Una hora después de la apertura de puertas y con una entregada audiencia dispuesta a disfrutar de las doce canciones que integran este nuevo trabajo, grabadas entre Madrid, Barcelona, Lleida y Ciudad de México, Natalia Lacunza arrancaba su concierto. Emocionada y agradecida con todos los allí presentes, Lacunza reconocía estar nerviosa. Y es que, aunque estaba rodeada de colegas de profesión (muchos de ellos amigos) –Guitarricadelafuente, María Escarmiento, Menend o África Adalia, por dar algunos nombres–, eran muchos los seguidores que esperaban ansiosos a escuchar por fin el primer álbum de su artista favorita en directo.
Acompañada en todo momento sobre el escenario por su Tiny Band –Paula Ruiz, Tere Gutiérrez, María Lázaro (que también forma parte del grupo Trashi) y Luz Abril –, el buen rollo que se respiró de principio a fin fue increíble. Vestida con un look de Manémané –firmado por sus estilistas de confianza Alfredo Santamaría y Alfred Vivas– con el título de su nuevo proyecto, TQSPM, y su nombre y apellido bordados en uno de los tirantes, Lacunza puso a todo el mundo, artistas y seguidores, a bailar con cada una de sus canciones. Pero si hubo un momento especialmente emotivo, ese fue en el que su amiga Alba, mejor conocida como @rup__tura, se subió al escenario a acompañarla a cantar el single que ambas han grabado juntas, Cartas de amor.
De Todo Lamento a su recién estrenado Todo va a cambiar, la artista nos hizo disfrutar durante una hora de un directo al que no se le puede sacar ni un pero. Energía, emoción y talento fueron protagonistas del show desde el minuto uno. “No me quiero olvidar de mis gays y lesbianas”, decía Lacunza entre canciones, demostrando que más allá de ser una cantante con un envidiable potencial, sus valores están perfectamente alineados con lo que se le exige a un artista del siglo XXI. Porque Natalia Lacunza ha llegado para quedarse; y este es solo el comienzo de su prometedora travesía.