Conocíamos el trabajo de Víctor por su anterior largometraje, Edificio España, que recibió una nominación al Goya por Mejor Documental. Y entre sus cortometrajes recordamos El extraño (gran premio del jurado Notodofilmfest), Feriantes o Felices fiestas, premiados también en múltiples certámenes. Pero después de ver La ciudad oculta, esta agudeza audiovisual, no sabríamos categorizarla: ¿película o documental? Pues se trata de toda una experiencia sensorial que nos lleva por la esfera oculta de la ciudad de Madrid, por esas entrañas que mantienen el pulso urbano y conforman de alguna manera simbólica el inconsciente del mundo exterior.
Con una visión casi espacial, el director arranca con unos primeros planos donde distintos puntos de luz surgen a modo de constelaciones que parecen situarnos en el espacio sideral. Solo cuando la cámara hace un ondulante picado nos damos cuenta de que nos encontramos bajo el suelo de una ciudad, ante un laberinto de conductos, túneles, tuberías y alcantarillas que nos muestran todo el engranaje invisible que la sostiene y de la que depende.
Un territorio hasta ahora inexplorado que Víctor presenta con texturas, sonido e imágenes que nos acercan a otra comprensión de la materia y del mundo en que vivimos: “La idea viene de esos viajes en metro y esas superficies negras. Me interesa la exploración en cualquier territorio. Me gusta mucho la aventura e incluso hacer películas entendiéndolas así, me gusta ir lejos o directamente a un sitio que no ha sido explorado, como sucede en esta peli y también la anterior, Edificio España. A nivel conceptual por tratar de aportar una especie de reflexión sobre el hábitat que nos hemos dado”.
La ciudad oculta va componiendo así una narrativa más sencilla de lo que parece a primera vista y nos lleva a planteamientos con más carga conceptual donde la realidad y la ficción construyen un universo a partir de ese vacío negro y esos espacios desconocidos donde tienen lugar nuestras relaciones cotidianas. Un viaje revelador a los abismos de la ciudad y a los vacíos de la propia existencia humana.