Caracterizada por usar tejidos naturales y producir lo justo y necesario, rompe con los esquemas de producción masiva de la industria en general. Y además, Virginia no se considera diseñadora sino modista –“me quedo con el oficio”, confiesa. Enamorada de su ‘terra’, Galicia, gran parte de su trabaje está influenciado por sus costumbres, folklore y recuerdos personales. O por su madre, Carmen, a la que dedica su última colección, Farruca, que también ha convertido en un corto. Hablamos con ella sobre tomarse las cosas a tu propio ritmo, oficios que desaparecerán, las raíces, y cómo reconectar con ellas a pesar de estar lejos.