corto al largo?
Todo forma parte de un proceso natural. Este proyecto me ha acompañado mucho tiempo, he estado veinte años pensando y escribiendo sobre él. Todos estos cortometrajes me han ayudado a plantearme ideas, conceptos y dispositivos de puesta en escena que quería usar en la película. Trabajar con lo real, el territorio, la relación entre los humanos y su paisaje, lo onírico, la fabulación atmosférica, lo documental… Todos estos elementos, lo personal y lo íntimo, los iba abordando de diferentes maneras y aprovechaba cada proyecto para decidir qué quería explorar en el largometraje.
Como has dicho, en la película vemos una mezcla entre la fábula y lo documental. ¿Para ti es importante que se note esa diferencia entre la ficción y lo que es real?
Para mí, lo importante es justamente que el espectador vea esas fronteras borradas. Ese es el tipo de cine que me interesa, cuando te sientas y te preguntas, ¿qué es esto que estoy viendo? Al final, lo que importa es que la historia te toque, que te atraviese de alguna manera particular. Como directora, era importante usar tanto herramientas del documental como recursos de puesta en escena de la ficción para encontrar la verdad de las protagonistas.
A veces, había una semilla de mi relato, de la idea que yo tenía, que giraba en torno a la herencia. Las protagonistas son mi madre y mis tías, que ponen en escena su propio conflicto en torno a la herencia y los cuidados de una de las hermanas. Pero claro, había que forzar un poco para que pusieran en escena ese conflicto.
El mismo reencuentro entre ellas ya es un elemento de ficción, pero, al mismo tiempo, era un reencuentro real, después de treinta años sin estar juntas en la casa familiar. Así que aproveché las energías tanto de lo real y documental como de la ficción para hacer aflorar sus emociones y su manera única y auténtica de abordar la vida y los vínculos familiares.
A veces, había una semilla de mi relato, de la idea que yo tenía, que giraba en torno a la herencia. Las protagonistas son mi madre y mis tías, que ponen en escena su propio conflicto en torno a la herencia y los cuidados de una de las hermanas. Pero claro, había que forzar un poco para que pusieran en escena ese conflicto.
El mismo reencuentro entre ellas ya es un elemento de ficción, pero, al mismo tiempo, era un reencuentro real, después de treinta años sin estar juntas en la casa familiar. Así que aproveché las energías tanto de lo real y documental como de la ficción para hacer aflorar sus emociones y su manera única y auténtica de abordar la vida y los vínculos familiares.
Uno de los temas principales de la obra es el de la herencia, como dices. Sin embargo, queda en un segundo plano para centrarse en otros como los cuidados. ¿Esa fue la idea principal o surgió de manera más espontánea?
La herencia es solo una excusa, un punto de partida: tres hermanas que se reúnen para resolver ese tema y todo lo que surge y los problemas que afloran a raíz de ese reencuentro.
La película está protagonizada por las mujeres de tu familia. Entonces, ¿cómo fue tratar este tema con ellas? ¿Fue difícil, al tratarse de problemas familiares que pueden ser sensibles?
Lo más difícil fue para mí. Llevas tanto tiempo gestando el proyecto y, además, quieres trabajar con ellas, cuidarlas y protegerlas. No solo del artefacto violento que puede ser el cine o un rodaje, con un equipo que no forma parte de tu familia, sino también intentando que se sientan cómodas y seguras. Eso me generaba mucho estrés, pero, al mismo tiempo, tenía que cumplir con los tiempos y la producción del rodaje. La dificultad estaba en encontrar esa distancia justa entre no juzgarlas y, a la vez, hacer un relato universal que pudiera entender cualquiera.
Mi reto era que el equipo y ellas comprendieran que estábamos ahí para crear algo bonito juntos, algo frágil y delicado, pero que, si le poníamos cariño, podría resultar hermoso. Eso se entendió enseguida. Además, tuvimos que adaptarnos a sus tiempos, ya que son personas mayores que no pidieron hacer una película, así que era necesario ponerse en su lugar. Al final, todo salió mejor de lo esperado, y todos disfrutamos del proceso. Para ellas fue como una terapia con cámaras. Pensé que sería violento, pero no fue así. Curiosamente, el dispositivo del cine les permitió compartir lo que para ellas era doloroso, sentir que tenían un espacio para expresarlo sin miedo a ser juzgadas, y reírse de ellas mismas. Creo que funcionó muy bien.
