Sarah: La idea nació hace unos 3 años, cuando empecé a coleccionar muebles –al principio sobre todo de mercadillos– y empecé a restaurarlos. A raíz de ahí, mi madre y yo tuvimos la idea de montar una tienda de muebles. Además, a mi madre siempre le ha gustado la decoración; en casa siempre hemos tenido muebles muy bonitos. El nombre de Frida lo escogimos porque es nórdico, y por supuesto también por Frida Kahlo. Como estamos especializadas en muebles nórdicos, queríamos algún nombre artístico que la gente pudiera recordar fácilmente.
Margit: Así es. La idea la teníamos y, además, nos surgió la oportunidad de alquilar este espacio. Queríamos un local en Santa Catalina porque nos gusta mucho el barrio. Ahora es como el SoHo de Palma. Al principio buscábamos un local más grande pero era difícil encontrarlo, y sobre todo en un calle con movimiento. Esto era un garaje, lo reformamos nosotras.
Sarah: Es una tienda donde encontrar muebles de los años 50, 60 y 70, casi todos de madera y de diseño nórdico. También traemos productos nuevos de diseño escandinavo, como las alfombras, algunas lámparas, los móviles, las bombillas… Además, tenemos reediciones de diseño de los años 50 que siguen en producción (por ejemplo, lo que compramos de una tienda de Dinamarca que tiene los derechos, como Vitra). Y luego tenemos muebles originales de teca que restauramos y retapizamos. Casi todo lo importamos de Dinamarca e Inglaterra. Ah, y casi todas las lámparas también son originales danesas.
Sarah: Claro, porque ya están listos para poner en casa. El concepto de la tienda no es el mismo que el de una de segunda mano; queremos que los muebles estén en el mejor estado posible, siempre respetando su diseño original. Nunca pintaría un mueble de blanco ni barbaridades por el estilo. Arreglamos la madera para que todo luzca. Además, solamente compramos piezas en muy buen estado. Buscamos producto de calidad.
Sarah: Restaurar al final se convierte también en un servicio al cliente. No solo restauramos para ofrecer el producto en su mejor estado, sino que también damos la opción a los clientes de personalizar las piezas a su gusto. Ofrecemos oscurecer la madera, cambiar la tela, etc. Incluso también tenemos clientes, sobre todo arquitectos, que se han encaprichado con algún mueble de algún diseñador en concreto y nosotros se lo hemos buscado y traído.
Margit: Es un poco de todo: desde subastas, venta privada, gente que tiene almacenes de muebles y los vende… Actualmente se hacen una especie de subastas en Facebook. Los proveedores que antes tenían almacenes dicen que ya no tienen tiempo y han creado grupos en esta red social. Esto, para nosotros, significa tiempo que hay que invertir en estar pendiente de ello, y luego quizás no ganas. A veces puedo estar incluso semanas. Y la mitad de veces los precios suben a un nivel que los clientes españoles no pueden pagar.
Sarah: Cuando abrimos no, lo hemos ido aprendiendo durante el proceso. Yo ya tenía una base de diseño, sabía diferenciar si algo es francés o sueco, si es de una época o de otra… La infraestructura la vas aprendiendo sobre la marcha.
Sí. Además, hay mucha comunicación entre nosotras, así el servicio al cliente es más personalizado. Y, al final, ¡siempre vuelven!
Hay de todo. Gente joven no mucha, por el tema económico. Pero vienen suecos, muchos españoles, mallorquines también, y muchos alemanes. También gente con casa de verano aquí en Mallorca que quiere decorarla con muebles de aquí. Y sí, en general, la mayoría de las veces ya vienen sabiendo lo que buscan.
Sarah: Vuelven cada año, y eso es muy bonito. Yo soy súper exigente y a veces pienso que no he restaurado bien, pero al final, cuando vuelven, somos nosotras quienes sentimos una gran satisfacción.
Sarah: El sillón “papa-bear”. Me encanta. Es el que parece que tiene unas orejas enormes, los brazos en punta… Es muy famoso. También la silla Kristiansson.
Margit: Hay un boom tremendo y los precios están disparados ahora mismo. Desde que abrimos la tienda los precios han subido un 300%. Hay mucha demanda, sobre todo en Japón, Australia, EEUU, Canadá, Holanda, Rusia. En todas partes hay contenedores de muebles. Tenemos un proveedor del norte de Inglaterra que nos cuenta que hay japoneses que hacen pedidos a lo sumo, ya que el precio les da igual. Ahora en Japón hay como 200 tiendas dedicadas a mueble escandinavo. Lo mandan a Tailandia, lo restauran barato, y lo devuelven a Japón restaurado por una miseria. A los daneses les interesa vender a países como Japón o Australia porque les pueden pedir el precio que sea.
Sarah: Solíamos tener mucha cerámica. Casi toda es alemana, también hay alguna danesa. A mí lo que más me fascina son los candelabros daneses. Me encantan. Son artesanía pura.
Margit: Son muy difíciles de encontrar ahora, pero si los veo, los compro, y se venden rápido porque hay extranjeros que los conocen y aprecian.
Sarah: Y los cojines los hace mi madre, son de la casa. Elegimos telas que combinen y los cose. Incluso hacemos por encargo.
Son muebles que, al ser modernos, realmente combinan con cualquier cosa. Cuanto más combinas, más personalidad añades al espacio. Tenemos encargos de muebles para casas mallorquinas, por ejemplo. En realidad, todos los muebles de este estilo tienen formas orgánicas, casi todo acaba en curva, no son como un canterano mallorquín que puede comer mucho la vista, tanto por la forma como por el color de la madera. Las formas del mueble escandinavo son sencillas. Está claro que depende, pero si tienes un poco de gusto para mezclar, puede ir bien con todo. Lo hemos visto en casas señoriales y quedaba estupendo. Así que sí, nos gusta la combinación con otras piezas, creemos que así los muebles visten más. Si no, ¡parece que realmente vives en esa época!


