Aleix Plademunt, Juan Diego Valera y Roger Guaus son los fotógrafos que hay detrás de Ca l’Isidret, el proyecto editorial que funciona también como plataforma creativa, que crearon en 2011 movidos por la necesidad de compartir y dar cabida a experimentos y formatos artísticos, para generar así un espacio de publicaciones tanto individuales como colectivas.
Ca l’Isidret es un proyecto que nace en 2011 y se dedica, fundamentalmente, a publicar vuestra propia obra y la de otros fotógrafos. ¿Podríamos decir que, más que un espacio de tres amigos que comparten ámbito profesional, Ca l’Isidret nace desde una necesidad de suplir las carencias de un mercado editorial fotográfico en particular?
Ca l’Isidret nace de la emoción y el amor por compartir maquetas y experimentos editoriales entre tres fotógrafos (Aleix Plademunt, Juan Diego Valera y Roger Guaus) en un momento en que el fenómeno del fotolibro era incipiente en España. Ante la dificultad de que una editorial ya establecida pudiera interesarse por nuestros trabajos por no ser nosotros ni conocidos ni tener conexiones en este mundo, decidimos crear, desde la nada, nuestro proyecto editorial. Con él dábamos salida a nuestra necesidad creativa entorno a la fotografía y su relación con la edición, a la vez que nos abríamos a mostrar nuestros trabajos públicamente para hacerlos accesibles al público. Comenzamos en 2012 con la publicación de L’Inassolible (2012) de Roger Guaus, Movimientos de suelo (2011) y Un diario sin título (2012), estos dos de autoría compartida entre los tres fotógrafos.
¿Ubicasteis estas carencias y necesidades en un contexto global o más bien español, comparándolo con otros mercados editoriales artísticos que os sirvieron de referentes?
En ese momento, nuestra única referencia fueron algunas pequeñas editoriales como Nieves, Pierre von Kleist, Standard Books o These Birds Walk, así como el proyecto de algún fotógrafo como Morten Andersen que basaban la difusión de su trabajo en la publicación de su obra en forma de libros. En cualquier caso, Ca l’Isidret debía dar salida a proyectos imposibles que ninguna otra editorial publicaría por ser demasiado experimentales y económicamente inviables. Morishita (2016) de Aleix Plademunt o Tuétano (2017) de Juan Diego Valera son dos buenos ejemplos de ello.
En vuestra página web os definís como plataforma. ¿Qué diferencia supone este concepto versus una editorial independiente de fotografía?
El concepto de plataforma es más amplio que el de editorial y no se limita solamente a la publicación independiente de trabajos fotográficos. Definir Ca l’Isidret como plataforma nos permite no ceñirnos solamente a la publicación de nuestras obras, sino establecer unas coordenadas donde cualquier tipo de aventura artística es posible. En Ca l’Isidret hemos realizado diferentes proyectos que han ido más allá de la mera publicación, trabajos como Laboratori (2014), que fue una residencia de cuatro días donde invitamos a seis fotógrafxs a trabajar colectivamente sobre un concepto concreto, o Photos ‘du pays le plus riche du monde’ (2018), una residencia artística y consiguiente exposición que los tres fotógrafos realizamos en la ciudad de Biel, en Suiza, invitados por el Photoforum Pasquart. Nuestro empeño constante es que Ca l’Isidret, además de llevar a cabo la publicación de nuestras obras en forma de libro, sea también un laboratorio de experimentación para todo tipo de experiencias que vinculen la fotografía y el arte con todo tipo de posibilidades creativas. A la vez, la idea de plataforma se adecua también para describir Ca l’Isidret como un lugar de lanzamiento de nuestros trabajos personales, para poder hacerlo con el criterio y el soporte de todos sus miembros, y no desde la soledad que a menudo se siente en el mundo de la fotografía y el arte.
Ca l’Isidret es una editorial con obras de fotógrafos muy diversos y, de hecho, en vuestro manifiesto aludís a la libertad creativa. ¿Cómo se concilia la diversidad de obra con un criterio editorial formado por tres personas con unos recursos de proyecto independiente?