Mi reto era que el equipo y ellas comprendieran que estábamos ahí para crear algo bonito juntos, algo frágil y delicado, pero que, si le poníamos cariño, podría resultar hermoso. Eso se entendió enseguida. Además, tuvimos que adaptarnos a sus tiempos, ya que son personas mayores que no pidieron hacer una película, así que era necesario ponerse en su lugar. Al final, todo salió mejor de lo esperado, y todos disfrutamos del proceso. Para ellas fue como una terapia con cámaras. Pensé que sería violento, pero no fue así. Curiosamente, el dispositivo del cine les permitió compartir lo que para ellas era doloroso, sentir que tenían un espacio para expresarlo sin miedo a ser juzgadas, y reírse de ellas mismas. Creo que funcionó muy bien.
Uno de los momentos más tensos de la obra es la discusión entre Elsa y Carmen, cuando se reprochan los cuidados. Esto va seguido de la escena de la erupción del volcán. ¿Esa metáfora de la explosión de las hermanas junto con el volcán fue algo fortuito?
El proceso de rodaje y montaje fue largo, fuimos tres veces a La Palma. Como la escritura y la gestación del proyecto me acompañaron durante tanto tiempo, ya desde el guion tenía claro que la naturaleza iba a jugar un papel importante. En mi fantasía, pensaba que en el clímax ideal de la película habría una tormenta espectacular, como en un cuadro del Romanticismo alemán, donde la naturaleza tiene un poder arrebatador que hace aflorar las emociones que los humanos no pueden verbalizar. Pero claro, yo estaba esperando una tormenta, una lluvia, un vendaval… algo que nunca llegaba. Y de repente, explota un volcán. Fue como si la naturaleza, de manera contundente, me echara una mano para la película.
La relación de las protagonistas con la tierra es fundamental para entender el film. ¿Qué buscabas transmitir al abordar este vínculo en un contexto rural?
Bueno, ellas tienen un vínculo muy profundo con ese espacio, con esas huertas, con lo que rodea la casa. Es un lugar que te ha dado de comer, pero además es la propia memoria de tu familia, ¿no? Y eso se viene abajo, se abandona porque ya envejece. ¿Y qué se hace con eso? Para mí significaba muchas cosas, tanto en el texto como en el subtexto. Por un lado, hay alguien que está ahí, en ese espacio, cuidando ese territorio, y llegan sus hermanas.
Para mí, era un punto de partida muy clásico, casi como un western. Está la persona que cuida sus tierras y luego llegan los forasteros, en este caso, sus hermanas, que van a hacer tambalear ese frágil equilibrio en el que vivía. Eso va a poner en cuestión quién es la verdadera dueña de esas tierras, quién merece serlo, quién ha cuidado qué, quién cuidó a quién. Vale, tú te encargaste de las tierras pero yo me encargué de nuestra hermana. Las tierras ayudan a describir cómo es cada personaje y qué cargas ha llevado en la vida. Por otro lado, materializan lo que es una herencia, un caramelo envenenado.
Las herencias, creo yo, son algo universal en los vínculos familiares. Todas las familias, tarde o temprano, tienen que enfrentarse a ese momento. Aunque una familia no tenga tierras ni casas, seguro que tienes una cajita de fotos o algo con lo que todos tienen un vínculo muy íntimo. Y de repente afloran cosas que habían estado ocultas o enquistadas durante décadas. Por eso el volcán no es solo una metáfora sino que también es real; viene a desenterrar todo aquello que había quedado reprimido entre ellas.
