Sergio Recio es el creativo que se esconde detrás de Blacknesia. Él es madrileño, de barrio y luchador. Combinando su creatividad con la de otros, ha fundado una marca que eleva el barrio a la máxima potencia: el discurso que tiene defiende sus valores, su estética y su lucha. Y aunque parezca que lo del streetwear y lo urbano ahora esté en su punto más álgido (hasta las marcas de lujo se lo han apropiado), él recuerda que eso siempre ha estado presente, aunque quizá no de forma tan patente. 
Desde el casting de modelos hasta el contenido audiovisual, pasando por el trabajo gráfico o la logo-manía, todo está cuidado al más mínimo detalle. Y con una estética muy concreta, que da lugar a un nuevo concepto, que han acuñado como ‘finesse–brutalism’. Y os preguntaréis qué es eso. Bajo una estética ruda y macarra, hay un trabajo minucioso cuidado al detalle. Los pocos recursos no les permiten, por ahora, seguir el ritmo frenético que se ha impuesto en la industria de la moda (y que, a pesar de las voces críticas, parece que ha llegado para quedarse).

Todo esto, reivindicando los valores del barrio, de lo urbano y de la ciudad, a la que se refieren como “la jungla de hormigón”. La verdad, no se me ocurre mejor definición. Esta entrevista nos descubre el universo de un joven madrileño dispuesto a romper barreras sociales, culturales y raciales a través de cómo nos vestimos.
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Para empezar, ¿quién se esconde detrás de Blacknesia? ¿Todo lo llevas a cabo tú o hay un equipo involucrado?
Yo, Sergio Recio, soy director creativo y diseñador, encargado de dirigir y gestionar la marca en todos los ámbitos. Desde sus comienzos cuento con el apoyo y la colaboración imprescindibles de Max Lusson como director de los films y encargado de las piezas audiovisuales. Por otro lado, Alex Romero y Estrella Ramírez han aportado su magia en la confección de las piezas de la última colección. También Carlos Pacheco y algunas personas más suelen trabajar en la gestión.
Lo habitual en el desarrollo de la marca es generar colaboraciones con creativos y creadores de distintos ámbitos para realizar proyectos con el objetivo de obtener un resultado profesional y de alto nivel.
Lo urbano y metropolitano son constantes en tus piezas. Tú eres de Torrejón de Ardoz, una ciudad en la periferia de Madrid capital. ¿Cómo crees que ha influido tu entorno a tu forma de diseñar?
Nuestro entorno nos influye siempre, en todos los sentidos. Nuestra estética e inspiración provienen de crecer rodeados de un entorno urbano e industrial, donde las fábricas y los bloques de pisos tienen una gran presencia. Evidentemente, es mucho más complejo destacar por tu trabajo cuando vienes del barrio: hay menos oportunidades. Pretendemos demostrar el talento de la juventud urbana, así como su pureza, personalidad y riqueza cultural. De algún modo, generar inquietudes y motivaciones.
Por ahora, lo que hemos visto son prendas muy sencillas, con el logo y la marca siempre patentes. ¿El tema de la logomanía es algo que queréis seguir desarrollando? Está claro que la tendencia sigue en alza.
Venimos del mundo del diseño gráfico, así que somos amantes del logo y de la tipografía. Como las personas, las marcas necesitan un rostro que las identifique. El logotipo es un recurso imprescindible para una marca, es su cara visible. La complejidad y versatilidad de utilización de un logotipo hace que no todas las marcas sepan utilizarlo; tener un logotipo correcto, potente y reconocible es vital. Siempre se utilizarán logotipos, y si se utilizan como gráfica en la ropa nos seguirá encantando.
“Blacknesia nace de la brillantez subversiva de la clase baja. Representa y defiende los valores del barrio.”
Al ser una marca emergente y joven, el equipo es relativamente pequeño. ¿Qué supone para vosotros trabajar con lo justo? De hecho, uno de vuestros lemas es utilizar pequeños recursos para alcanzar grandes objetivos con esfuerzo, creatividad y trabajo.
Trabajar sin recursos es muy complicado. El aporte de cada persona es fundamental, es nuestra forma de subsistir para poder generar buenos proyectos. Nuestro equipo varía en función del proyecto. Intentamos trabajar con personas creativas que puedan generar proyectos que les sirvan a nivel personal como porfolio y a su vez dar visibilidad al trabajo de cada uno. De esta forma, trabajar sin recursos hace que el trabajo tenga un valor añadido. Hacemos un esfuerzo muy grande para poder llevar a cabo todo esto.
Habláis mucho del barrio, de sus valores y su entorno. ¿Cuáles son esos valores que se convierten en imprescindibles para el ADN de la marca y en cada colección?
Blacknesia nace de la brillantez subversiva de la clase baja. Representa y defiende los valores del barrio. Con Blacknesia pretendemos demostrar el gran potencial y la ambición de la juventud urbana, estableciendo una estética directa, rompedora y vanguardista –su actitud es nuestro legado. Este conjunto de conceptos se materializa a través de distintos campos de acción. Utilizamos la moda como pretexto para ir más allá y abarcar todos los campos de diseño que podemos afrontar. Trabajamos cada elemento de una colección bajo una misma conceptualización.
