La digitalización puede ser un reflejo óptimo de los avances en nuestra sociedad, pero hace falta tener en cuenta las dos caras de la moneda. Mediante distintas obras relacionadas con el mundo de los videojuegos, Fundació La Caixa hace un acierto al poner en diálogo el proceso de vídeo ludificación que el mundo está viviendo. Homo ludens –expuesta en CaixaForum Barcelona hasta el 18 de abril– es la muestra que trae consigo una necesaria reflexión sobre el camino recorrido hasta hoy, además de ser una provocación para que nos planteemos el modo en qué la sociedad puede seguir evolucionando según la vida real converja con el juego.
La composición, con más de cuarenta piezas entre videojuegos y obras de arte, crea una experiencia de juego colectiva mediante un espacio dinámico e interactivo que actúa como muestra de la estrategia de gamificación a la que la sociedad está cada día más sometida. Los juegos digitales han dejado de ser una práctica cultural para segmentos concretos, la industria de los videojuegos está quebrantando sus propios límites hasta condicionar la forma en que consumimos, nos desplazamos, trabajamos e incluso generamos vínculos emocionales. Ahora jugamos sin darnos cuenta.
El mundo virtual es óptimo para visibilizar problemas actuales, lo vemos en Sola o en Don Federico —un videojuego y un vídeo experimental creados por Agustina Isidori que confrontan al jugador con situaciones de acoso las mujeres experimentan a menudo— y también en Black Lives Matter, en Fallout 4 o el día del orgullo LGTBIQA+ en Runescape, que promueven estos movimientos, convirtiendo los entornos de juego en plataformas de lucha política.
Alguna de las salas muestran cómo la era digital está abriendo camino a nuevos modos de entender el proceso artístico que, utilizando el material icónico, el imaginario y el lenguaje procedente del videojuego como materia prima, propone prácticas artísticas contemporáneas extremadamente novedosas.
Más allá del entretenimiento, Homo ludens también señala la modernización de la educación, el aprendizaje y la agencia ciudadana debida a la ludificación, además de mostrar la gran herramienta que puede suponer para procesos sanitarios. Por ejemplo el proyecto Block by block de la ONU —en el que se trata de mejorar espacios urbanos y adaptarlos a diferentes contextos sociales— y EteRNA, que coge los datos generados por los jugadores para ayudar al desarrollo de las vacunas de la COVID-19.
Pero no es oro todo lo que reluce. Homo ludens hace una llamada de atención a las malas prácticas, mostrando posibles problemas físicos y mentales surgidos del juego digital. Muestra la dependencia emocional que provocan la ilusión de control, la recompensa diaria o el spam amigo, confrontando a los asistentes con varios peligros a los que la gamificación nos somete. Y, para poner la guinda al pastel, también se exponen varias imágenes que ilustran la ‘game arthtritis’, es decir, mutaciones físicas en el cuerpo derivadas del uso de los videojuegos.
Para vivir esta experiencia al máximo, debes adentrarte en las seis oscuras salas conformando la exposición con la voluntad de extraer tus propias conclusiones y generar un juicio propio. A lo largo de la muestra irás respondiendo varias preguntas personales y de opinión sobre los temas tratados. Al terminar, recibirás un avatar que se ajuste a tu relación con el mundo digital, que Homo ludens habrá generado exclusivamente para ti, invitándote a seguir reflexionando y ser más consciente cuando salgas de este espacio.
El mundo virtual es óptimo para visibilizar problemas actuales, lo vemos en Sola o en Don Federico —un videojuego y un vídeo experimental creados por Agustina Isidori que confrontan al jugador con situaciones de acoso las mujeres experimentan a menudo— y también en Black Lives Matter, en Fallout 4 o el día del orgullo LGTBIQA+ en Runescape, que promueven estos movimientos, convirtiendo los entornos de juego en plataformas de lucha política.
Alguna de las salas muestran cómo la era digital está abriendo camino a nuevos modos de entender el proceso artístico que, utilizando el material icónico, el imaginario y el lenguaje procedente del videojuego como materia prima, propone prácticas artísticas contemporáneas extremadamente novedosas.
Más allá del entretenimiento, Homo ludens también señala la modernización de la educación, el aprendizaje y la agencia ciudadana debida a la ludificación, además de mostrar la gran herramienta que puede suponer para procesos sanitarios. Por ejemplo el proyecto Block by block de la ONU —en el que se trata de mejorar espacios urbanos y adaptarlos a diferentes contextos sociales— y EteRNA, que coge los datos generados por los jugadores para ayudar al desarrollo de las vacunas de la COVID-19.
Pero no es oro todo lo que reluce. Homo ludens hace una llamada de atención a las malas prácticas, mostrando posibles problemas físicos y mentales surgidos del juego digital. Muestra la dependencia emocional que provocan la ilusión de control, la recompensa diaria o el spam amigo, confrontando a los asistentes con varios peligros a los que la gamificación nos somete. Y, para poner la guinda al pastel, también se exponen varias imágenes que ilustran la ‘game arthtritis’, es decir, mutaciones físicas en el cuerpo derivadas del uso de los videojuegos.
Para vivir esta experiencia al máximo, debes adentrarte en las seis oscuras salas conformando la exposición con la voluntad de extraer tus propias conclusiones y generar un juicio propio. A lo largo de la muestra irás respondiendo varias preguntas personales y de opinión sobre los temas tratados. Al terminar, recibirás un avatar que se ajuste a tu relación con el mundo digital, que Homo ludens habrá generado exclusivamente para ti, invitándote a seguir reflexionando y ser más consciente cuando salgas de este espacio.