Las IA ya forman parte de nuestra realidad, aunque aún nos sea complicado entender cómo funcionan. Imágenes como la del Papa Francisco vestido con un flow nunca antes visto o las fotos de anuario estadounidense con las caras de nuestros amigos son solo algunos ejemplos. Alvaro Posadas es todo un experto en este campo, y sus obras son tan curiosas como tétricas.
Desde 2011 trabaja en la compañía Canada en la postproducción de proyectos con artistas como Rosalía o The Prodigy, así como comerciales de marcas como Loewe o Tous. Además, su obra ha llegado a nivel mundial en diversos eventos y festivales como Art Beijing (China), Onedotzero (Londres) y Sónar (Barcelona).
Es difícil conocer toda su trayectoria y recorrido a lo largo de su vida. Conocemos a Alvaro hablando de su trabajo en postproducción, los cambios que ha vivido por la evolución digital y su experimentación con los visual motion. Además, comentamos sus nuevos proyectos en torno al arte visual y las IA, su inspiración y estética, y mucho más.
Para empezar, ¿podrías definirte y explicar lo que haces para las personas que no te conocen?
Hola, soy Álvaro Posadas, de Zamora. Estudié Historia del Arte en la USAL y Arte Electrónico en ESDI, y actualmente trabajo en el equipo de postproducción de la productora Canada. Llevo con ellos desde hace ya doce años, es un gran lugar, una gran productora y buena gente. Hemos hecho infinidad de videoclips, comerciales y demás movidas visuales. Lo más seguro es que hayáis visto muchos trabajos en los que he participado.
Estás activo en tu campo desde 2003, cuando comenzaste a trabajar en el estudio Actop y permaneciste allí hasta 2013, donde tuviste la oportunidad de experimentar con los visual motion. ¿Qué aprendizajes destacados te llevas de tantos años de experimentación en este ámbito, y cómo crees que ha influido esta experiencia en tu trabajo actual?
En realidad, mi primera semana de trabajo en el mundo audiovisual comenzó el día que destruyeron el World Trade Center en 2001. Parecía que el mundo se iba a acabar en ese momento, y hemos vivido ya tantos episodios horribles en la humanidad desde entonces… El caso es que en la primera productora en la que trabajé tenía un compañero creador y juntos creamos Actop. Hacíamos desde motion a visuales en directo e incluso creamos una distribuidora de DVD, ya que YouTube estaba empezando y la calidad que tenía era horrible. No se encontraba mucha cosa en la plataforma salvo memes y tonterías, nada de arte, así que distribuíamos las piezas visuales nuestras y de otra gente guay en formato DVD. Ha pasado mucho tiempo, y me doy cuenta de la cantidad de trabajo que hacíamos y la pasión que le ponía por aquel entonces. Lo mejor es que creo que todavía conservo esa sensación de experimentación y energía.
Como nos comentas, el mundo en el que trabajas está en constante cambio debido a la revolución digital. Durante el período de 2009 a 2011, estudiaste After Effects en el IED. ¿Fue esta decisión una reacción para adaptarte a los nuevos retos tecnológicos? ¿Cómo consideras que el avance tecnológico ha cambiado tu trabajo desde entonces?
En realidad no estudié After Effects en el IED, lo enseñaba. Di clases durante varios cursos a los alumnos de la institución. Mi relación con el After Effects va más lejos, desde el año 99, con la versión 4.0 del programa en un PC cutre Windows 98, comprado en un centro comercial de Zamora, un ordenador color crema repugnante. El ordenador más bonito que he tenido creo que fue mi Amstrad 128K, que lo compré por 125.000 pesetas en 1988, y tenía un diseño increíble y juegos fabulosos. Así que la tecnología siempre ha estado ahí, desde que cumplí diez años y empecé a experimentar grabando con el VHS. Ha habido un montón de etapas, hasta este momento dulce que estamos viviendo con los modelos de inteligencia artificial.
