Hay una conexión imprescindible entre mi trabajo y lo que soy yo: lo que hago es una extensión directa de mi carácter, de mis experiencias, de mi pasado. Los colores y las formas son el resultado de un lenguaje que encuentra su raíces en la región de mis padres, Sicilia, una isla tan grande que parece tierra firme y donde hay muchísimas contradicciones formales, cromáticas y ontológicas. También lleva rastros del largo periodo que pasé en Ámsterdam, con su influencia escandinava y sus colores pálidos y llenos de luz blanca. Por eso, pienso en mi trabajo como algo fluido, que adapta su contenido al contexto exterior, manteniendo un brillo propio, un alma fiel a su origen.