‘Finesse–brutalism’ es un término que utilizáis para definir vuestra colección: combinar la delicadeza con el brutalismo. Háblanos un poco de esos contrastes. ¿Cómo se consigue eso?
Habitualmente nos gusta jugar con estos contrastes. ‘Finesse–brutalism’ es un concepto que refleja que, bajo una estética ruda y bruta, hay un gran trabajo minucioso y un estudio de lo que se quiere llegar a hacer.
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Me atrevería a decir que Blacknesia es una marca que responde sin duda a las necesidades de nosotros, los jóvenes. Porque es eso, una marca hecha por y para jóvenes, ¿no? Por la gente con la que te rodeas y con la que te relacionas, ¿cómo definiríais a la juventud actual?
Blacknesia es una marca que se distingue por los valores de los que hemos hablado y que responden a problemas a los que muchos nos hemos enfrentado. Es una pregunta difícil de responder en pocas palabras. En mi opinión, la juventud actual está constantemente recibiendo información de todo tipo. Los ciclos de todo son mucho más cortos, pasamos de una cosa a otra en cuestión de muy poco tiempo, así que es una juventud en cambio continuo.
En la última colección, que has presentado en la URJC Fashion Night, te reafirmas en la estética urbana, con mucho logo y una actitud macarra. Cuéntanos un poco la evolución desde la primera colección.
Con esta colección, es la primera vez que trabajamos con el patronaje y la confección. Nos encargamos de todo el proceso de creación de las prendas, y esta es la principal diferencia con la primera. Hemos generado una propuesta ligeramente inspirada en los uniformes de preso y con una clara referencia al mundo carcelario.
Para la presentación recreamos la escena de un patio de cárcel. Es una metáfora que representa la fuga de las barreras sociales, culturales y raciales, esas barreras que nos imponen como leyes. Por ejemplo, qué puedes y qué no puedes hacer según quien eres o de donde vienes. Me pareció una gran oportunidad participar en este desfile para poder generar ese contraste con el resto de diseñadores y con las personas que asistirían al evento.
El casting de modelos llama mucho la atención. Casi todos son racializados, llevan tatuajes, e incluso salieron fumando en el desfile.
Siempre intentamos elegir modelos con una estética que encaje con la marca. Tienen una actitud y una esencia especial que ayudan a entender el mensaje y la ambientación del desfile. A parte de esto, todos son amigos y me encanta el hecho de poder contar con ellos para esto.
Hace unos meses lanzaste un fashion film titulado Concrete, muy en tu línea brutalista, y donde el cemento comparte protagonismo con las prendas. El mensaje es, sobre todo, la superación de los miedos. ¿Has tenido que romper con muchos miedos para poder llegar a donde estás ahora?
Concrete es un film del que estoy muy orgulloso. Lo dirigió mi gran amigo Max Lusson, y con él nos han seleccionado en grandes festivales internacionales de fashion films. El documental es “Una invitación a la reflexión y la autoconsciencia como origen del cambio. Cuenta una historia sobre el amor platónico y sobre la superación del miedo, mostrando la fina línea que separa la atracción de la obsesión”. Yo, personalmente, he tenido que afrontar muchas responsabilidades, tomar decisiones difíciles, he sacrificado tiempo y dinero… Pero creo que merece la pena arriesgar siempre.
Antes del desfile en la URJC, presentasteis la colección Concrete, la primera, en el festival Mad Cool. Entiendo que tienes un vínculo fuerte con la música. ¿De qué género musical es la banda sonora de Blacknesia?
La conexión con la música y cualquier otra rama artística está muy presente en el ambiente y desarrollo de la marca. La música es una gran fuente de inspiración y a la vez un reflejo de la manera de trabajar. Al fin y al cabo, los artistas generan su obra bajo una estética, unos valores y una forma de expresión determinada. La dirección de este tipo de proyectos musicales es muy parecida a la de una marca. Nos representa la música urbana en general, partimos de abajo, sin medios, llevamos la autogestión de todo nuestro trabajo –algo parecido a lo que la música urbana viene haciendo desde hace años.
¿Cuáles son tus referencias artísticas?
Mis principales referencias vienen del diseño gráfico y la arquitectura. Me atraen mucho las vanguardias como el racionalismo, el brutalismo, el constructivismo, el suprematismo, etc., y figuras como Le Corbusier.
¿Qué piensas de que las marcas de lujo se estén acercando desde hace tiempo a la estética más urbana? ¿Lo ves como un tipo de apropiación?
Creo que ambas se alimentan recíprocamente. Además, no es algo que esté surgiendo ahora, simplemente que ahora es mucho más evidente la influencia del streetwear en la moda de lujo. Yo creo que es algo bueno, pero como todo, tiene sus cosas malas. Es genial ver que el streetwear coge un gran impulso, pero no podemos olvidar que a esas marcas de lujo las gestionan grandes empresas.
¿Cuáles son vuestros planes de futuro a corto y a largo plazo?
Seguir trabajando. No nos gusta ajustarnos a los tiempos de pasarelas porque, por desgracia, no podemos dedicar todo nuestro tiempo a esto. Preferimos seguir un ritmo más ajustado a nuestro trabajo y no precipitarnos en sacar cosas nuevas.
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