La mosca empezó a formar parte de mi obra de una manera inconsciente. Desde niña me han encantado los insectos y fui añadiendo moscas o insectos a mi obra, aparte de mi amor por ellos, por influencia también de otros artistas o de la pintura Renacentista. Los espectadores empezaron a preguntarse el porqué de las moscas, y entonces comenzó la reflexión acerca de este insecto insignificante. “En boca cerrada también entran moscas” es la frase que engloba la reflexión conceptual que se puede ver en la obra que he ido pintando estos últimos 3 años; creo que se conoce parte de la personalidad de un humano por cómo trata a las moscas.
Por otra parte, creo que este refrán tan mítico se ha quedado obsoleto por cómo han evolucionado las tecnologías y la manera de comunicarnos. Se puede saber mucho de alguien ahora sin abrir la boca, simplemente por cómo se relaciona con las redes o comparte su vida a través de ellas, qué muestra y qué no, cómo las utiliza o las juzga.
Estamos ante un nuevo paradigma de comunicación, antes uno se podía comunicar únicamente por lo escrito o lo hablado, ahora hay otras maneras de comunicarse que influyen mucho en lo que decimos de uno/a mismo/a. También, las tecnologías han cambiado la manera de mirar y de mirarnos a través de espejos o selfies, por lo que a nivel de imagen encontramos otros encuadres, perspectivas y visiones de plano para el retrato.