En realidad, cuando se trata de nuestros trabajos, no hay mucho criterio editorial respecto a si un trabajo debe publicarse o no. Por lo general, la mayoría de propuestas que cualquiera de los tres pueda presentar es aceptada sin demasiadas reticencias. Asumiendo que un trabajo se va a publicar, Ca l’Isidret está para hacerlo de la mejor forma, tomando en consideración tanto la conceptualización como la selección de contenidos, así como el diseño o la elección de materiales. En general, esto genera un catálogo un tanto ecléctico donde el único punto de encuentro es el de la edición de trabajos de tres autores con intereses artísticos diferentes. Por otro lado, la publicación de trabajos de otros autores como Un universo pequeño (2015) de Antonio M. Xoubanova o La ilusión documental (2018) de Takuma Nakahira se ha hecho a partir del único criterio de la calidad del trabajo, independientemente de si ellos casaban o no con una posible línea editorial de Ca l’Isidret. Podría decirse, en definitiva, que la línea editorial de Ca l’Isidret consiste en satisfacer al máximo la libertad creativa de sus componentes así como llevar a cabo todos los procesos implicados con la mayor calidad posible.
Entendiendo vuestro concepto de fotografía y de laboratorio artístico, supongo que el diseño editorial es una parte importantísima y fundamental en cada una de vuestras publicaciones. ¿Cómo trabajáis este aspecto? ¿Contáis con otro tipo de apoyo y colaboración artística externa o también forma parte de vuestra autogestión?
El diseño editorial depende de cada caso particular, respetando en todo momento las preferencias de cada autor. Durante estos años hemos trabajado con diseñadores como Bildi Grafiks, Grégoire Pujade-Lauraine, Estudi Bicoté, Pierre Hourquet, Eloi Gimeno, Kentaro Terajima o Hermanos Berenguer. Al tratarse de publicaciones de un elevado cariz personal, los tres autores intervenimos de manera activa en los diseños, ya sea en la parte más conceptual de la publicación, como en los aspectos de maquetación o materiales. Como colaboradores hemos trabajado entre otros con Jordi Mas López, como traductor de los textos de Takuma Nakahira del japonés al catalán y al español, Dani S. Álvarez como autor del prólogo del mismo libro, Temple Paris como coeditores y comisarios de la exposición Movimientos de suelo en París el año 2014, así como muchos otros espacios, centros de arte, museos, escuelas y librerías en las que hemos presentado nuestro trabajo.
Al margen de vuestras obras a nivel individual, también habéis publicado obras colectivas como Laboratori o Movimientos de suelo. ¿Esta autoría compartida también se traslada en la autoría de cualquier proceso editorial vuestro o varía en función de la autora o autor que publicáis?
La autoría compartida hace referencia básicamente a trabajos colectivos como los que indicas o también como Photos ‘du pays le plus riche du monde’. En estos casos, esta autoría compartida hace referencia a la autoría de las fotografías, de la selección de imágenes, de los conceptos, etc. Respecto a los trabajos individuales, la autoría compartida del proceso editorial, en la medida que sea, no figura como tal, sino con la firma de Ca l’Isidret, sin más detalles.
Habéis participado en varias ferias internacionales como Polycopies, Tokyo Art Book Fair o Fiebre, y expuesto vuestra obra en museos y galerías de renombre mundial como Temple en París o Paquart Photoforum en Biel, Suiza. Haciendo un balance genérico de estos casi diez años de Ca l’Isidret, ¿creéis que vuestro proyecto ha tenido más acogida y recibimiento fuera del marco estatal?
En realidad, nuestro proyecto ha tenido más acogida en el marco estatal que en el marco internacional. Aunque hemos realizado no pocas actividades en el extranjero, la mayoría de libros se venden en España. Se trata, seguramente, de una cuestión de proximidad, de contacto, de idioma, e incluso de complicidad. Además, nuestro ritmo de publicación es lento y esto hace que no siempre podamos estar vivos en las redes anunciando novedades y haciendo promoción. Fuera del marco estatal, las ferias son complicadas de rentabilizar por los elevados costes y sobre todo por la gran competencia entre editoriales provenientes de todo el mundo con todo tipo de publicaciones de gran calidad e interés.
En estos tiempos de viralidad y simulacro hiperexpansivo, en los que el libro fotográfico es algo incomparable respecto a a toda la publicación fotográfica en internet, ¿cómo encaja Ca l’Isidret y su proyecto? ¿Cómo visualizáis el futuro en estas coordenadas donde ha quedado arraigada una nueva idea de producción y consumo fotográfico?
El futuro de Ca l’Isidret no tiene buena perspectiva. Las ventas de libros son cada vez menores a la vez que la oferta de publicaciones es cada vez mayor. Aunque hay quien cree que el descenso en las ventas de libros se debe a la precariedad económica en nuestro país, nosotros achacamos esta situación a una falta generalizada de interés por la cultura, donde gastarse 30 o 40 euros por un libro de fotografía está totalmente fuera de toda posibilidad, no económica, sino cultural, para la mayoría de la población. Aun así, en Ca l’Isidret no desfallecemos e insistimos obstinados en dar visibilidad a nuestros proyectos.