La disposición de un lugar dice mucho de sí mismo. Me decanté por una poco comercial para humanizar este espacio, para convertirlo en algo más que una tienda. Al decorarlo, me imaginé que esto era una escenografía y tenía que ejercer el papel de directora de arte.
Eso dicen (risas). Quería huir de la frialdad de las concept stores y combinar distintos elementos de tal manera que conformaran un espacio acogedor en el que den ganas de quedarse un rato más. Es por ello por lo que La Talenta es una lifestyle store, evoca lo cotidiano. Encuentras lo que formaría parte de tu día a día.
Pura casualidad. Tenía guardados varios objetos y muebles antiguos en un almacén, vi colgado el letrero de “Se Alquila” y pensé que sería un buen lugar para restaurarlos. Lo cierto es que todo ha sido muy espontáneo e intuitivo, desde la elección del local a la selección de objetos y mobiliario.
Siempre he tenido cierta fijación por los entornos vintage y la renovación de materiales. Me di cuenta que podían estar en un sitio mejor que guardados bajo llave y por ello emprendí esta iniciativa.
La propietaria había venido varias veces a La Talenta y no pude rechazar su propuesta: “Quiero que hagas lo mismo en mi escuela que en tu establecimiento”. Junto a una compañera hicimos todo el proyecto de interiorismo reutilizando cosas ya existentes y contratamos a la artista Maria Capdevila para darle una onda urbana a las paredes con sus ilustraciones.
Casi todo. Me gusta mucho lo náutico y estuve un año y medio viviendo en un barco, en los pantanales de Barcelona. Esto me hizo entender que no necesitamos tanto, y es algo que quiero transmitir con la restauración y lo retro.
¡Y son top ventas! (risas). Mucha gente los compra como recuerdo de Barcelona, el vermut aquí es tradición... y no es el típico souvenir cliché.
Me interesan los artistas emergentes que quieren aportar algo a la ciudad de Barcelona, sean autóctonos o extranjeros. En La Talenta también hay algo de ellos.
¡Vienen de todas partes! Francia, Bélgica... Lo complicado es traerlos, pero si algo me gusta, lo intento de todas las maneras. En un pueblo de Girona me enamoré de una antigua nevera industrial que servía de mostrador de una zapatería. Transportarla en un Land Rover Pick Up fue una odisea.
¡Me lo quedaría todo! Son como mis hijos... (risas). Y lo peor es que no puedo ir tranquilamente a un sitio simplemente de visita, siempre estoy alerta a ver que encuentro para quedármelo y restaurarlo.
Es una pena. Lo que se debe empezar a entender es que a muchas cosas se les puede dar un nuevo valor, una segunda vida.
Creo que es porque el mobiliario nuevo de diseño es muy caro, y en el otro extremo está Ikea y las réplicas de muebles de reconocidos creadores, que a menudo no acaban de dar el resultado esperado. Parece que la gente empieza a buscar un equilibrio, algo más auténtico, más personal y trabajado. A recuperar valores.
Un poco de todo. La necesidad del cambio no cala tan pronto como otras necesidades artificiales que se han impuesto...
Ahora todo va a un ritmo de vértigo: La información, las modas... Y lo hecho a mano no puede avanzar más rápido porque conlleva mucha entrega. Por ello muchos oficios clásicos como la tapicería o la restauración han ido perdiendo su lugar.
Y no lo entiendo, porque si sólo consumimos lo que ofrecen las grandes superficies, nos volveremos réplicas unos de otros, aún más de lo que ya lo somos. Es muy aburrido.
Este espacio también fue en su día un lugar secreto de cata de quesos y vinos, y en parte por ello nació la idea de Clandestí. A parte de cenas, estamos empezando con talleres de sushi, coctelería... Y lo combinamos con proyecciones o música en directo de varias culturas. Por cierto, se entra con contraseña (risas).
Es un lugar que se presta a este tipo de ideas. El Gótico es artístico, cosmopolita, artesano... Y sus callejuelas son como un enigma. De todos modos, ahora nos mudamos a un local más céntrico y amplio para acoger mucha más oferta. Y en la nueva tienda online se podrá consultar todo lo que hacemos.
Quiero pensar que hay ganas de hacer cosas nuevas constantemente, que la gente sigue teniendo buenas ideas. Al final, de lo que se trata es de pasar un buen rato y enriquecerse, y si este tipo de establecimientos lo propician, bienvenidos sean.
¿Cómo no? A veces se portan mejor que las personas (risas).








