Sí. Cualquier cosa que se diseña tiene olores, colores, sensaciones, tiene diferentes objetos que lo encarnan –e incluso sonidos. En ese sentido, el amor no es muy diferente. Podríamos empezar una genealogía de cuáles son los imaginarios imperantes del amor durante cada etapa histórica y veríamos que paulatinamente se ha ido concretando la idea de Amor romántico que tenemos en la actualidad (para este usaremos la A mayúscula). El amor en cada época tiene características diferentes, objetos de consumo particulares, espacios definidos, palabras concretas. El amor es como un entramado en el que estos elementos articulan nuestra relación con otras personas u otras cosas. Hemos aprendido el amor, viendo representaciones, relacionándonos con objetos amorosos, habitando diseños espaciales, leyendo narrativas y reproduciendo comportamientos amorosos ya existentes. El Amor no tiene nada de natural, es un objeto muy bien diseñado que paulatinamente ha ido ocupando el espacio que tenían otros amores.
Podríamos empezar la genealogía con Las tribulaciones del joven Werther de Goethe, una de las primeras obras en dar forma al Amor romántico. Miremos la estructura: una persona se enamora de otra, hay un impedimento –que puede ser la família o algún asunto social o político– y no se puede consumar el amor, pero si logran juntos solucionar dicho obstáculo hay una promesa de felicidad; si no lo logran esa promesa es de infelicidad y, en este caso, suicidio. Esa estructura narrativa está muy vinculada al amor que conocemos, y es que es precisamente allí donde nace la gran A construida a través de relatos, imágenes y narrativas. Antes de eso, en términos generales, la población no construía su vida entorno al amor, te casabas con quien te tocara –con tu primo si era conveniente para no tener que dividir la casa y los terrenos. Desde el Romanticismo lo que tenemos es una vinculación entre amor, felicidad y matrimonio, es decir, el matrimonio constata el amor, y eso nos da la felicidad. Ese tipo de relatos, que primero aparece en novelas y después en canciones e historietas, van produciendo una subjetividad muy concreta: la persona necesita producirse a través de un relato que le dé sentido. Por eso las novelas han jugado un papel tan importante en la producción del Amor.