Para mí, era un punto de partida muy clásico, casi como un western. Está la persona que cuida sus tierras y luego llegan los forasteros, en este caso, sus hermanas, que van a hacer tambalear ese frágil equilibrio en el que vivía. Eso va a poner en cuestión quién es la verdadera dueña de esas tierras, quién merece serlo, quién ha cuidado qué, quién cuidó a quién. Vale, tú te encargaste de las tierras pero yo me encargué de nuestra hermana. Las tierras ayudan a describir cómo es cada personaje y qué cargas ha llevado en la vida. Por otro lado, materializan lo que es una herencia, un caramelo envenenado.
Las herencias, creo yo, son algo universal en los vínculos familiares. Todas las familias, tarde o temprano, tienen que enfrentarse a ese momento. Aunque una familia no tenga tierras ni casas, seguro que tienes una cajita de fotos o algo con lo que todos tienen un vínculo muy íntimo. Y de repente afloran cosas que habían estado ocultas o enquistadas durante décadas. Por eso el volcán no es solo una metáfora sino que también es real; viene a desenterrar todo aquello que había quedado reprimido entre ellas.
“Como directora, era importante usar tanto herramientas del documental como recursos de puesta en escena de la ficción para encontrar la verdad de las protagonistas.”
Como mencionabas antes, el tema de las herencias es algo universal, aunque en La hojarasca se trate de una historia muy personal y local, ambientada en la isla de La Palma. La película ha pasado por festivales tan importantes como la Berlinale o el Festival de Málaga, donde ha tenido una gran acogida. ¿Qué significa para ti ver que algo tan íntimo y concreto, de un lugar no tan grande, haya sido comprendido y apreciado en lugares tan distintos como Berlín, Málaga y otros festivales fuera de España?
Por un lado, es un regalo maravilloso ver cómo la película ha sido recibida en diferentes lugares, pero cuando seleccionaron la película en la Berlinale sentí una emoción especial. Aunque, como directora, no pienso en eso desde un punto de vista personal, sino más bien como un reconocimiento al trabajo que han hecho ellas. Fueron muy valientes al ponerse frente a la cámara, vulnerables, con toda su complejidad.
Para mí, el reconocimiento en los festivales tiene algo de justicia poética y también un gesto político. Colocar en el centro algo tan íntimo, protagonizado por mujeres de campo que nunca han tenido la oportunidad de viajar, y que de repente personas en lugares como Alemania puedan verlas tal como son, me parece algo bellísimo.
Para mí, el reconocimiento en los festivales tiene algo de justicia poética y también un gesto político. Colocar en el centro algo tan íntimo, protagonizado por mujeres de campo que nunca han tenido la oportunidad de viajar, y que de repente personas en lugares como Alemania puedan verlas tal como son, me parece algo bellísimo.
Para terminar, como mencionaste antes, en un rodaje siempre hay imprevistos. A veces las cosas no salen como una esperaba, y algunas escenas terminan siendo muy distintas a lo planeado. Ahora que la película está terminada y a punto de estrenarse, ¿ha cumplido con tus expectativas? ¿Qué es lo que más te enorgullece de esta obra que has creado?
Lo que más me enorgullece es todo el viaje que hemos compartido mi familia, el equipo y yo. Hemos creado una especie de ‘familia de rodaje’ y compartimos momentos muy especiales, como estar juntos en su cocina tomando vino. Eso es lo que más me llena de orgullo, haber vivido esta experiencia con ellas y ver cómo ahora también disfrutan de los éxitos de la película. Cuando recibo un premio nunca pienso que es para mí; siempre lo siento como un reconocimiento para ellas. Para mí, Elsa, Carmen y Maura son el alma de la película.
En cuanto a si ha cumplido mis expectativas, soy muy exigente. No puedo ver la película sin pensar que la volvería a montar o que habría sido perfecta si hubiera tenido más tiempo o podido rodar algunas escenas adicionales. Sin embargo, con los recursos que teníamos, creo que logramos capturar la esencia. Si a mí me conmueve, siento que también lo hará con otros.
En cuanto a si ha cumplido mis expectativas, soy muy exigente. No puedo ver la película sin pensar que la volvería a montar o que habría sido perfecta si hubiera tenido más tiempo o podido rodar algunas escenas adicionales. Sin embargo, con los recursos que teníamos, creo que logramos capturar la esencia. Si a mí me conmueve, siento que también lo hará con otros.