Desde 2011 trabajas para Cada, donde te encargas de la postproducción de videoclips, películas y campañas publicitarias. ¿Cuáles son tus responsabilidades clave en un proyecto audiovisual?
En Canada, como decía antes, es muy gratificante trabajar con el equipo de gente que hay detrás. Normalmente, en el departamento de postproducción nos encargamos de poner el lazo y envoltorio a una pieza audiovisual. Por ejemplo, que todos los planos de un edit estén donde tienen que estar, que tengan la calidad deseada, y lanzarlos a los clientes con el título ‘render final okok’, que decimos. Es un lugar en el que llegas a primera hora de la mañana y hay gente hablando de películas, o viendo nuevos music videos y comentando la movida, es súper.
Dejando de lado la postproducción, tu arte visual es increíblemente característico. Destacan las imágenes y vídeos 3D incómodos, terroríficos, con sangre y, en cierta manera, futuristas. Al verlos, el concepto que me viene a la cabeza es una distopía. ¿Qué nos puedes decir de la estética de tus proyectos?
Yes, me flipa todo lo que es misterioso, desde siempre. Cuando era un niño, en los ochenta, me iba a los videoclubs a ver las portadas de las pelis y claro, esas secciones de cine de terror que te encontrabas en los estantes eran lo más, unos estuches con covers increíbles y algunas muy, muy dark para los ojos de un chaval.
También al ser zamorano, llevo la oscuridad dentro. Cuando vivía allí, me pasaba todo el largo invierno metido en nieblas densas mesetarias, en una ciudad intramuros llena de iglesias románicas medievales con una imaginería un tanto tétrica. Me gusta mucho toda esa sensación de melancolía recogida en mi infancia. Y claro, luego me volví un experto en arte oscuro, cine oscuro, música oscura, etc.
También al ser zamorano, llevo la oscuridad dentro. Cuando vivía allí, me pasaba todo el largo invierno metido en nieblas densas mesetarias, en una ciudad intramuros llena de iglesias románicas medievales con una imaginería un tanto tétrica. Me gusta mucho toda esa sensación de melancolía recogida en mi infancia. Y claro, luego me volví un experto en arte oscuro, cine oscuro, música oscura, etc.
Hace menos de un año, tus obras no tenían nada que ver con las actuales. Los colores eran los protagonistas y eran mucho más abstractos. ¿Qué ha inspirado esta evolución en tu estilo? ¿Qué elementos específicos de tu trabajo actual consideras que son ‘tuyos’ y únicos para ti como artista?
En realidad, antes hemos hablado de la oscuridad, pero mis colores favoritos son los flúor. Este tipo de color antes no existía. Imagínate si en Versalles, por ejemplo, los decoradores del palacio hubiesen tenido a su disposición los tonos flúor, ¡¡menuda fiesta!! Versalles-rave. El caso es que siempre me llaman la atención las paletas de colores rabiosos, los tornasoles, los hologramas… En mi Instagram puedes ver imágenes extrañísimas usando ese tipo de paleta. Pero claro, también la tradición pictórica del pasado tira mucho, y las nuevas tecnologías ni te cuento. Así que, un mix de técnicas e influencias.
Actualmente, trabajas con la IA Midjourney, un generador de imágenes a partir de un texto. Con una herramienta tan nueva, me es complicado imaginar tu proceso creativo. ¿Podrías explicar un poco cómo trabajas? ¿Cómo ha cambiado o complementado la IA las herramientas que usabas antes?
Estamos viviendo un momento muy dulce con todos los modelos de inteligencia artificial, creo que son herramientas fabulosas para trabajar. En Midjourney, por ejemplo, soy muy malo prompteando, creo que se me da mejor trabajar con la función imgtoimg, donde tú pones las imágenes de referencia desde las que parte el modelo. Luego, tengo mi colección propia de prompts de texto, que son más bien como un haiku extraño. Tiro dados, le doy a render y empiezan a crearse imágenes que luego selecciono con delicadeza. Es básicamente eso.
Además de tu trabajo profesional, ¿utilizas la IA de alguna manera más recreativa o personal en tu vida diaria? Por ejemplo, ahora que se ha puesto de moda la trend de las fotos del anuario de instituto, ¿te has subido al carro?
Sí, he visto el anuario de instituto, es muy diver. Me gusta mucho gastar bromas en chats con amigos usando FaceApp y dejando al personal hecho un cristo.
Hace relativamente poco que has empezado con los vídeos Zoom out con superposición de imágenes. Este movimiento de cámara se ha usado en el cine por directores como Kubrick, Scorsese y Tarantino, pero no desde tu enfoque. Revelas a medida que se aleja la cámara detalles ocultos de la escena, que en tu caso son imágenes estáticas, y cada revelación nos lleva a una escena o mundo completamente diferentes. ¿Puedes hablarnos sobre cómo desarrollas esta idea?
En realidad, el Zoom out es muy divertido de hacer. Es una gran composición a modo de collage en After Effects: con una cámara para el recorrido en Zoom sobre cuarenta y una imágenes consecutivas y relacionadas entre sí. Las imágenes las genero en Midjourney usando un módulo de expansión. Qué guay quedaría uno de estos zooms en la cúpula de leds en Las Vegas, mientras Bono berrea como un demonio. Sería fabuloso :-)
Estos visuales transmiten una sensación de caos mientras van apareciendo nuevos elementos que contribuyen a una atmósfera psicodélica y surrealista. Es como un universo que se yuxtapone a otros más pequeños que van quedando atrás. ¿Qué quieres que el público experimente al verlo? ¿Con qué intención narrativa está creado?
Creo que lo que me tiene apasionado con esta técnica es el storytelling extraño que se produce, porque en realidad mi manera de trabajar es un poco como hacían los dadaístas y los surrealistas en el año de la castaña. Usaban una técnica que llamaban ‘cadáver exquisito’, que consistía en meter papelitos con palabras dentro de un saquito de raso, y luego sacaban los papelitos y los ponían en fila para ordenar sus ideas. De manera aleatoria le daban un sentido, y eso me gusta mucho. Es como que la historia no sabes de dónde viene, pero los papelitos que has metido los has seleccionado tú previamente, con todo el cariño o con mala leche también.
Como curiosidad, en tu cuenta de Instagram, he visto que utilizas el hashtag #Doom como uno de los primeros en todas tus publicaciones. Doom es uno de los videojuegos más míticos de los 90. Reconocemos la relación con tu trabajo en gráficos 3D, además de la similitud estética entre el videojuego y tus visuales. Aun así, ¿podrías explicar la motivación detrás de usar este hashtag de manera constante? ¿O no va por ahí la cosa?
El Doom era un flipe de juego, pero no va por ahí, cierto. El hashtag #doom es que, aparte de ser una palabra muy guay, tiene un significado muy extraño, como ser condenado al peor suplicio. Creo que lo empecé a poner en su momento como homenaje al estilo doom de artistas como SunnO))), Lustmord o Hermann Nitsch, que me flipan.
He visto en Bandcamp que también haces sonidos experimentales. ¿Cuál es tu enfoque para planificar y ejecutar estas obras? ¿Has pensado juntar la música con tus visuales?
Sí, he usado mis músicas con mis imágenes en muchas ocasiones. Es que me gusta mucho hacer música. Cuando me pongo con un sintetizador a hacer sonidos es como una meditación trascendental. Pierdo por completo el sentido con la realidad y me vacío. Es increíble. En la pandemia me pasaba horas enteras escuchando sonidos que grababa en un trozo de cinta de cassette, que unía con un trocito de celo, y que luego reproducía en un 4decks amplificado con multiefectos. Así me podía tirar horas escuchando estos sonidos junto a mi perro.